Hace 60 años fue publicado el libro “El hombre unidimensional” de Herbert Marcuse. Fue un libro que influyo en el pensamiento de los jóvenes mexicanos del movimiento estudiantil del 68 y de la juventud francesa de las protestas de mayo del 68, que buscaban ser escuchados y tomados en cuenta en el proceso de la transformación política, social y exigir el respecto a sus libertades y pensamientos.
En gran medida el análisis de Marcuse sigue estando vigente y sus tesis políticas y sociológicas planteadas en el hombre unidimensional continúan siendo un referente para comprender nuestro tiempo.
El hombre unidimensional es un análisis de las sociedades occidentales que, bajo un disfraz pseudodemocrático, esconde una estructura totalitaria basada en la explotación del hombre por el hombre. Decía que la sociedad industrial avanzada, dígase capitalista, es capaz de reprimir todo cambio cualitativo. Para Marcuse, tanto los medios de comunicación como las industrias culturales socializan los valores del sistema dominante y ahogan el pensamiento crítico, creando un escenario cultural unidimensional, que propicia un pensamiento único y condiciona la conducta del individuo en la sociedad bajo la apariencia de una conciencia feliz.
Los jóvenes de aquellos años pensaron que el socialismo y comunismo marxista sería la gran alternativa para liberarse de la unidimensionalidad capitalista y dejar de ser un hombre unidimensional. Herbert Marcuse murió en 1979, no vio caer el muro de Berlín en 1989 ni la fallida alternativa del socialismo marxista.
Hoy en pleno siglo XXI están emergiendo gobiernos populistas disfrazados de izquierdistas o derechistas pseudodemocráticos, pero como dijera Albert Marcuse, dentro de sus entrañas esconden estructuras totalitarias de pensamiento único. El hombre, para nuestro infortunio, continuará siendo un hombre unidimensional y; peor aún, con la era de la inteligencia artificial.
Para los interesados vale la pena leer el libro “El hombre unidimensional”, en estas vacaciones.