‘La velaron con traje de caballero’: los derechos trans a la hora de morir
A pesar de algunas conquistas legislativas, las personas que transicionaron en su género están en riesgo de ser víctimas de crímenes de odio y falta de reconocimiento de su identidad, incluso en sus funerales
Las personas transexuales y transgénero pueden enfrentarse a una doble muerte: la de su cuerpo físico y la de su identidad.
Una de las escenas más conmovedoras de la serie “El Secreto del Río”, en la que se aborda la historia de una muxe desde su infancia, es la de la transformación que sufre Solange, quien en vida era reconocida y respetada como muxe, al momento de su muerte, cuando es despojada de sus características trenzas y vestimenta femenina, para lucir como un hombre.
Esta situación se repite con frecuencia en los funerales de las personas trans, quienes dependen de la voluntad de sus familiares o de quienes se hacen cargo de sus exequias para mantener su identidad en la muerte.
A pesar de que hay leyes que reconocen y protegen la identidad de las personas trans, quienes pertenecen a este colectivo, en varias entidades de la República, se enfrentan a discriminación y otros tipos de violencia que las y los siguen más allá de la muerte.
Una de estas dificultades es el reconocimiento de su identidad, el cual se niega desde las leyes en algunos países y estados, a pesar de que la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos establece este derecho en el párrafo 8 del artículo cuarto.
Aunque si bien este artículo prevé el derecho de toda persona de ser registrada al nacer, y así ostentar un nombre, las personas trans, que en su mayoría asumen su género al cumplir la mayoría de edad, deberían acceder al registro y reconocimiento de su identidad en el momento en el que la asumen.
Además de tratarse de un derecho fundamental, de suma importancia para la persona, es una obligación del Estado procurarlo, pues es fundamental. Se relaciona con la vida y la individualidad de cada persona.
Xóchitl Rodríguez, integrante de la colectivx Hola Amigue, una organización integrada por personas trans y no binarias, menciona que las dificultades para ellos como individuos comienzan en el entorno familiar, en el que, en ocasiones, se niegan a reconocer su identidad, los generizan de manera errónea, entre otras violencias, las cuales bloquean su acceso a este derecho básico de los seres humanos.
“Las poblaciones no binarias, así como las trans, pasamos muy diversas situaciones, entonces, aunque digamos que hay impactos diferenciados, hay una generalidad. Una cosa que nos une es que tanto en estructuras familiares como en otras, con la sociedad, en la escuela, en el trabajo y demás, pues es complicado que se respete la identidad”, expresa.
Explica que no se trata solo “que digan mal tu nombre y no usen tu pronombre, porque va más allá de no respetar la identidad, se eleva a negar derechos, como el de la educación, aunque esto también es un poco más abierto la comunidad LGBT en general”.
A pesar de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que todos los derechos humanos son inherentes a cualquier persona sin importar su género, sexo, nacionalidad, origen étnico, discapacidad o cualquier otra condición que forme parte de su particularidad, las personas trans siguen sufriendo discriminación y ataques transfóbicos.
Los Principios de Yogyakarta, adoptados en la ciudad del mismo nombre ubicada en Indonesia, son una serie de directrices acerca de cómo se aplica la legislación internacional de derechos humanos a las cuestiones de orientación sexual e identidad de género.
Estos principios están basados en estándares legales internacionales vinculantes, cuyo objetivo es garantizar la no violencia y la no discriminación a las personas de las disidencias sexogenéricas sin importar los usos o costumbres de cada país.
En México, aunque la identidad trans solo es reconocida en algunas entidades que han adoptado la Ley de Identidad de Género y la Ley Agnes, emanadas de ordenamientos y determinaciones locales que cada estado decide tomar para sus respectivos códigos penales, civiles, familiares y de procedimientos civiles locales, estas protegen y reconocen a las personas trans que buscan el cambio de su identidad sexogenérica de manera oficial; es decir, en sus documentos.
Hasta 2024, son 20 las entidades que han incluido estas reformas en sus códigos. Entre ellas, Ciudad de México, Jalisco, Puebla, Estado de México, Michoacán, entre otras.
“La familia de Nava hizo lo mismo”: Wendy Guevara
Frida Cartas, activista defensora de los derechos humanos y escritora, quien colabora con la organización Círculo Diverso, resalta la importancia del respeto a la identidad en la vida y en la muerte.
“Para mí el respetar la identidad de género de una persona trans viva, es resarcir poco a poco mucha de la salud mental que le han mermado discriminatoriamente, pues al reconocer su identidad le devolvemos seguridad, estima, confianza, a la vez que creamos un espacio social más sano, más amable, con apego a derechos humanos. Y en el caso de personas trans fallecidas, es honrarles la historia de vida, la memoria, es nombrarles lo que fueron”, comenta.
Por su parte, Xóchitl Rodríguez, la activista de Hola Amigue, menciona que parte de los problemas comunes por los que pasa la comunidad es precisamente ese: depender de la “buena voluntad” de los familiares al momento de realizar los ritos funerarios de la persona trans, para respetar la identidad que ostentó en vida.
“Una vez fallecidos, es el doble complicado mantener el respeto a la identidad, las barreras se multiplican porque claramente ya no hay una voz que se alce para poder defender su identidad, sino que más bien, queda a la buena voluntad de los familiares, si los amigos son cercanos a la familia pueden ser como ‘un puente’, para que se defienda el género de la persona al momento de morir.
“Sin embargo, a nivel de nuestras familias, en ocasiones no hay la capacidad o interés de querer aprender más sobre las comunidades trans, sobre los pronombres, y si ahí no hay voluntad, luego, en los servicios funerarios, pues tampoco es que estén capacitados, además de que están sujetos a que si la familia dice ‘se llama de esta manera’, pues las empresas funerarias, hacen su trabajo. Entonces es un problema que tiene diversos niveles”, asegura.
Estas experiencias, de acuerdo con lo relatado por Frida Cartas, atraviesan una y otra vez a las personas de la comunidad trans en vida y en muerte.
“Una vez le tocó a una activista famosa hace años. Sus padres la velaron con traje de caballero y su nombre del acta. Y a una amiga mía, que se suicidó, sus padres y unos amigos de su lugar de origen le hicieron lo mismo. Valis (mi amiga), se suicidó, vivía el odio de sus padres, vivía desempleo, y ataques constantes de feministas transfóbicas que le cerraban cuentas para que no pudiera publicitar su trabajo. Tres veces abrió una cuenta en Twitter e Instagram”, relata la activista.
En días recientes, Wendy Guevara, influencer y actriz trans, mencionó el dolor que sintió al ver la escena de la muerte de Solange en la serie “El Secreto del Río”, se acercaba a una vivencia que tuvo al lado de una de sus amigas, de nombre Nava, al momento de fallecer.
“La familia de Nava hizo lo mismo. Su última voluntad fue que la vistiéramos de mujer y la maquilláramos, y su familia no permitió que se fuera vestida como ella tanto quería y le gustaba, no está padre. Ella diario andaba bien maquillada, siempre andaba así. Paty la maquilló, y la desmaquillaron”, relató la ganadora del reality show “La Casa de los Famosos”.
México después del transfeminicidio de Paola Buenrrostro
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 35 por ciento de las 5 millones de personas de 15 años o más que se identifican como parte de la comunidad LGBT, se considera transgénero.
Ante este escenario, la Universidad Nacional Autónoma de México menciona que las personas pertenecientes a la diversidad sexual, “suelen ser perseguidas, criminalizadas, discriminadas, segregadas, violentadas o abusadas por ser consideradas diferentes”.
Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos indica que el hecho de que una persona sea percibida como parte de la diversidad sexual, los pone en peligro de ser agredidos.
El odio por aquellas personas que se identifican con un género distinto al del sexo con el que nacieron, así como por aquellos que deciden cambiar su genitalidad para que corresponda con su género, se traduce en discriminación, invisibilización y violación a sus derechos humanos.
Letra S, Sida Cultura y Vida Cotidiana, organización civil cuyo propósito es la difusión de información de temas relacionados con salud, sexualidad y sociedad, reporta que entre 2021 y 2023, han contabilizado 231 asesinatos por odio: 78 en 2021, 87 en 2022 y 66 en 2023. De la cifra de 2023, el 65 por ciento de las víctimas son mujeres trans.
A pesar de la reticencia de las autoridades de varias entidades de reconocer el asesinato de mujeres trans como un feminicidio, fue tras el homicidio de Paola Buenrostro, mujer trans que ejercía el trabajo sexual en calles de la Ciudad de México, ocurrido en 2016, y debido al activismo de su amiga Kenya Cuevas, que este delito fue tipificado en la capital del país en julio de este año.