Claves del uso de misiles ATACMS de EE UU dentro de Rusia: una decisión política de peso con una influencia limitada en la guerra de Ucrania
La letra pequeña de un contrato suele ser decisiva, y es en esta donde los medios ucranios han centrado su interés tras conocerse la autorización de Washington a las tropas de Kiev para utilizar los misiles estadounidenses de largo alcance ATACMS contra Rusia. La decisión, de gran calado político porque desafía la amenaza rusa de escalar el conflicto, llega en el tiempo de descuento, tras más de un año de insistencia ucrania para conseguirlo y cuando a Joe Biden le quedan menos de dos meses en la presidencia de EE UU. El optimismo ucranio es contenido porque considera que es tarde para cambiar el rumbo de la guerra y porque la letra pequeña establece que los ATACMS solo podrán utilizarse contra objetivos en la provincia rusa de Kursk.
No ha habido confirmación oficial estadounidense de lo publicado en la prensa, pero el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, dio por buena la información en un mensaje a última hora del domingo: “Los ataques no se realizan con palabras. Estas cosas no se anuncian. Los misiles hablarán por ellos”.
Las Fuerzas Armadas de Ucrania iniciaron el pasado agosto una ocupación parcial de la región rusa de Kursk, colindante con la provincia ucrania de Sumi. La operación, una decisión personal de Zelenski, tiene varios objetivos: demostrar al Kremlin que es vulnerable en su propio territorio; forzar que el ejército ruso traslade tropas de otros sectores del frente a Kursk, y contar con un pedazo del país invasor como activo para futuras negociaciones de paz.
Contraofensiva rusa en Kursk
Ucrania ha perdido un tercio del territorio de Kursk que había llegado a ocupar y las fuerzas del comandante en jefe ruso, Valeri Guerásimov, han comenzado una contraofensiva en la que cuentan con el apoyo de más de 10.000 soldados norcoreanos, según los servicios de inteligencia occidentales. Esta presencia norcoreana sería la justificación esgrimida por el Pentágono para finalmente aprobar el uso de los ATACMS. Ucrania ya tenía este armamento en su arsenal desde 2023, aunque disponible solo para ser utilizado dentro de sus fronteras.
La clave es si, como han informado los medios estadounidenses, los ATACMS solo pueden ser utilizados contra posiciones rusas en Kursk. El salto cualitativo sería limitado, teniendo en cuenta que Ucrania ya está golpeando a su enemigo en esta zona con misiles estadounidenses Himars, de precisión, pero de medio alcance —80 kilómetros—. Los objetivos confirmados han sido puentes, sistemas antiaéreos y concentraciones de maquinaria militar. Los ATACMS, que pueden dispararse desde las mismas baterías que los Himars, tienen un alcance de 300 kilómetros. Esto sí permitiría disparar contra objetivos en Kursk desde mayor distancia, es decir, con más garantías de seguridad de que la lanzadora no es identificada y destruida.
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), un centro de análisis militar estadounidense, considera que restringir el uso de los ATACMS solo en Kursk es un contratiempo para Ucrania y que un cambio significativo sería dar autorización a Kiev para “golpear objetivos militares legítimos dentro de la retaguardia operacional rusa, no únicamente en Kursk”.
Fuentes militares ucranias han comentado al medio de información militar The War Zone que la principal función de los ATACMS es que “serán un arma estratégica convencional de disuasión, teniendo en cuenta la situación actual”. Es decir, un armamento que pondrá en alerta al Kremlin antes de tomar según qué decisiones. Estas mismas fuentes también lamentan en The War Zone que es fundamental que se les permita lanzar los ATACMS lejos de las fronteras ucranias, y no solo contra objetivos militares, sino contra el sistema energético ruso. Rusia reinició el domingo los bombardeos masivos contra la red energética ucrania, provocando de nuevo cortes en el suministro eléctrico en todo el país.
John Helin, investigador del grupo de análisis de defensa finlandés Black Bird, destaca también algo que altos rangos del ejército ucranio han ido advirtiendo desde 2023: Rusia lleva tiempo reubicando bases y centros logísticos de su retaguardia para dejarlos fuera del alcance de los ATACMS. “Los rusos ya han movido muchas de sus unidades aéreas lejos del alcance de los ATACMS. Limitar esta arma a Kursk también añadirá más limitaciones. Los rusos probablemente reorganizarán sus puestos de mandos, logísticos y bases aéreas para no estar tan expuestos en Kursk”, dice Helin. Este experto constata que mover más lejos estos posibles objetivos sí beneficia a la resistencia ucrania en Kursk porque la red militar rusa estará más espaciada físicamente y necesitará más tiempo para actuar en el frente.
Cifra confidencial
The War Zone concluye que igual de importante es determinar con cuántas unidades de ATACMS contará Ucrania. La cifra es confidencial. Serhii Zgurets, director del grupo de estudios militares Defense Express, ha estimado este lunes que podría tratarse de un centenar. También serían unos 100 los misiles de largo alcance británico-franceses Storm Shadow/SCALP que tendrían en su haber las Fuerzas Aéreas ucranias, según Zgurets. Solo en el radio de acción de los ATACMS (más allá de Kursk) hay casi 250 instalaciones militares rusas implicadas en la invasión, según el ISW. Los Storm Shadow/SCALP tienen un mayor alcance que los ATACMS, de 560 kilómetros.
En Ucrania se da por hecho que la decisión de Biden moverá a París y Londres a autorizar también el uso de sus misiles contra objetivos en suelo ruso. El diario Le Figaro publicó en la mañana del lunes que el Gobierno británico y el francés habían ya dado su visto bueno, pero pocas horas después ha sido retirada la información de la web de este medio. La agencia ucrania RBC también informó, a partir se fuentes anónimas, que París y Londres habrían aceptado que sus misiles sirvan para golpear solo en Kursk.
Alemania, que posee los misiles de largo alcance Taurus, continúa negando su transferencia a Kiev, pero el diario Bild ha avanzado este lunes que el Ministerio de Defensa alemán ha dado luz verde al envío de 4.000 drones bomba de largo alcance que podrán ser disparados contra objetivos en Rusia. Es precisamente la flota de drones bomba la mayor amenaza que ha demostrado tener Ucrania contra el Kremlin en su territorio, con ataques periódicos incluso a más de 1.000 kilómetros de sus fronteras.
Demasiado tarde
La noticia sobre los ATACMS ha sido recibida con sensaciones encontradas en Ucrania. “Esta es una historia de una pérdida de tiempo. Y lo que es peor, se han perdido vidas, como en toda la historia del suministro de armamento [occidental]. No cambiará la situación de forma significativa, pero nos lo hará un poco más fácil y un poco más difícil a ellos”, ha escrito en el medio ucranio Espreso el politólogo Yurii Bogdanov.
La historia de la relación entre Zelenski y sus países aliados ha estado marcada por una estrategia de persistencia y presión diplomática. Sea con los ATACMS, con los tanques Leopard o Abrams, con los aviones F-16 o los misiles de defensa antiaérea Patriot, la secuencia ha sido siempre la misma: tras meses de negativas, las potencias en la OTAN han terminado dándole su autorización. Estos meses de retraso, según reconocía el 11 de noviembre a EL PAÍS el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, han supuesto un serio contratiempo para el país invadido.
El inminente uso de los ATACMS contra suelo ruso, según se entiende de las palabras de Zelenski, permitirá saber si el límite de Kursk es real o se adentran más en el mapa ruso. Biden todavía tiene unas pocas semanas para decidir si amplía su radio de acción, antes de que Donald Trump, partidario de terminar la guerra cuanto antes, aunque sea a costa de dolorosas concesiones para Ucrania, asuma la presidencia estadounidense en enero. Helin también entiende que el movimiento de Biden es una forma de presionar a Trump, para proseguir con la asistencia a Ucrania. “Todo depende del punto de vista”, dice Helin, “parece bueno ayudar a los ucranios, pero llega muy tarde para tener un impacto significativo en la guerra, sobre todo si está limitado a un territorio”.