Se trata de Octavio García Baruch, a quien buscaban miembros del cártel de Los Zetas por un supuesto adeudo económico que también tendría que ver con una invasión a una zona prohibida para él del mercado de drogas al menudeo.
Hay evidencias de que el muchacho vendía drogas, ya que en su domicilio fueron encontrados enervantes envueltos listos para su venta (3 kilos de yerba, una onza de cocaína en piedra y una planilla de ácidos, entre otras sustancias). Ahí mismo fue hallada una libretita con pedidos que diversos consumidores le hacían a García Baruch, que era su dealer, su narcomenudista, según expedientes consultados por este diario.
No era la primera vez que le encontraban droga, pero, ¿cómo lo mataron? Por una delación. Un sujeto identificado como Alberto Armas es señalado como el que habría delatado a García Baruch para que lo ejecutaran. Y no solo a él: también a su hermano Gustavo García Baruch, desaparecido desde el 12 de octubre de 2015.
Gustavo fue levantado junto con otros dos jóvenes (su paradero sigue sin conocerse) y su caso saltó a la vista de nuevo hace cuatro días, cuando apareció un narcomensaje afuera de la Universidad Cristóbal Colón, en la que se leía:
“Este es un aviso para el puto de Alberto Armas. Aún nos debes. Darnos la dirección para dar a Tavo Baruch el año pasado y su hermano no nos basta. Cumple el resto o te vemos en Galeana. Atentamente, tus amigoZ (así, con la letra tan temida en Veracruz)”.
De Armas se sabe que es de Minatitlán y que se ostentaba en redes sociales con armas y frases elocuentes: “Miedo a morir. A LA VERGA. Si para morir nacimos”, se aprecia en un post que puso con la imagen dibujada a color de un sujeto con un cuerno de chivo.
Pero, ¿quiénes pusieron la cartulina? A las 1:40 horas del 6 de octubre se reportó que cuatro sujetos con armas largas a bordo de una camioneta gris o café claro Yukon descendieron en la Universidad Cristóbal Colón, ubicada en la carretera Veracruz-Medellín. Pegaron el cartel, se subieron al vehículo y se dirigieron al municipio colindante de Medellín, que forma parte de la zona conurbada del puerto, área expulsora de gente por la violencia que se padece ahí.
El día del levantón, de acuerdo con las indagatorias, cuatro narcomenudistas, apoyados por al menos un taxista, decidieron ajustar cuentas con García Baruch y lo interceptaron en avenida Díaz Mirón de Boca del Río, a la altura de la Plaza Cristal. Se lo llevaron junto con Génesis Deyanira Urrutia y Leobardo Arroyo. Fueron al departamento donde García Baruch y la joven vivían con otra persona, pareja de Génesis, donde sustrajeron algunos objetos. Por alguna razón no se llevaron la droga reseñada.
Los tres aparecieron muertos junto con una cuarta persona, Andrés García, quien fue levantado el mismo día por la mañana, cuando se dirigía al Tecnológico donde estudiaba. Hasta el momento no quedó clara la relación con García Baruch o los demás jóvenes. Su cuerpo no ha sido reclamado.
Pero está la historia de García Baruch, que fatalmente habría dañado a sus amigos sin antecedentes.
Octavio García Baruch, que tenía un tatuaje en el pecho con una leyenda (“No temas donde vayas, que has de morir donde debes”, narcoletra sobre gente de Tamaulipas de la canción “El Tigre”, del Cártel de Santa) y un logo de químico en la espalda (estudió ingeniería química) fue detenido el 12 de diciembre de 2012 junto con otras siete personas (dos mujeres) con 191 bolsitas de crack, 341 de coca, una pistola y cuatro vehículos, uno con reporte de robo.
Quedó libre tiempo después. En 2014 el MP obtuvo un mandamiento judicial para detenerlo por delitos contra la salud, pero obtuvo un amparo.
El año pasado fue detenido por el delito de robo a negocio con violencia y posesión de mariguana. La libró de nuevo. También en 2015 se abrió un expediente por el delito de lesiones culposas. Y uno más por robo a negocio.
A este hombre se le relacionaba con una banda dedicada al robo de comercios, encabezada por una mujer más grande, de 31 años, conocida como La Wera y otros dos sujetos, cuyas identidades también se omiten, de apodos El Goro y El Papi, que usaban a menores de edad para delinquir.
A La Wera la levantaron y sus restos fueron encontrados desmembrados… cinco días antes de que García Baruch desapareciera. Junto con la mujer fueron hallados tres cuerpos más, dos de hombres y uno de una mujer, que siguen sin ser identificados.
Según análisis de las indagatorias, es común que los cárteles permitan que sus miembros se dediquen a otras actividades, ya que el dinero importante de la droga es para los jefes de plaza, también es frecuente la pelea por sus mercados.