El magnate escapa de la polémica de su grabación machista e iguala la contienda en segundo debate. Donald: “Te meteré en la cárcel”. Hillary: “Vives en una realidad paralela”
El segundo debate entre los dos candidatos principales a la Casa Blanca se pareció muy poco al primero. Luego de la polémica desatada por la revelación, el viernes, de una grabación de 2005 donde el republicano Donald Trump se jactaba de acosar sexualmente a mujeres, la campaña demócrata esperaba poder lograr el ‘KO’ del conservador. Pero no fue así.
El debate empezó precisamente con la grabación del magnate, para evidente angustia del republicano. Su defensa fue negar que jamás agarrará a una mujer de sus genitales sin permiso, tal y como se le escucha afirmar en el video, y asegurar que, si es presidente, se concentrará en “asuntos más importantes”, como la lucha contra el Estado Islámico.
Pero la estructura del debate, definida por preguntas del público, evitó que la conversación continuara centrándose en la polémica del fin de semana. Así, Trump pudo contraatacar, recordando a Hillary Clinton el escándalo de sus correos electrónicos, lo que puso a la ex secretaria de Estado en aprietos.
Unos aprietos que llegaron a otro máximo cuando el republicano recordó a la demócrata su cuestionado papel durante la crisis en Libia, cuando el embajador de EU en el país fue asesinado en Bengasi.
EMBARRADOS. “Si soy presidente, mandaré investigar expresamente tu situación”, dijo Trump a la demócrata sobre sus emails; “estarás en la cárcel”, añadió, para regocijo de su público.
Así quedaba claro que esta era una discusión en el lodo, con insultos y acusaciones personales como principal argumento de los dos candidatos. De nuevo, las interrupciones de Trump a Clinton, y también a los moderadores, eran constantes.
Resultaba especialmente extraño ver un debate enrarecido y sucio mientras ambos trataban de responder preguntas serias y técnicas; sobre el ‘Obamacare’ o sobre políticas energéticas.
La demócrata trataba de contra golpear, y para defenderse llegó a acusar a Trump de vivir “en una realidad paralela”, mientras aseguraba, una y otra vez, que las afirmaciones del republicano eran “falsas”.
MIGRACIÓN, AUSENTE. La palabra “México” no apreció ni una sola vez durante todo el debate, que se centró mucho más en asuntos internos que externos. La política migratoria quedó excluida del debate, ni siquiera apareció para hablar de las deportaciones masivas de migrantes ilegales que Trump defiende.
RUSIA Y SIRIA. Con la filtración reciente de WikiLeaks de los discursos pagados de Clinton, la demócrata aprovechó para vincular a la organización con Rusia, a quien volvió a acusar de estar detrás del robo de información privada de su campaña. La ex secretaria de Estado llegó a afirmar que “por alguna razón” Moscú “quiere que Trump sea presidente”.
Clinton insistió en las críticas hacia el Kremlin por la situación extrema que vive Alepo. La demócrata alentó la posibilidad de investigar a Rusia por crímenes de guerra y reivindicó una zona de exclusión aérea en Siria.
Mientras tanto, el republicano criticó que Washington anunciara su intención de atacar Mosul, feudo del Daesh en Irak. La respuesta no vino de Clinton, sino de la moderadora, que le espetó, evidentemente irritada: “¡Por guerra psicológica, para salvar a civiles!”
IMPUESTOS. La dinámica del debate permitió a Trump escapar también de la controversia sobre sus impagos de impuestos; polémica que se sacudió asegurando que él, “por supuesto”, hace lo mismo que otros grandes empresarios como, citó, Warren Buffett o George Soros, “que donan a la campaña de Hillary”.
Y así, el magnate consiguió escapar de polémica tras polémica, logrando un balón de oxígeno fundamental para su campaña. El tercer y debate final tendrá lugar el próximo miércoles 19 de octubre.