El magnate neoyorquino Donald Trump se encaminaba anoche a una victoria histórica e inesperada que ha dejado, una vez más en un bochornoso ridículo a las encuestas, que anticipaban una clara victoria de su rival demócrata Hillary Clinton.
Al cierre de esta edición y con 264 votos electores el candidato republicano, a quien se negó a votar ayer el ex presidente George W. Bush, estaba a apenas seis votos para ganar las elecciones y convertirse así en el 45 presidente de Estados Unidos.
Trump no solo habría conseguido la proeza de imponerse a su rival contra todo pronóstico, sino que lo habría hecho imponiéndose en estados tan importantes como Florida, Ohio o Pensilvania, que hace cuatro años ganó el presidente Barack Obama y que con el magnate vuelven a ser republicanos.
El silencio de Clinton. La ex secretaria de Estado se resistió ayer, pese a que la derrota era segura, a reconocer la victoria de su rival, al que sí derrotó en los tres debates que realizaron durante la campaña, una de las más sucias que se recuerden.
Según John Podesta, jefe de campaña de la candidata demócrata, el conteo seguía demasiado cerrado como para aceptar la derrota.
En cualquier caso, la amenaza de Trump de no reconocer los resultados, a no ser que anuncien su victoria, queda definitivamente suspendida, al igual que no se volverá a oírlo denunciando que las elecciones están amañadas.
“Veremos cómo van las cosas hoy”, afirmó Trump, preguntado sobre si acatará el veredicto de las urnas en la cadena de televisión Fox News, horas antes del cierre de urnas.
“Con suerte, saldrán bien y no nos tendremos que preocupar, lo que significa que, con suerte, ganaremos”, subrayó.
Al cierre de esta edición, Trump tampoco había pronunciado el discurso donde reconocía su victoria.
“El sol saldrá mañana”. En cuanto al presidente Obama, que se entregó en cuerpo y alma en asegurar la victoria de la primera mujer en la historia de EU, se limitó a tuitear lo siguiente: “No importa lo que ocurra; el sol saldrá por la mañana y EU seguirá siendo la nación más grande”.
Congreso republicano. En las votaciones en las dos cámaras del país, los republicanos también lograron imponerse, y sin demasiadas dificultades.
En el Senado, los demócratas necesitaban arrancar al menos 5 asientos a los republicanos para lograr situarse con 51 de 100 asientos y revertir así la mayoría conservador, pero el recuento al cierre de la edición era de 47 senadores demócratas y 49 republicanos confirmados. Sin embargo, la proyección más probable deja la composición final de la cámara alta en 48 progresistas y 52 conservadores, que mantendrán así su poder.
También se confirmaron todos los pronósticos y los conservadores se llevaron la Cámara de Representantes. Al cierre de la edición, se habían confirmado 232 asientos para los republicanos y 170 para los demócratas, y las proyecciones situaban la probable composición definitiva de la cámara en 239 y 196 asientos respectivamente.