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LA CRONICA DE HOY: Zavala: Mi trayectoria y el paso por la Presidencia determinan mi presente

Camino a los pinos ◗ Margarita Zavala tuvo ayer un encuentro con un reducido grupo de periodistas, previo a la presentación formal de su autobiografía ◗ Crónica presenta a la transformada (en discurso y look) aspirante a la Presidencia de la RepúblicaMargarita Zavala tiene claro que la vida se construye a base de decisiones. Ahora, que presenta su autobiografía política, confiesa que no podría decir qué pesó más, “si toda mi carrera de militante panista, de abogada litigante, de profesora de Derecho, o los seis años pasados en la Presidencia de la República”, donde fue testigo de primera fila e ineludible influencia, para dar el paso que determina su presente. Pero tiene la seguridad de que México está más que preparado para que una mujer llegue a despachar en Palacio Nacional. Y ella aspira a ser la primera mexicana que lo haga.

Dialoga con la prensa antes de llegar a la presentación de Margarita. Mi historia, y en esa conversación se hace evidente el cambio de los últimos años: hay un aplomo distinto en ella, que habla del vértigo del pasado reciente, del aprendizaje político que nunca se acaba y que en ella se convirtió en arma para el nuevo reto que ella se ha impuesto. El tono discreto —quizá demasiado para el gusto de algunos— que fue su sello entre 2006 y 2012 tiene ahora otros matices: a ratos, se detiene para meditar sus respuestas; no elude preguntas, no niega su objetivo, pero tampoco abandona su perfil partidista y afirma que Acción Nacional tiene que llegar a las elecciones de 2018 “fuerte, unido y a tiempo”, si quiere recuperar el espacio que detentó durante dos sexenios.

Margarita dejó ya los zapatos sin tacón que la caracterizaron en otros tiempos; afinó el estilo, usa ahora zapatos altos, el peinado es casi el mismo; apenas algunos toques que afinan una imagen renovada, de mujer en acción. Y —decisiones, otra vez— optó por no jugar a la charada de las aspiraciones políticas que  no se atreven a decir su nombre, y no le apuesta a la ambigüedad. Lo pensó, lo meditó. Decidió que podía y que tenía capacidad y capital político para competir. Esa certeza da otro tono a su mirada. Y aquí está, diciendo por las claras que buscará la presidencia.

Ahora circula el libro escrito por ella. Como todo escrito autobiográfico, implica aquello que su autora ha querido plasmar como retrato mediático. No es plan de trabajo, no es manual de campaña. Es sí, la narración de cómo se construye el perfil político de una mujer nacida en la segunda mitad del siglo XX que se forma como militante de un partido político apenas salida de la adolescencia; de cómo esa militancia rebasa los límites del PAN y se expresa en el todo que es Margarita Zavala, que sigue dando su clase de Derecho en el bachillerato del Instituto Asunción, y que considera que para contar su carrera política no hay necesidad de inventarse heroísmos falsos, porque “la claridad política nos conviene a todos”. 

Para Zavala, no hay trabajo político que no lleve implícita la idea de servicio; con el  contacto con la ciudadanía, con organizaciones sociales. Le quita sentido a la política, apartarse de esa convicción, asegura. “Cuando ese principio se hace a un lado, se crea ese vacío que ha perjudicado al sentimiento que los ciudadanos tienen hoy con respecto a la política”.

Margarita Zavala nunca ha negado su fe religiosa. Acaso de esa manera de mirar el mundo y de sus primeros aprendizajes en el terreno de la resistencia civil que en alguna época fue estrategia esencial del PAN, viene una enseñanza: “La política es una actividad que exige que uno aprenda a perdonar”, afirma. En los meses recientes, ha tenido oportunidades frecuentes de poner a prueba esa convicción: Se ríe un poco cuando recuerda el golpeteo, la descalificación fácil, simplona, que han estado a la orden del día desde que hizo públicas sus ambiciones políticas, las de una mujer que nunca ha usado el “de Calderón” que una visión convencional de la vida le colgaría sin complicaciones.

La abogada habla de una relación con el ex presidente donde no aparecen los complejos. En algún momento de su gestión, Calderón señalaba en público que, entre las cosas que Barack Obama y él tienen en común, está el hecho de que “nuestras esposas son abogadas y son  más inteligentes que nosotros”. Hay que decir que Margarita Zavala obtuvo su título de abogada por la Escuela Libre de Derecho con una tesis que mereció el calificativo de “laureada”, el reconocimiento más alto que otorga esa institución educativa a sus egresados.

No se escapa a la reflexión de Margarita Zavala que Acción Nacional se prepara, después de unas elecciones intermedias fructíferas, al reto de recuperar la Presidencia perdida. Y sabe que no es la única de su partido que aspira a la candidatura presidencial, tal vez con menos claridad, pero con similar firmeza. En cualquier caso, la unión del PAN, que a ratos parece tambalearse con escaramuzas internas, se vuelve un elemento ineludible para la batalla electoral que ya es inminente.

“Mi gran tema es lo democrático; las reglas equitativas, la unión”, asegura. “Por mi parte haré todo lo que esté en mis manos para dialogar, para lograr un partido fuerte, unido, y trabajaré lo que haga falta “para que esto suceda”.

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Nacional
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