Cd. de México, México (04 febrero 2017).- Lorenzo Servitje fue un hombre religioso que se empeñó en demostrar que un empresario puede hacer productivo todo lo que tiene en las manos.
El emporio económico que creó permitió que Grupo Bimbo se convirtiera en la empresa mexicana con más presencia en el mundo y que al día venda unos 600 millones de pesos.
Con las ventas de los primeros nueves meses de 2016, que fueron de 182 mil 130 millones de pesos, se podría pagar el acumulado de todos los recortes al Presupuesto que el Gobierno federal hizo en ese año y que ascendieron a un total de 164 mil 77 millones de pesos.
Servitje convirtió su marca en el producto. Por él, hoy una familia dice 'voy por un Bimbo' en lugar de hablar de un pan de caja; también por él, un Gansito se convirtió durante años en el ícono de las golosina infantil.
Al mismo tiempo, lo asequible de sus marcas y su presencia en todos los rincones del País también lo ligaron con el explosivo crecimiento del problema de obesidad.
La vida empresarial de Don Lorenzo inició a los 18 años, cuando a la muerte de su padre tuvo que hacerse cargo del negocio familiar: Pastelería El Molino, en el Centro de la Ciudad de México.
Su padre, un inmigrante catalán, abrió esa pastelería en 1928 asociado con los señores Bonet y Tinoco.
En diciembre de 1945, junto con Jaime Jorba, Jaime Sendra, Alfonso Velasco y José T. Mata da su mayor acierto: funda Panificación Bimbo, que retomó el concepto del pan de caja que ya se vendía en Estados Unidos.
Tuvo ocho hijos, y una de ellos se convirtió en marca.
En 1954 creó la marca Keik, dedicada a hacer pastelillos de fresa, naranja y chocolate y tres años más tarde le cambió el nombre por el de su hija Marinela.
A partir de ahí, Bimbo despegó junto con el cambio de hábitos de una población que hasta entonces no había descubierto en el pan industrializado una opción de alimentación.
En 1980 la empresa entró a la Bolsa Mexicana de Valores y dejó claro ante cientos de inversionistas la acertada administración de su negocio.
Servitje dejó un legado inmenso, una firma con presencia en 22 países de América, Europa y Asia.
Con la magnitud de la empresa, Don Lorenzo se convirtió en uno de los mayores generadores de empleo con más de 130 mil plazas, sin contar que miles de misceláneas en el País se iniciaron con sus productos.
Se le reconoce también por haber forjado una visión de negocio con sentido social y moral, aspecto que lo convirtió en pioneros de la responsabilidad social.
"Si no entiendes, te explico; si no sabes, te enseño; si no quieres, te vas", así enseñaba su filosofía.
Se distinguió por su código de conducta ligado a la fe católica e invirtió parte de su vida al Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc).
Sus principios lo llevaron a decisiones controvertidas, como retirar publicidad a un canal de TV cuando éste trató los abusos de los Legionarios de Cristo.
"No se debe dar publicidad a la miseria humana", justificó.
Aplaudió el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y, consecuente con su creencia sobre la dignidad en el trabajo, apoyó en 2014 los cuestionamientos sobre la insuficiencia del salario mínimo. Por deber moral, dijo, debía corregirse.
Austero en sus negocios, Don Lorenzo fue director de Grupo Bimbo hasta 1979 para cederle el cargo a su hermano menor Roberto Servitje, y permaneció en el Consejo de Administración hasta 1994.
En sus últimos años se dedicó a asesorar a su hijo, Daniel Servitje, quien desde 1997 ocupa la Dirección de Grupo Bimbo, a pasar tiempo con su familia y a dar consejos a jóvenes empresarios.
Su figura detrás del osito nada ni nadie la pudo opacar.