Cifras. En 14 meses han sido deportados 30 mil menores y personas de la tercera edad. El 70% de los niños retorna sin compañía, mientras los adultos mayores se enfrentan en México a doble discriminación, dice a Crónica Gabriela García Acoltzi, del INM
Segunda parte
Treinta mil niños y ancianos han sido deportados desde Estados Unidos durante 2016 y los primeros dos meses de 2017, de acuerdo con datos compartidos a Crónica por el Instituto Nacional de Migración.
Se trata del 20 por ciento del total de repatriados en este lapso (245,700).
En el caso de los menores, 7 de cada 10 son retornados sin compañía. En 2016 se deportaron 13 mil 752, de los cuales 9 mil 726 fueron no acompañados. En enero y febrero de 2017 sumaron mil 477 y más de mil vivieron el proceso en soledad.
“Son sectores que necesitan acompañamiento, porque de lo contrario podemos hacerlos víctimas de la delincuencia”, dice Gabriela García Acoltzi, coordinadora del programa Somos Mexicanos, diseñado para la recepción de connacionales.
—¿Qué hay de los ancianos?
—Allá se desempeñaban en un empleo y aquí son doblemente discriminados, por ser repatriados y adultos mayores. Ellos piden un trabajo, no quieren que el gobierno los mantenga. Su frase es: sólo ayúdenme a encontrar una forma de mantenerme y salir adelante.
Doña Rosa Rodríguez tiene 71 años y, tras su deportación hace un par de semanas, se encuentra a la espera de ser incluida en un proyecto productivo. En la unión americana cuidaba niños e incrementaba sus ingresos con la venta de botellas y latas recolectadas en restaurantes, hoteles y otros comercios.
La detuvieron afuera de un restaurante, en ese acecho cotidiano por el plástico y el aluminio.
“Me iba muy bien: juntaba mis buenos dólares —cuenta—, pero la Migra me agarró así nomás, sin haber hecho nada malo, porque nos ven como pillos. Acá no sé de qué voy a vivir. Mi hijo se quedó del otro lado. ¿Habrá alguien que me quiera dar trabajo en este país?”.
En territorio mexicano, sólo encontró el cobijo de una sobrina, a quien no veía desde hace 18 años.
FALSEDAD. A la luz de los números, la etiqueta criminal endilgada por el gobierno de Trump a los mexicanos es incierta.
De los 245 mil 717 repatriados de 2016 a la fecha, sólo 14 mil fueron clasificados como delincuentes por el gobierno estadunidense, es decir, el 6 por ciento.
Entre los acuerdos binacionales de repatriación, las autoridades de EU están obligadas a informar a las mexicanas el motivo por el cual fue detenida una persona con fines de deportación.
“La clasificación de criminal la da Estados Unidos, y en teoría refiere delitos graves, aunque habría que analizar cada caso en específico. No podemos comprar todas las acusaciones”, sostiene García Acoltzi.
—¿Qué han detectado?
—Casos en los cuales se acusa, se procesa y se condena a un mexicano sin pruebas o sin proceso justo.
Ahí está, por ejemplo, la historia de Mario Flores Urban: 20 años encarcelado por un delito que no cometió. Y al final, sólo una disculpa.
Entre los 14 mil “fichados”, se encuentran migrantes relacionados con venta de droga, secuestro, uso ilegal de armas, violación, peleas callejeras, pandillerismo y violencia doméstica.
En esta cifra no se incluyen faltas administrativas como infracciones de tránsito y mal uso de documentos.
En más del 80 por ciento de los asuntos, la causa del retorno obligado es la entrada ilegal o irregular a territorio estadunidense.
Y así lo comprueban los expedientes, en especial de niños y ancianos…
OFICIOS Y ARTES. —¿Y qué hay de los adultos en la llamada edad laboral?
—Allá se volvieron especialistas en diversos oficios o actividades. O artistas, como el caso de un connacional cuyo caso ha seguido el INM: construía y decoraba escaleras para los integrantes de diversos equipos de la liga de futbol americano profesional.
Hace 10 días fue deportado a México, con un tesoro único: su catálogo.
—Esto es lo que yo hacía –dijo al ingresar, y sus modelos asombraron al personal del Instituto.
Ya planea cómo podría iniciar una pequeña empresa en nuestro país y esa historia habrá de contarse a detalle.
“Deberíamos pensar en cómo aprovechamos aquí ese arte o don, no en señalarlos o considerarlos competencia —describe García Acoltzi—. Hay voces que dicen: nos van a quitar el trabajo, nos van a desplazar… Muchos repatriados son bilingües y por tanto son atractivos para empresas a las cuales se les ha dificultado conseguir mano de obra calificada”.
Antes de partir a EU, “no sabía ni hacer un huevo”, cuenta Gustavo Rendón, otro repatriado quien se había avecindado en Florida. Después de más de una década de trabajo en un restaurante italiano en Chicago, hoy es experto en pizzas y pastas.
“Allá ganaba 13 dólares la hora, y aquí me quieren pagar 3 mil pesos al mes en la pizzerías. Mejor veré la forma de abrir mi propio negocio y de compartir con mis paisanos las ricuras que aprendí”, comparte, ya superado el sobresalto de los primeros días del regreso.
—¿Hay contacto con empresarios para que conozcan los perfiles de estos repatriados? —se le pregunta a la coordinadora de Somos Mexicanos.
—Tenemos un convenio con el Consejo Coordinador Empresarial y con la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos. Hay ya algunos casos de éxito con adultos mayores quienes, sin acompañamiento, no habrían podido conseguir trabajo por falta de papeles.
—¿Qué porcentaje de repatriados logra conseguir empleo en México? —se le pregunta.
—La Secretaría del Trabajo se está encargando de hacer el concentrado de todos los estados. Aún está pendiente… Hay distintos modos de emplearlos, no sólo en la formalidad, se ha diseñado un esquema de apoyos productivos derivado de sus habilidades, porque allá algunos eran microempresarios. El año pasado se destinaron 300 millones de pesos para este esquema. Los estamos contando. A los empresarios les pedimos que nos digan qué perfil necesitan y que hagan excepciones con documentos que los deportados no pueden conseguir.
Aquí mientras tanto, ellos extrañan sus latas, sus pizzas y sus escaleras con distintivos de futbol americano. A sus hijos y a sus nietos…
Blindaje contra corrupción
Como una medida contra los abusos de repatriados, el INM evita ofrecerles el contacto de las oficinas de migración o delegaciones en los estados. Para acompañarlos en su proceso de reinserción, sólo se les proporciona el nombre del enlace del programa Somos Mexicanos en las entidades donde se dirigen.