Jojutla, Morelos (22 marzo 2017).- La exhumación de los cuerpos de la fosa clandestina del panteón de Jojutla se retrasó porque en la tierra que cubre aparecieron al menos medio centenar de restos presuntamente de otros cuerpos.
"Primero salió una botella con datos y nada de cuerpo, estaba sola. Y luego más abajo salió un cráneo, luego unos fémures y pedazos de pie, pero así muy esporádicamente iban saliendo", afirmó Roberta Dalila Rodríguez, quien desde 2011 busca a su hijo Leonardo Daniel.
Esperaba encontrar cadáveres completos como el año pasado en las fosas clandestinas de Tetelcingo.
En nueve horas Rodríguez calculó que la excavadora avanzó apenas metro y medio, haciendo pausas para que se pudieran recoger los huesos.
Sin llegar todavía hasta donde las autoridades de Morelos han reconocido que enterraron unos 35 o 36 cuerpos sin identificar, se tiene la hipótesis, según la evidencia, de que fueron cubiertos con material de otra fosa.
A pesar del poco avance en el primero de los cuatro días previstos para la exhumación, Rodríguez se mostró optimista.
"Se está logrando que las autoridades vayan sacando los cuerpos de donde los sepultaron al estilo de la delincuencia organizada", indicó.
Antes de las 15:00 horas, el titular de la Fiscalía de Morelos, Juan Pérez Durón, informó que la recolección de las piezas imprevistas había retrasado los trabajos y que estos se detendrían al llegar a los cuerpos para cribar la tierra extraída en busca de fragmentos.
"Los peritos tienen que determinar estos fragmentos a qué corresponden, si son de personas o si son de alguna otra especie", aclaró.
El lugar fue resguardado por la Policía Federal, elementos del Mando Único de Morelos y agentes del Ejército.
Frecuentemente un hombre gritaba la hora y el tipo de pieza encontrada: "14:28. Falange", mientras por las calles una camioneta anunciaba que el día anterior habían detenido a cuatro secuestradores por esta misma colonia.
En el panteón se colocaron otras carpas para tomar muestras de sangre.
Ahí estaba Fabiola López, de Jiutepec, cuyo padre murió hace seis meses y su hermano, Ismael, desapareció hace cuatro, cuando fue a dejar a una pasajera en su taxi.
También el matrimonio de Felipe Lais Romero, jornalero, y su esposa Consuelo Gómez, vecinos del panteón, pero que no sabían que ahí hubiera una fosa clandestina. Fueron para buscar a su hijo, Francisco, un joven con epilepsia que en 2012 salió a jugar futbol y no ha vuelto.
Al final, la máquina dejó de excavar antes de las 18:00 horas, cuando todavía seguían saliendo huesos.
"Hemos tenido que estar cribando la tierra, ya que las cosas no se hicieron limpiamente desde un principio, es una fosa reutilizada", dijo la señora Tranquilina Hernández, integrante de la asociación civil Regresando a Casa Morelos.
"No tienen sensibilidad, tiran a nuestros seres queridos como si fueran basura", reprochó a las autoridades.