La convocatoria fue masiva. Miles de soldados y marinos congregados para un insólito encuentro con el presidente Enrique Peña Nieto, quien desde el Campo Militar Número Uno no les escatimó elogios y ocupó el escenario para, de nuevo, arremeter contra los críticos de las corporaciones castrenses: ‘‘Son inadmisibles e inaceptables las expresiones que, algunos de manera simple, no sé si por ignorancia o con dolo, descalifican la labor de los integrantes de nuestras fuerzas armadas’’.
Para el mandatario, ‘‘quienes denigran la labor de nuestras fuerzas armadas, denigran a México; quienes las lastiman, lastiman a México; quienes desacreditan su trabajo, desacreditan a México’’.
En el centro del escenario, ante la jerarquía militar y los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Hacienda, José Antonio Meade, censuró a los críticos ‘‘que han calificado que la labor de nuestras fuerzas armadas está dedicada a ofender, a lastimar, a faltar a los derechos humanos, a masacrar, como alguno se atrevió a decir’’.
Fue una nueva reivindicación de la milicia, una reiterada embestida contra quienes cuestionan su desempeño y el enésimo reconocimiento presidencial para Ejército, Marina y Fuerza Aérea, ante la presencia de la jerarquía castrense que, complacida, aplaudía el discurso.
Oficialmente eran 32 mil soldados y marinos con sus familias (a los que se sumaron 86 mil 564 que vieron la transmisión en las 12 regiones militares; en suma, más de una tercera parte de todo el personal de las fuerzas armadas) quienes escucharon el enaltecimiento que de ellos hacía su comandante supremo y la defensa de su papel en la preservación de la seguridad que realizan además de sus tareas de defensa de la integridad territorial.
“Han venido apoyando de forma muy comprometida tareas que tienen que ver con la seguridad de las familias, por encima de lo que estrictamente es su misión, su tarea y encargo, teniendo que suplir cuando algunas otras instituciones o corporaciones policiacas de algunas entidades se quedan cortas, hacen su trabajo (de modo) ineficiente o a veces es inexistente su presencia.’’
Peña Nieto entrelazaba una interminable cantidad de elogios a los militares (habló de patriotismo, entrega, disciplina, garantes de las instituciones, lealtad, valor, etcétera), con el respaldo a su actuación en todos los órdenes. Una apología al desempeño castrense.
‘‘La tarea de Ejército, Armada y Fuerza Aérea no es ocuparse de la seguridad en las calles pero, es cierto, el crimen organizado en muchos lugares ha tenido capacidades mayores a las de varias corporaciones policiacas y eso ha llevado a una decisión del gobierno de que nuestras fuerzas armadas apoyen de forma subsidiaria las tareas en favor de la seguridad de las familias mexicanas.’’
Desde temprano a la explanada de la primera brigada de la Policía Militar arribaron marinos con uniforme gala, y soldados con atuendo de campaña, para el encuentro que Peña solicitó a los secretarios de la Defensa, Salvador Cienfuegos, y de Marina, Vidal Francisco Soberón.
‘‘Supera en mucho lo que hubiese yo pensado. Es enorme este escenario’’, expresó Peña –quien recorrió los pasillos para encontrarse con los asistentes–, antes de abocarse al enaltecimiento sin pausa de los militares, a quienes ofreció que ‘‘estaré más que agradecido y reconocido con la labor que prestan nuestras fuerzas armadas’’.
Refirió que su gobierno ha construido hospitales para soldados y marinos, centros de atención y de consulta, modernización de nosocomios, vivienda para beneficio de las familias de nuestros soldados, pilotos y marinos.
De igual manera, la modernización de toda la infraestructura e instalaciones, y en Zapopan, Jalisco, nuevas instalaciones para la fuerza aérea.
Fue el parte rendido sobre obras en su administración dedicadas a los militares, a quienes ofreció mayores apoyos hasta concluir el sexenio.