Las ramas de los árboles y los cables tan bajos en las diferentes calles fueron un problema en el primer recorrido que hizo ayer el Cuernabús por la ciudad.
El transporte turístico se puso en marcha en Cuernavaca y fue la sorpresa de morelenses y extranjeros, pues lo vieron recorrer las principales vialidades de la capital por primera ocasión.
Esas calles tan angostas para un camión con 71 pasajeros representó todo un dilema y hasta un reto para el chofer, quien tuvo que sortear por un lado el tráfico vehicular de la zona y por el otro las ramas de los árboles frondosos que rodean las avenidas.
Lo anterior, pese a que los árboles supuestamente ya habían sido podados para que pudiera pasar un autobús de estas características.
A las 11:00 horas fue la cita para el primer recorrido del día. Ya había gente en el Zócalo recibiendo su boleto para acceder a este viaje. Familias de la Ciudad de México, Tamaulipas, Guerrero y de municipios como Jiutepec, Temixco y Huitzilac estaban ya sentados en algunos de los lugares disponibles.
Las recomendaciones fueron simples: los de la parte alta no debían ponerse de pie ni alzar las manos, porque las ramas y los cables son muy bajos y podían ocasionar un accidente.
Óscar, al volante, y Fabiola, en la voz del recorrido, dieron la bienvenida al Cuernabús.
La gente estaba entusiasmada y se tomaba “selfies” para el recuerdo. Una señora sacó un paraguas, porque el fuerte sol se hacía presente, pero le indicaron que tenía que cerrarlo, ya que no estaba permitido, pues el camión era muy alto.
Y así inició el recorrido. La joven de voz suave y firme empezaba la narrativa del viaje. A mi lado iba James J. Horn, un extranjero que escribe su blog jimhornnews.wordpress.com, y quien también debía hacer un reportaje de este primer trayecto.
El primer sitio fue el quiosco de la ciudad, del que se dijo fue edificado con el resto del material con el que se construyó la Torre Eiffel, en París, en la época del Porfiriato. Luego siguió el Palacio de Gobierno y de ahí tomó rumbo hacia la avenida Morelos.
Todo para entonces estaba bien. La gente salía de sus comercios o volteaba a ver el un nuevo atractivo. Pero ahí empezó el problema. El tráfico vehicular en la avenida Morelos se dejó sentir en este periodo vacacional en que supuestamente no hay mucha gente en las calles.
Fabiola seguía dando a conocer los principales puntos turísticos que distinguen a Cuernavaca. Pasamos por el Cine Morelos y, unos minutos más tarde, llegamos al chapitel de El Calvario y la Iglesia de San José.
Se dijo que la fuente instalada en ese lugar fue construida en el siglo XVI por los agustinos, quienes querían un espacio con leones. Esta iglesia forma parte ahora del inicio de la Ruta de los Conventos.
Después siguió El Castillito, hoy museo fotográfico que alberga las imágenes más antiguas del estado; posteriormente, el parque Porfirio Díaz y la barranca de Amanalco. La calle de Leandro Valle, indicó la guía, es la única vía plana que hay en el centro.
Justo en la calle de Pericón empezó lo grave de esta travesía, porque los árboles y cables de la calle Madero estaban muy bajos y la gente por momentos tuvo que agacharse para poder sortearlos.
Árboles de Laurel de la India son los que prevalecen en esa zona, los cuales, refirió la guía, son los que hacen la diferencia en el clima local.
El Callejón del Diablo y el Casino de la Selva fueron otros de los atractivos mencionados. De éste último se destacó el hecho de que empresas comerciales compraron el lugar que antes albergaba importantes murales. La tan estrecha calle para llegar al parque Melchor Ocampo fue un problema. El chofer tuvo que maniobrar, debido a que los autos estacionados en la calle no lo dejaban pasar.
Así llegamos a la fuente del Melchor Ocampo, espacio que anteriormente tenía mucha afluencia. Antes contaba con albercas y animales; además, ahí se conserva el ahuehuete de más de 100 años.
Desde ahí, por donde está la antigua estación del ferrocarril, el autobús tomó rumbo hacia la colonia Vista Hermosa, para llegar a la zona arqueológica de Teopanzolco, lugar del Templo Mayor y centro ceremonial.
A un lado se construye el auditorio Teopanzolco. “El recorrido es muy rápido y no se pueden tomar fotografías”, dijo James, mi acompañante en el camión, y más si la alambrada está llena de maleza que tapa la fachada de la pirámide.
Después de ahí, el recorrido siguió hasta llegar al parque Acapantzingo, donde antes se encontraba un centro penitenciario. Con su traslado, se convirtió en el Museo de Ciencias de Morelos; ahora hay fuentes saltarinas, que para el mediodía ya estaban encendidas y con niños a su alrededor.
Para entonces, el sol era impresionante. La gente seguía entusiasmada por ser los primeros de este gran atractivo turístico. Los pequeños eran los más emocionados, y las personas tomaban decenas de selfies.
Así se llegó a las calles de Gutenberg, Leyva e Himno Nacional, donde ocurrió el éxtasis del viaje. Había una calle cerrada y, en consecuencia, el camino y el trayecto se vieron afectados.
Los organizadores aseveraron que el pasado lunes, cuando se hizo la prueba de viaje, la calle estaba abierta; el Ayuntamiento de Cuernavaca nunca les avisó que cerraría para atender problemas de tubos de agua.
El chofer regresó en medio de las bajas ramas de los árboles. Se tuvo que cambiar de ruta, pero en el paso había árboles y cables demasiado bajos.
La gente empezaba a quejarse. Algunos, como Carlos y Fernanda, una pareja de la Ciudad de México, se tuvieron que agachar. Ella empezó a ponerse nerviosa, ya que el chofer entraba y salía de una calle sin recobrar el rumbo.
La joven guía pedía a los pasajeros que tomaran precauciones por las ramas y los cables. Fueron 20 minutos de buscar una salida para la calle del Niño Artillero.
Uno de los organizadores tuvo que sostener las ramas para que no arañaran a las personas. Las mamás pedían a los niños que se tiraran al piso del camión y se pusieran las gorras.
Hubo molestia. La gente le decía a los encargados que eso lo tuvieron que prever con tiempo. Ellos sólo se justificaron diciendo que así fue, pero que no contaban con el cierre de la calle de Himno Nacional.
Finalmente y con mucho trabajo se pudo salir de esa zona. Seguimos el recorrido por la avenida Morelos Sur, donde está la casa del famoso caricaturista Rius. Después fuimos al Jardín Revolución y lo que antes era la sede de la Cruz Roja, hoy convertido en el Centro Cultural Universitario.
Siguió el Centro Morelense de las Artes, antes Hospital General, y el Jardín Borda, para luego bajar hasta la Catedral.
Una hora 20 minutos es lo que dura el recorrido, salvo por estas contrariedades. Al final, las opiniones fueron encontradas. La iniciativa muy buena, pero la organización y el trayecto, malos.
Las ramas de los árboles y los cables fueron el principal obstáculo, dijeron los paseantes. Algo se tiene que hacer para mejorarlo, porque es una buena idea, pero sin los riesgos.
Una vez que se llegó al punto de partida, ya había gente haciendo fila para ser los segundos en disfrutar el viaje en el Cuernabús.
Cada dos horas, durante esta semana santa, tendrá recorridos de manera gratuita; posteriormente, sólo estará en funcionamiento los fines de semana.
“Nunca se olviden de dar una sonrisa”, decía la joven al final del recorrido y, a pesar de todo, así fue.