Es un terreno atípico para la siembra de estupefacientes. Desde el aire el paisaje es verde. Podrían ser plantíos de chile, cebolla o alfalfa, las siembras más comunes de la zona. No obstante, a través de un reconocimiento terrestre, el Ejército ubicó los sembradíos ilícitos que ya tendrían al menos tres meses de funcionamiento.
“Estamos viendo de manera cada vez más constante este tipo de prácticas, retirar los pétalos. Los reconocimientos aéreos no son suficientes, siempre exploramos vía terrestre y fue como pudimos ubicar estos plantíos. El color de la flor es muy característico, muy intenso desde el aire, los delincuentes lo saben y lo buscan ocultar”, explicó el coronel de infantería Rodrigo Israel Castillo, comandante del 66 batallón de infantería de Delicias.
El corte de los miles de pétalos pudo haber estado a cargo de mujeres y niños, pues se necesitan manos delicadas para la labor.
Una actividad esclavizante si se considera que ellos mismos rayan el bulbo de la amapola para extraer la goma de opio que se utiliza para la producción de heroína.
Los predios estaban rodeados por el afluente del río Conchos y contaban con sistema de riego por goteo y aspersión, perfectamente cuidados, lo que conservaba a las plantas de casi un metro de altura.
Esta semana, el Ejército comenzó con su destrucción, lo que impedirá que unas 230 mil dosis de heroína lleguen al mercado. Para las organizaciones criminales significará un golpe de alrededor de 650 mil dólares en ganancias.
Las fuerzas castrenses incineran las plantas para asegurarse que incluso las semillas se destruyan, pues la amapola es resistente.
“Un kilo de amapola sirve para plantar una hectárea, esta hectárea produce 11 kilos de goma de opio, estos 11 kilos producen un kilo de heroína, un kilo de heroína produce 20 mil dosis”, detalló el coronel de infantería.
En una zona donde tienen presencia los cárteles de Sinaloa y Juárez, el aseguramiento se logró sin enfrentamientos. Las personas que resguardaban los cultivos huyeron apenas advirtieron la presencia del Ejército. Se calcula que podrían haber trabajado hasta cien individuos entre la siembra y la vigilancia.
Las fuerzas castrenses llegaron alrededor de las 18 horas, cuando los sujetos se disponían a cenar, dejando comida, casas de campaña, ropa, cobijas y otras pertenencias.
Era un campamento rústico, donde la mayoría dormía a la intemperie con plásticos improvisados como techos, las salsas quedaron en cubetas, los paquetes de harina para tortillas regados en el piso y una alfombra de latas de cerveza.
Cerca de ahí, unos 800 metros cuadrados de sembradío de mariguana complementarían el negocio. La planta ya estaba madura, lista para secar. A un lado tres prensas para armar los paquetes de 20 kilos, lo que significaría una ganancia de hasta 85 mil pesos.
En lo que va del sexenio, el Ejército ha destruido en Chihuahua 25 mil 791 hectáreas.