Desde el inicio de la guerra contra el narco, emprendida por el entonces presidente Felipe Calderón en 2006, las denuncias por homicidio acumulan 76 mil muertes violentas; sin embargo, la población penitenciaria por este delito sólo ha aumentado en 2,386 personas, es decir, el 3 por ciento ◗ Crónica habla con expertos que encabezaron el Centro Nacional de Información
¿Qué tantas posibilidades hay en México de que un gatillero de los cárteles de la droga termine en la cárcel, procesado y sentenciado por matar a alguien? De acuerdo con lo que arrojan los datos oficiales, las posibilidades de que esto ocurra es de apenas 3 por ciento.
Crónica tuvo acceso a los datos de la población penitenciaria nacional, en los que se detallan los delitos que motivaron la detención y prisión de una persona. Al analizarlos, resulta claro que desde que Felipe Calderón inició la guerra con-
tra el narco (diciembre de 2006)
las denuncias por homicidios dolosos se incrementaron sustancialmente, acumulándose hasta 76 mil muertes violentas que gobierno, analistas, académicos y organizaciones civiles atribuyen a este choque frontal contra los cárteles delictivos. En contrapartida, en esos diez años los presos por este delito aumentaron sólo en 2 mil 386 personas, apenas 3 por ciento de la cifra de averiguaciones previas, e incluso la población penitenciaria acusada de homicidio doloso viene reduciéndose desde 2013.
Los datos estadísticos a los que tuvo acceso Crónica provienen del Sistema Penitenciario Nacional, que cada estado y la Federación suministra a una base de datos en la que se registran igualmente fechas de ingreso, averiguación previa asociada, fotos y biometrías de los reos. Los datos de nuevos casos de homicidios en el país se publicitan mes con mes.
Las cifras de homicidios aumentaron diametralmente y el número de presos por este delito lo hizo en forma muy discreta. “Pues el asunto es que mientras más asesinos haya, menos posibilidad hay de que te agarren si eres uno de ellos”, señala Jaime López-Aranda Trewartha, uno de los expertos que encabezaron el Centro Nacional de Información y a los que tocó construir la estadística delictiva nacional que hoy viene y va públicamente con sólo 20 días de atraso en su actualización.
—Podríamos sentirnos tentados a creer que si hay mucho más asesinos, debería ser más fácil agarrar a más de ellos, como ocurriría con pescadores que encuentran cardúmenes cada vez más grandes...
—Sin ánimo de trivializar, retomo tu metáfora y digamos que los Ministerios Públicos son los pescadores y los asesinos los peces: se trata de pescadores que pueden pescar, cada uno, un máximo de peces cada año. Los demás se les van, si el cardumen es muy grande, son más los peces que se escapan —explica—, en procuración de justicia generalmente no se incrementa el número de Ministerios Públicos, investigadores y operadores del sistema de justicia ni su eficiencia, al contrario, la efectividad general se reduce cuando los casos aumentan notablemente en número, sus capacidades se ven abrumadas.
Tanto López Aranda como su colega Alejandro Hope hace algún tiempo comenzaron a llamar la atención sobre un análisis menos primitivo de los datos de homicidio (espantarse, porque son muchos), para comenzar a ver que las consecuencias de que el delito de homicidio no sea procesado (castigado) por el sistema legal.
En efecto, lo que parece respaldar la tesis de López-Aranda es que el mejor balance entre nuevos asesinatos registrados ante MP y número de presos se dio en 2014, el año en el que los homicidios descendieron por debajo de los 15 mil anuales. Cuando los homicidios comienzan a incrementarse en número, la población penitenciaria no lo hace a la par.
Muchos gatilleros no llegarán a la cárcel y tampoco seguirán vivos, ellos mismos caerán bajo balas enemigas, muertos y aperturando una nueva investigación por asesinato. Lo que en la calle empezó, en la calle termina.
ASESINOS EN SERIE NUMÉRICA. Por supuesto, no todos los homicidios en el país se asocian a la guerra contra el narco. En el primer lustro del siglo, habitualmente y sin el choque contra el narco, venían dándose 10 mil asesinatos que las autoridades ministeriales mexicanas debían resolver.
El número de presos por asesinato alcanzó en 2016 la cifra de 3 mil 741 procesados y sentenciados por homicidio (allí se incluyen los 2 mil 386 nuevos reos acusados por este delito). La población de 2016 era el doble de la que había al inicio de la administración Calderón, pero insignificante ante la apertura en el mismo periodo de 184 mil 288 averiguaciones previas en las que al menos hubo una persona a la que se arrebató la vida.
MUERTOS DE GUERRA Y ASESINOS EN FAMILIA. México es el único país del mundo donde las estadísticas de homicidios dolosos se presentan con 20 días de rezago, es decir, no ha acabado un mes cuando ya se sabe cuántas investigaciones por asesinatos nuevos abrieron los ministerios públicos del país. En otras naciones, este dato sólo puede conocerse con un año de rezago.
El dato surgió al cobijo de la preocupación por el efecto de la guerra contra el narco, pero (cuando menos públicamente) no se buscó ligarla a una consecuencia natural del sistema de justicia que sería el encarcelamiento, la aplicación de la pena, a los responsables.
Ni las estadísticas de homicidios ni los datos del sistema penitenciario distinguen entre asesinatos ocurridos a la sombra de la guerra contra el narco y los ocurridos por conflictos humanos “normales”.
Lo que es claro es que en diciembre de 2006 Felipe Calderón lanzó al Ejército contra los cárteles michoacanos y dos años después la cifra de homicidios dolosos anuales, que venía descendiendo desde tiempo de la Revolución Mexicana, comenzó a dar saltos espectaculares.
De estar estancados como país en 10 mil asesinatos anuales, en dos años se superaron los 15 mil para después tocar los 20 mil en el año 2010.
Una hipótesis aceptada por prácticamente todos los actores es que los extras de cada año, los excedentes a los 10 mil asesinatos que la sociedad mexicana se venía acostumbrando anualmente, son justamente las investigaciones derivadas de la violencia armada por del combate a la delincuencia organizada. No hay análisis puntual de las averiguaciones previas, sólo sabemos que hay más de lo que había, que estas muertes muchas veces son muy violentas y que algún MP abrió una averiguación previa.
Considerando sólo ese excedente, la cifra de asesinatos por arriba de lo normal, de 2007 a la fecha, suman 76 mil 308. Vincular los 2 mil 386 nuevos reos a la guerra contra las drogas implicaría que no hay un solo reo por “asesinatos normales”, dados fuera del contexto de la lucha contra los cárteles.
En cualquier caso, las estadísticas de homicidios dolosos se entregan sin referencia de detenidos por cada caso. La cifra ciega, bruta, del número de asesinatos, es lo único que se sabe, puntualmente, cada mes.