El jueves pasado Crónica publicó que a plena luz del día, sin ocultarlo, niños provenientes de Puebla, Oaxaca y Chiapas son víctimas de trata a través de un bien planeado sistema en el que los menores son la fuerza de trabajo. Algunos de ellos tienen apenas ocho años, otros ya más grandes, y todos los días laboran 10 horas vendiendo dulces que transportan en carretillas.

Un día después, todo sigue igual. No hubo autoridad federal, local o delegacional que los salvara de la explotación.

Ayer Hugo, uno de los jóvenes que tiene que trabajar durante casi todo el día, esperaba parado a sus clientes sobre la calle Nápoles, a un costado de la Escuela Bancaria Comercial, la que está en la Zona Rosa.

En una charla, mientras esta reportera le compraba algunas gomitas y cacahuates, el joven reconoció que él y sus demás compañeros, en su mayoría menores de edad, son dirigidos por “El Patrón”.

El joven que llegó de Puebla a la Ciudad de México hace cinco meses narró que vive por calzada de Guadalupe y que todos los días comienza a laborar desde las 11 de la mañana; incluso, afirmó que una camioneta, “de esas Lobo”, los traslada a la Torre de El Caballito, desde donde comienzan su vendimia.

—¿Cómo te llamas? —se le preguntó al joven, que dijo tener 18 años, mientras surtía con una cuchara de plástico 30 de pesos de cueritos.

—Me llamo Hugo.

—¿De dónde vienes?

—Soy de Puebla, de un lugar cerca de Zacatlán de las Manzanas.

—Y ¿vienes con tus papás?

—No, acá vivo, con “El Patrón”.

—¿Dónde vives?

—Ahí por calzada de Guadalupe.

—¿Te vienes caminando desde ahí?

—No, una camioneta es la que nos lleva al Caballito y ya de ahí cada quien agarra camino.

—¿Pues cuántos son?

—En la camioneta caben cuatro, las carretillas van atrás.

—Y ¿siempre es lo mismo?

—A veces, luego tienes que venirte caminando desde la casa.

—¿Cuánto te pagan?

—Cuatro mil pesos al mes, pero no te los dan hasta que te vas de visita a tu pueblo.

Y agrega: “pero la paga incluye el acomodo (hospedaje) y la comida”, aunque luego recula, “bueno, sólo nos dan de desayunar y podemos agarrar de la botana (de las ventas) para una torta”.

VIEJOS CONOCIDOS. Sobre la calle Río Lerma, en la esquina con Tíber, estaba Memo, un niño de 8 años que es explotado por “El Patrón”, lo acompañaba otro de 11.

Ambos vendían dulces que cargaban en sus carretillas, y en el tiempo en que estuvimos con ellos, ni un policía o personal del Gobierno de la Ciudad o de la delegación Cuauhtémoc se acercó para preguntarle el motivo por el cual se encontraban trabajando.

Él también aseguró que es una camioneta modelo Lobo la que “pasa a dejarnos”, aunque dijeron desconocer si hoy (ayer) pasarían a recogerlos o los dejarían irse solos. Como suele pasar frecuentemente.

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