[ Primera Parte ]
etrás de la humareda por el cable chamuscado y de los vapores de metales en ácido asoma ya una amenaza en el país, la provocada por el nulo manejo de residuos electrónicos.
Cada año producimos en México al menos un millón de toneladas de chatarra electrónica, según datos del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la UNAM, coincidentes con el último reporte mundial de la Universidad de Naciones Unidas.
Son desechos de electrodomésticos, equipos de aire acondicionado y calefacción, lámparas, pantallas, monitores, cinescopios y aparatos de telecomunicación.
Del total, el 40 por ciento —alrededor de 400 mil toneladas— está conformado por residuos tecnológicos: televisión, cómputo, audio, video, televisión fija y móvil, de acuerdo con un diagnóstico del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).
“El problema es que a esa gran cantidad de residuos no le estamos dando la disposición adecuada: está parando en tiraderos clandestinos, rellenos sanitarios y basureros a cielo abierto, lo cual representa un riesgo para el medio ambiente y la salud de todos los mexicanos”, alerta el doctor Rutilio Ortiz Salinas, investigador de la UAM.
El problema encierra, además, vacíos legales sobre su peligrosidad, discrepancia entre la normatividad nacional e internacional, irrisorios niveles de reciclaje, clandestinidad en los procesos de reúso, trabajo infantil, descontrol gubernamental y tráfico ilegal de materiales.
“De entre los países de economías similares, estamos en un rango alto de consumo electrónico. En telefonía, por ejemplo, todas las compañías cambian cada año de aparato y hay teléfonos que se consiguen hasta en 300 pesos. En América Latina sólo nos supera Brasil, con más población. Estamos inundados, sin saber qué hacer con ellos”, refiere el doctor Arturo Gavilán, director de Investigación para el Manejo Sustentable de Sustancias Químicas, Productos y Residuos del INECC.
La tasa de crecimiento anual en la producción de basura electrónica es de por lo menos el 10 por ciento.
“Lo más inquietante es que en nuestro país los residuos electrónicos no son considerados peligrosos y deberían serlo por el daño que ocasionan. Tienen metales pesados como plomo, mercurio, cadmio, berilio, cromo y bario, y unos retardantes de flama que son compuestos policromados muy tóxicos. Expuestos a las quemas o a los ácidos y lixiviados generados en basureros y rellenos sanitarios, estos metales se disuelven y entran a mantos acuíferos, cuerpos de agua o vuelan con el viento y afectan la salud”, advierte Arturo Rodríguez Abitia, subprocurador de Inspección Industrial de la Profepa.
—¿Por qué no son considerados peligrosos?
—No lo sé, no hay justificación… Es un pendiente legislativo: etiquetarlos como peligrosos permitiría una vigilancia más estricta de la Federación, lo que no ocurre ahora.
“No es que los aparatos sean riesgosos, sino su manejo al convertirse en residuos. Si los arrojamos a tiraderos irregulares o confinamientos saturados, contaminan suelo, subsuelo, manto acuífero y aire”, señala Ana María Cortés, auditora ambiental y coordinadora del proyecto Universidad Sustentable de la UAM-Xochimilco.
Para el doctor Gavilán, del INEEC, los electrónicos están entre los aparatos con más concentración de sustancias contra incendios o flamas, “las cuales pueden biacumularse en los tejidos grasos de los seres vivos, por eso están reguladas por el Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes. Cuando se liberan como resultado del confinamiento sin control o reciclaje informal, son difíciles de destruir y pueden transportarse a grandes distancias, encontrándose hasta en sitios remotos como los polos”.
—¿Cuál es el daño concreto a los seres humanos?
—Depende del nivel de exposición y de la sustancia: entre más cerca se esté de la fuente, el problema se agudiza. Puede haber daños al sistema nervioso central, efectos teratogénicos o malformaciones fetales y en algunos casos el desarrollo de cánceres… Los efectos no son inmediatos, se dan en el transcurso de varios años. Si hablamos del reciclaje informal hay familias inhalando vapores o trabajando con ácidos todos los días y a largo plazo el daño resulta severo.
TAJADAS. “Los médicos me han hablado del riesgo de cáncer u otra enfermedad, pero es mi forma de vida, no hay de otra”, dice don Gerardo Bernal, detrás de la humareda…
Se ha dedicado de siempre a la basura —fue durante décadas pepenador en el Bordo Poniente—, pero desde hace siete años se especializó en el reciclaje informal de chatarra electrónica.
En la entrada de su casa se agolpan unas 500 fuentes CPU, listas para desarmar. “Me enoja que me digan mugroso: gracias a la basura he calzado zapatos Ferragamo, he tenido cinturones Gucci o Louis Vuitton, camisas Ermenegildo Zegna, hebillas Hermes y lentes Miu Miu. Y sólo acabé la primaria”.
Otra cosa le enfada: “El negocio ya se lo están pasando a particulares, con reciclatrones organizados por universidades y otras instancias públicas. ¿Cuánto ha recibido el gobierno y a quién se lo vende? Todos se llevan su buena tajada o comisión. Hay recicladores supuestamente regulados que vienen a vendernos a los informales todas las donaciones. Que la gente ya no se deje engañar con los kilitos de azúcar o zanahorias por sus aparatos”.
Sus clientes, cuenta, son los recolectores de camiones oficiales de basura, carretas o bocineros, conocidos por la cantaleta del “fierro viejo que vendan”.
“Lo que hago es sacar todo tipo de metales por kilo. Hay un gran poder económico alrededor de la chatarra, somos apenas una migaja de la gran maquinaria. Hay gente que se ha hecho rica en esto. Sin trabajar mucho y manejando mis tiempos, me llevo como mínimo 8 mil pesos libres a la semana”.
—¿Y el riesgo?
—Mi hijo apenas se rompió la córnea porque le brincó un plástico… Sabemos también que las sustancias son tóxicas y a la larga cancerígenas, que los monitores o televisiones traen dentro un gas dañino y que el vidrio está contaminado, ¿y qué le hacemos? Ya Dios dirá… No hay una norma e igual estos objetos contaminan llevándolos a enterrar a los rellenos.
—¿Qué medidas de precaución suelen tomar?
—Ninguna, acaso lentes cuando rompemos el vidrio. Los guantes y tapabocas son incómodos.
—¿Qué hacen con lo rescatado?
—Lo vendemos a depósitos más grandes.
—¿Y lo que sobra?
—Es puro vidrio contaminado, lo echamos al camión. Parará seguro en algún relleno o basurero a cielo abierto, porque lo de la separación es una farsa.
“Trabajé muchos años en un camión de basura —dice el hijo de don Gerardo, ya recuperado del ojo y ahora concentrado en la talacha diaria, entre martillos y desarmadores—. Al final, tanto los camiones de basura inorgánica como los de orgánica vacían parejo. Al supervisor de la transferencia le das unos 20 pesos y listo. La separación vale madre”.
ABSURDOS. Aunque desde 1989 México firmó a escala internacional el Convenio de Basilea, el cual considera los residuos electrónicos como peligrosos y regula su comercio entre países signantes, de manera paradójica se ha olvidado legislar en la materia a nivel local.
Las escasas iniciativas en el Congreso sobre el tema quedaron en papel…
Este tipo de basura aún es etiquetada en la Ley General de Prevención y Gestión Integral para los Residuos como “de manejo especial”, sin la vigilancia del gobierno federal y de competencia exclusiva de estados y municipios.
“Hoy la Profepa se mantiene atada de manos”, reconoce el subprocurador Rodríguez Abitia.
“Debemos mejorar nuestra capacidad de reciclaje, asegurarnos que ocurra de manera segura para la salud de trabajadores y medio ambiente, y promover que sean considerados residuos peligrosos, para lograr su mejor manejo. Ahora se les trata como basura común. Con una reforma a la ley, habría mejores condiciones para consolidar un negocio útil para el país”.
De manera absurda, estos desechos son clasificados como peligrosos hasta cruzar la frontera mexicana, en un entramado confuso para los procesos de importación y exportación.
Frente a dos sistemas opuestos, se ha filtrado el crimen.
Según el doctor Gavilán, del INEEC, los residuos electrónicos fueron encasillados como “de manejo especial” para promover el rescate de los materiales valiosos de algunos de sus componentes —aunque en pequeñas concentraciones—: metales preciosos, oro, plata, cobre, platino, paladio, tierras raras…
Pero la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) jamás ha generado un plan nacional de manejo para coordinar el trabajo de los tres órdenes de gobierno y crear infraestructura de acopio y aprovechamiento de materiales.
De ahí las historias humeantes a contar, las de niños y jóvenes en la clandestinidad…
LOS DATOS
-Generación de residuos electrónicos: un millón de toneladas al año.
-Electrodomésticos, equipos de calor, lámparas: 600 mil toneladas.
-Televisión, audio, video, cómputo, telefonía fija y móvil: 400 mil toneladas.
-Incremento del 70 por ciento de 2006 a la fecha.
-Composición de la chatarra: televisores (64 por ciento), computadoras de escritorio y portátiles (18 por ciento), aparatos de sonido (15 por ciento) y teléfonos fijos y móviles (3 por ciento).
Fuentes: UNAM, INECC, ONU
Tipos de residuos clasificados en México
-Sólidos urbanos: generados por todos los habitantes en nuestras casas, comida.
-De manejo especial: susceptibles de reciclaje, aquí entran los electrónicos.
-Peligrosos: tienen propiedades corrosivas, tóxicas, reactivas, inflamables y explosivas que pueden causar daño a la salud y al ambiente. Están incluidos los residuos que contengan agentes infecciosos, envases, recipientes, embalajes y suelos contaminados.
Principales productores de chatarra electrónica
(millones de toneladas)
-Estados Unidos 7
-China 6
-Japón: 2.2
-Alemania: 1.7
-India: 1.6
-Reino Unido: 1.5
-Francia: 1.4
-Brasil: 1.4
-Rusia: 1.2
-México: 1
Fuente: Naciones Unidas