El grito de ¡justicia, justicia! inundó ese espacio de mobiliario blanco con piso de adoquín que todos los días y de manera puntual a las 7:00 horas, Rafael Aramburu acomodaba.
Allí, donde confluyen las calles No reelección y Matamoros en medio una fuente con flores blancas, hizo su última parada esta vez desde su féretro.
Entre abogados, empresarios, amigos y conocidos despidieron al “cuernavaco”. Tristeza, enojo y llanto, pero el clamor principal “no más impunidad”, y la conformación inmediata de una comisión desde la Procuraduría General de la República (PGR) para dar con los responsables del agravio.
Desde el fin de semana la noticia que se difundió sobre la desaparición del abogado de profesión, aunque restaurantero por gusto, causó sorpresa.
En esas mismas horas también se informó de su muerte en las redes sociales; comenzaron a surgir los reclamos, las condolencias y los llamados.
Al principio la familia no quería que el féretro fuera bajado en el restaurante histórico.
Al final, tras darse cuenta de la gran asistencia y de la solidaridad de abogados, empresarios, profesores y trabajadores que mostraron pancartas de “buen viaje, licenciado Rafael Aramburu, lo extrañaremos”, decidieron realizar la parada.
A las 11:45 horas llegó la carroza, se detuvo justo en el semáforo de Matamoros. Jaime Serna del Consejo Estatal de Abogados la agarró de un lado y ayudó a cargar la caja.
“El asesinato no tiene razón de ser, Rafa era un hombre decente que no tenía porque ser asesinado de esa manera y tratado en la manera en que lo fue; estamos hartos y cansados de que esto pase todo los días en Morelos”, dijo José Teodoro Lavín León, fundador de las reuniones de “Cuernavacos”.
A esas voces se sumaron Miguel Ángel Rosete, de la Barra de Abogados; José Salgado Patiño, de la Canacope (Cámara Nacional de Comercio en Pequeño); Enrique Ramos Cepeda, de la Alianza en el Transporte; Eduardo Peimbert, de los comerciantes del Centro Histórico y muchos más. Gente de todos los sectores y partidos estuvieron presentes, unos lejos y otros cerca, ayudando y consolando a la familia.
Hubo llamados de los abogados y de los guerrerenses radicados en Morelos.
“Mi padre se va pero nos deja Cuernavaca entero…”, expresó su hijo Rafael, sin poder completar la frase que el sentimiento venció.
Algo sorprendente fue la entereza de su madre, sostenida por su hijo, Francisco, quien pidió a la autoridad estatal que no deje impune el asesinato “porque su muerte fue cruel; pido justicia y el esclarecimiento de los hechos, sólo eso exijo, justicia por favor”.
El hermano del difunto convocó al Gobierno federal a esclarecer el asunto. “No puede ser que esté pasando esto en Cuernavaca. Desmiento al comisionado Capella. Mi hermano no iba dos veces a la semana a Guerrero, eso es una falsedad”.
“A mi hermano lo mataron de ocho balazos, no se vale, no se vale”, repitió entre el llanto.