Padres de familia demandan les garanticen que se efectuaron revisiones a fondo en los planteles
En zonas afectadas por el sismo del pasado 19 de septiembre o en barrios donde apenas dejó una huella, niños y adolescentes comparten el deseo de ver de nuevo a amigos y maestros, pero también el temor de volver a las aulas ante la incertidumbre de si sus escuelas ‘‘son realmente seguras’’, afirman alumnos y padres.
A más de una semana del sismo de magnitud 7.1 que afectó el centro del país, poco más de 8 millones de estudiantes de educación básica y media superior no han podido regresar a clases.
Entre ellos está Valentina. Tiene siete años y vive en la colonia Condesa. Acude a un colegio particular en la colonia Del Valle. Su madre asegura que el colegio ya cuenta con el dictamen para reiniciar labores, ‘‘pero no han regresado a clases porque está en una zona de riesgo’’.
Valentina dice que le gustaría mucho volver a jugar con sus 22 compañeros de clase, pero reconoce que el miedo y la angustia aún no la dejan dormir. ‘‘Llevo tres días así. Me asusté mucho, porque al principio pensé que era otro simulacro, pero no. Toda mi clase se quedó en el salón durante el sismo; creo que debimos salir porque los vidrios podrían habernos lastimado’’.
Amaranta, su madre y doctorante en Letras, asegura que ‘‘ya no puede ser el mismo regreso a clases. El sismo cambió a la ciudad y también a nosotros’’.
Destaca que la escuela envió a los padres de familia el dictamen de seguridad estructural y la cédula profesional de quien inspeccionó el plantel, pero considera: ‘‘son medidas que me parecen insuficientes’’.
No puede haber un regreso a clases, explica, sin que antes se organicen asambleas informativas. ‘‘Tenemos que garantizar que efectivamente se revisó a fondo la seguridad estructural, y que la escuela de nuestros hijos es realmente segura’’.
Como ella, padres de familia de la escuela primaria Emiliano Zapata, en la colonia Industrial, en Gustavo A. Madero, destacaron: ‘‘No porque peguen un papel en la entrada del plantel vamos a creer que todo está bien. Tienen que comprobarnos que los peritajes son correctos y a fondo, no simulaciones’’.
En esa colonia, donde el sismo no dejó daños, Natalia y Eduardo juegan en el departamento que habitan, de donde no se han movido desde el pasado martes. Asisten al quinto y cuarto grado, respectivamente, de la primaria Emiliano Zapata. Hoy, agrega Paola, su madre, la preocupación no son los materiales educativos o el servicio de Internet.
‘‘Queremos tener la certeza que hay condiciones para que vuelvan a clases. La escuela es muy grande, tiene muchos salones, alberca y un patio enorme. Vamos a solicitar información y que nos muestren cómo se revisaron las instalaciones; no queremos que sea algo superficial. El colegio Emiliano Zapata tiene más de 50 años en servicio. Queremos peritajes profesionales y serios.’’
Por su parte, Ruth, alumna de quinto de primaria en la colonia Doctores, también espera el regreso a clases. Sus padres decidieron abandonar el departamento que habitan por temor a más réplicas. En su edificio, dice, no hubo daños, pero en los de otros vecinos se aprecian vidrios rotos y fachadas dañadas.
Cuenta que desde el pasado martes no quiere dormir sola. Su abuela Eugenia la acompaña todo el día. ‘‘Cuando pienso en mi escuela –afirma– me dan ganas de llorar, porque quiero ver a mis amigas, pero me da mucho miedo regresar. Se sintió horrible y se ve viejita. Mi papás dicen que si no es segura ya no me van a mandar, y eso me da mucha tristeza’’.
Sabe que la Secretaría de Educación Pública emite una lista de planteles que pueden volver a clases. La suya no ha sido incluida, pero confía en que ‘‘todo esté bien, porque siento que mi escuela es como mi otra casa’’.