Han dejado hogares y familia para buscar personas atrapadas en edificios
Con el apoyo de brigadistas nacionales e internacionales, Pola Díaz Moffitt ha participado desde los sismos de 1985 en el rescate de más de 500 cuerpos y unos 25 sobrevivientes entre escombros de edificios derrumbados por temblores o huracanes en México, Haití, El Salvador, Chile, Perú, Guatemala y Ecuador, así como Filipinas, Japón, Indonesia e incluso en las Torres Gemelas de Nueva York, por mencionar algunos.
A 32 años de los sismos de 1985, junto con su grupo de topos Adrenalina Estrella, y acompañados por voluntarios internacionales, Díaz Moffitt continúa buscando cadáveres en el último punto donde se llevan a cabo tareas de salvamento: el edificio colapsado de Álvaro Obregón 286, en la colonia Roma, donde este fin de semana autoridades anunciaron que han sacado del lugar 41 cuerpos sin vida.
Con tres hijas y tres nietos, a sus 51 años, Pola Díaz señala en entrevista con La Jornada que no se considera una heroína, sino únicamente pone su granito de arena y brinda amor a las personas que se encuentran en momentos difíciles. ‘‘Es un trabajo de equipo. Entre todos salvamos vidas y rescatamos esperanzas’’, señala.
Con la garganta irritada, los ojos enrojecidos porque ha dormido pocas horas, de piel morena y cabellos cenizos por la tierra de la remoción del cascajo, la rescatista indica que durante más de tres décadas ha superado barreras para ayudar a personas sin importar si arriesga su vida. ‘‘Me tocó ser una de las puntas de lanza en esta área. Fue muy difícil, porque cuando me veían de plano me bajaban de los escombros; después encontré un equipo de salvamento que me aceptó y me protegía.
‘‘Sabemos de antemano que no tenemos la misma fuerza (que un hombre), pero sí mucha inteligencia, solidaridad, y podemos valernos de algunas otras cualidades para llevar a cabo nuestro trabajo, el cual es pesado por el uso de herramientas. A muchos no les gusta que haya lideresas, pero al final de cuentas tenemos que aceptar que mujeres y hombres tenemos la misma capacidad y sólo está en uno desarrollarla para salvar vidas o extraer cuerpos.’’
Picos, palas y equipo médico, sus instrumentos
En la actualidad, Pola manifiesta que la participación de las mujeres en labores de socorro son amplias. Hay socorristas, paramédicas, bomberas y en la mayoría del área de urgencias. Agrega que al igual que en 1985, las y los jóvenes siguen siendo los más entregados. ‘‘Veo muchas caras juveniles animosas; lo único que les hace falta es la guía. Hay que prepararnos más para recibir a la gran cantidad de voluntarios que salen a las calles en momentos de dasastre, como el que estamos viviendo. Parecían como el agua del río, imparables, incontables, con sus sonrisas, preparados con sus cascos, botas, palas, picos, guantes y demás herramientas.
No existen limitantes para ayudar
‘‘Los invito a seguir así, y no sólo por motivo del terremoto, sino hay muchas cosas que pueden hacer y ayudar en Ciudad de México, porque las y los jóvenes son los adultos de mañana.’’
Por separado, Elizabeth Medina, guía canina de Panamá, coincide con Pola Díaz: ‘‘La mujer no debe limitarse, por el contrario, debe preparase para salvar vidas y ayudar, ya sea a escala nacional o en el extranjero. Tal vez no tengamos fuerza como un hombre, pero tenemos toda la capacidad, como ellos, para hacer un rescate, ya sea con la ayuda de un perro o en una estructura colapsada.
En México, añade, “utilizamos los perros y el equipo de salvamento. Identificamos a una persona con vida y a otro equipo le toca hacer la extracción de la persona’’.