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LA JORNADA: Carstens: lograr que se cumplan las leyes, gran reto

Carstens: cumplir la ley, reto del próximo gobierno

México podría estar arañando el primer mundo en 10 años

El gobernador del BdeM aconseja no sacrificar la estabilidad macro

Un reto muy significativo para México es lograr que las leyes se cumplan. Este es un elemento que debería atraer la atención del gobierno entrante, cualquiera que sea, plantea Agustín Carstens Carstens. Es algo que tenemos que confrontar, porque la incertidumbre jurídica resta cada año un punto porcentual del crecimiento de la economía, afirma el gobernador del Banco de México (BdeM), en entrevista con La Jornada.

México, afirma categórico, podría estar arañando el primer mundo en 10 años. No es una meta descabellada, pero nos tenemos que aplicar en seguir insistiendo en que la economía sea más productiva, mejoren los derechos de propiedad y no sacrifiquemos la estabilidad macro que ya hemos conseguido, plantea 10 días antes de irse a vivir a Basilea, Suiza, donde dirigirá el Banco de Pagos Internacionales, una suerte de banco central de los bancos centrales.

Carstens, de 59 años, economista por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y doctor en economía por la Universidad de Chicago, dice que en los ocho años al frente de la junta de gobierno del BdeM –es el gobernador desde el primero de enero de 2010– puso énfasis en consolidar y velar por la evolución de la institución, que es autónoma desde abril de 1994.

La liberación de precios

Por lo general, hemos logrado inflaciones bajas y estables. Este año es una excepción, no por factores atribuibles al BdeM, sino por la liberación de los precios de los energéticos. Se ha arraigado bien la autonomía, hay mucho apoyo social a lo que hace el banco en términos de su mandato prioritario, que es conservar el poder de compra de la moneda mediante el control de la inflación, considera.

Describe los años que ha estado al frente del banco central como unos en que el entorno para la economía mexicana ha sido difícil. Han abarcado desde las secuelas de la debacle financiera y económica de 2009, una crisis financiera global que no termina de superarse, hasta otros que tocaron puntualmente al país, como el desplome del precio del petróleo y, más recientemente, las dudas sobre la relación con Estados Unidos.

Ha sido un periodo complicado. Uno no escoge el periodo en el cual es gobernador u ocupa cierto cargo. Estoy satisfecho con lo que se ha logrado porque, aun en este entorno tan difícil, se ha logrado preservar la estabilidad financiera del país. Creo que dejamos una buena base para que el futuro gobernador, con la junta, siga construyendo.

–¿Cómo explica que en años de polarización política, como los recientes, el banco central se haya consolidado como institución importante para el país?

–En gran medida se debe a que la filosofía de la propia autonomía es aislar al BdeM de los ciclos políticos. El hecho de que tengamos un mandato constitucional muy claro y que la propia Constitución nos da los instrumentos para cumplirlo, nos permite hacer nuestro trabajo independientemente del ciclo político. De hecho, la propia autonomía tiene el objetivo de que el banco sea factor de certidumbre en un periodo de incertidumbre. Eso ha coadyuvado a que el banco siga avanzando, a pesar de que ha habido también eventos que han sido evolutivos en nuestra vida democrática.

–¿Cuáles son, si las hay, las presiones a que está sometido el banco central?

–Puedo decir con plena seguridad que el banco no ha estado sujeto a una presión directa del Ejecutivo federal ni del secretario de Hacienda. El banco se ha vuelto una institución muy transparente. Ese es otro de los avances que tuvimos estos años. En las minutas que se publican después de cada decisión de política monetaria se pone lo que cada uno de nosotros (la junta de gobierno) pensamos.

Más que recibir presiones, nos hemos sumado a la intención del Ejecutivo y del Legislativo de hacer que la economía crezca más, haya más empleo y mejores salarios. Yo diría que no es una presión ejercida por alguien, sino que el ambiente ejerce sobre nosotros, que es el hecho de que la economía mexicana no ha crecido lo que todos quisiéramos.

–¿Qué falta para que se dé ese mayor crecimiento de empleos e ingreso?

–Lo veo como un proceso de ir construyendo una pirámide. En la plataforma necesita estabilidad macroeconómica. Ahí el BdeM ha coadyuvado, porque sin duda la preocupación de la inflación no es hoy la misma de hace una década. Tenemos una banca sana, estable, bien capitalizada, que puede contribuir al crecimiento. Por otro lado, sobre todo en los pasados dos años, se han tomado medidas necesarias para que estemos en una trayectoria descendente de la relación entre deuda pública y producto interno bruto (PIB).

Esa base de la pirámide se ha fortalecido y, sobre ella, se han venido montando otras reformas que están empezando a dar frutos, dice en torno a los cambios en la legislación laboral, aprobados a finales de 2012, y las posteriores reformas económicas impulsadas por el actual gobierno.

Nos queda una tarea pendiente. Entre nosotros, los economistas, un supuesto que tomamos como base es que las leyes existen y se obedecen. Y en nuestro país, en muchos casos, sucede, y en otros, no. El tema del estado de derecho y la seguridad jurídica es un elemento indispensable para que la economía funcione bien. Si no están bien definidos los derechos de propiedad, muchas inversiones no se hacen, mucha gente tiene incertidumbre y deja de gastar, muchas zonas del país no pueden explotar sus ventajas comparativas. Ahí es donde veo que hay un reto muy significativo y que frontalmente debemos confrontar.

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Tenemos una banca sana, estable, que puede contribuir al crecimiento, afirma Agustín CarstensFoto José Antonio López

–¿Ese es el cuello de botella entre un periodo de estabilidad financiera y la falta de crecimiento?

–Creo que sí. Es el paso que necesitamos para dar un buen salto en términos de crecimiento. Yo no dudaría que las deficiencias que tenemos en esa materia nos están restando cerca de un punto de crecimiento de la economía. Ese es el elemento que debería atraer la atención del gobierno entrante, cualquiera que sea, porque sí es muy importante para el desarrollo de México.

–¿Cómo se ve a México desde fuera?

–En términos generales bien, con mucho potencial. Las reformas que se han hecho y que hayamos navegado bastante bien durante un periodo de aguas turbulentas se nos reconoce. Pero también se reconoce en el exterior lo que aquí nosotros expresamos con cierta frecuencia y es nuestra insatisfacción de que no se ha logrado lo que se podría lograr. No hay tanto una queja sobre lo que ha sucedido, sino lo que pudo haber sucedido y no se ha materializado plenamente.

Crecimiento y reformas

–¿Qué es lo que no se ha materializado plenamente?

–Que estemos creciendo a tasas más cercanas a 4 o 4.5 por ciento al año, que terminen de cuajar bien las reformas en materia económica con el mejoramiento institucional en áreas que no son estrictamente económicas.

–¿Cree que el BdeM ha logrado que en los círculos más amplios de la sociedad, no sólo entre especialistas, se entienda su función de lograr las metas de inflación?

–Ese mensaje tiene gran penetración social. A la gente le genera mucha ansiedad que se vaya erosionando el poder adquisitivo de sus ingresos, sobre todo los asalariados y pensionados. También diría que si seguimos avanzando en este camino, de que poco a poco la inflación sea menor, que lleguemos a la meta de 3 por ciento y estemos ahí muchos años, ¿por qué no nos vamos a 2 por ciento anual? Debemos estar muy al pendiente de que no se dé por hecho que hay inflación baja y estable, porque podemos caer en el conformismo.

–Habló ya del crecimiento. México es un país de marcados contrastes. ¿Cómo se puede avanzar en reducir pobreza y desigualdad?

–Estamos en un mundo que ha acelerado muchísimo su cambio. En México hemos vivido con la expectativa de que el petróleo va a estar ahí por muchos años para ayudarnos. Pero no hay que perder de la mente que ya hay muchos países avanzados que quieren que gran parte de su flota de vehículos sea eléctrica. La propia demanda por esos hidrocarburos va a caer. ¿Nosotros, como país, estamos preparados para que un factor que nos ha apoyado por tantas décadas deje de hacerlo?

Tenemos que ir pensando con cierta prospectiva sobre cuáles van a ser esos retos. Cada vez hay más adopciones de tecnología que sustituyen la mano de obra por robots. ¿Cómo sociedad estamos preparados para ello? Creo que ciertamente tenemos que cuidar la coyuntura, pero también debemos tener la inteligencia de irnos preparando para los retos que vienen, que son muy grandes. Estamos yéndonos a un mundo desconocido.

–¿Cómo respondería las dos preguntas que ha planteado, de si estamos preparados para esos retos?

–Quizá no estemos haciendo todo lo debido. En México debe ser francamente una prioridad a todos los niveles, y una de las cosas donde más respeto haya, la inversión en educación. Nos falta que cuaje más el mensaje de preparar a nuestros jóvenes. Y más que eso, que entre los jóvenes y la gente de todas las edades empiece a permear la idea de que uno se tiene que reinventar permanentemente, porque lo que uno aprendió hace muchos años ya no le va a dar el kilometraje que pensaba. En México muchas veces pensamos que algo nos va a salvar, ese es el paradigma. Esos cambios son una tendencia inexorable y tenemos que tomarlos más en serio.

–¿Cómo ve a México en unos años?

–México sigue siendo y es un país con gran potencial. Tenemos, sobre todo, que ir logrando los consensos sociales para ir avanzando. Creo que si los retos que he apuntado se atienden, México podría estar arañando el primer mundo en 10 años. No es una meta tan descabellada. Pero sí nos tenemos que aplicar a seguir insistiendo en que la economía sea más productiva, haya mejor derecho de propiedad y que no sacrifiquemos lo que ya hemos obtenido en términos de estabilidad macro. Espero que se logren los consensos sociales para que podamos avanzar en esa dirección.

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Nacional
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