El desarrollo tiene la prioridad de resolver en primera instancia el caos vial y urbano de la zona. El impacto económico se extenderá al centro del país
Al oriente del Valle de México, en territorio mexiquense, se gesta uno de los proyectos más ambiciosos e importantes de los últimos 60 años: el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
Esta gran obra va a renovar una extensa zona al oriente de Ciudad de México bajo la premisa de que el nuevo aeropuerto no debe convertirse en una estructura de avanzada, con la mejor tecnología del siglo XXI, mientras su entorno está sumido en el caos vial y urbano.
La onda de ordenamiento territorial y mejoras sociales alcanzarán varios kilómetros a la redonda, no sólo en materia de infraestructura, también en forma de programas sociales.
Los municipios de Atenco, Papalotla, Chiconcuac, Tezoyuca, Chiautla,
Tepetlaoxtoc y Texcoco, por lo pronto, han comenzado a recibir atención extra que las empresas ganadoras de licitaciones han decidido emprender. Casas comunales, vialidades, campos deportivos, talleres de capacitación para el empleo, rehabilitación de escuelas, son parte del megaproyecto, aunque se mencione poco.
De hecho, estos pequeños proyectos comunales han iniciado cuando la obra del NAICM tiene menos del cuatro por ciento de avance físico y financiero en dos de sus bastiones centrales (la torre de control y la terminal).
Por ejemplo, en la localidad de Santa Isabel Ixtapan, en Atenco se construye un Centro de Desarrollo que pueda albergar talleres para los habitantes que les ayude a desarrollar oficios o alguna actividad económica con la que puedan mejorar su situación actual.
Los beneficios de este proyecto, no sólo son de carácter arquitectónico, es decir, será una flamante estructura vanguardista, pero también será un ejemplo de edificaciones amigables con el medio ambiente.
Al mismo tiempo los transportes públicos más importantes de la capital del país y del Estado de México extenderán rutas para acceder a esta zona —a la que sólo es posible llegar en vehículos particulares— y de esta forma disminuirá la brecha de desigualdad social y crecerá el nivel de acceso a distintos servicios en municipios mexiquenses.
El NAICM tendrá un impacto económico directo que se extenderá al centro del país, pues se prevé promover el desarrollo económico de la región, detonando la competitividad industrial, mejorar la calidad de vida y el ingreso regional, el empleo, además de disminuir la migración.
Una barda perimetral, de 33 kilómetros, encierra el plan más ambicioso del gobierno federal; en cinco mil hectáreas de terreno de la Ex Hacienda de Atenco — que sufre una transformación cuyos resultados serán visibles hasta finales de 2020— habrá una torre de control, la terminal aérea, tres pistas (con el objetivo de llegar a seis) y un centro de transporte, que en tamaño igualará al Estadio Azteca.
Miles de trabajadores laboran las 24 horas para dar forma a lo que será el NAICM, el primero en México capaz de registrar arribos y despegues simultáneos, como ocurre en otros puntos del orbe.
El diseño de este aeropuerto surge de una mezcla de experiencia y juventud; Norman Foster (arquitecto reconocido mundialmente por transformar las terminales de Stansted-Londres, Hong Kong, Pekín) trabajó en colaboración con Fernando Romero, arquitecto mexicano distinguido con diversos premios internacionales incluyendo el de “Honorary Fellowhip” del Instituto Americano de Arquitectos (AIA por sus siglas en inglés), el Bauhaus Award y el Premio de las Sociedad Mexicana de Arquitectos.
Juntos planean edificar una terminal en forma de equis —que llevará formas que representan al águila y la serpiente, símbolos patrios— y además será, de acuerdo con sus creadores, la más sustentable del planeta.
Por lo pronto los trabajos ya comenzaron y prosperan a paso firme; sin embargo, al recorrer las cinco mil hectáreas, el avance es poco perceptible. A simple vista sólo hay un terreno agreste y algunos tramos carreteros que sirven para el paso de camiones de carga.
Esto se debe a que la mayor parte del trabajo que se ha realizado está en el subsuelo, donde se instalaron casi 6 mil pilotes (columnas que se colocan para dar firmeza al terreno) y sistemas para drenar el agua; ambas tareas forman parte de la cimentación del NAICM.
El suelo —que es fangoso y podría tener hundimientos (un asunto que abordan con técnicas especiales para drenar el agua)—, los efectos de los sismos y la necesidad de aumentar la capacidad para atender al turismo y generar mayor inversión, son los aspectos torales en el desarrollo de este proyecto que además de generar empleos transformará la imagen de esta zona del Valle de México.
En el NAICM hay una línea cronológica que muestra imágenes de los antecedentes del deseo del hombre por volar y se remonta al año 2000 a.c. con las primeras leyendas de hombres que se ataron plumas, capas rígidas y otros dispositivos; continúa en el año 500 a.C. con la creación de la cometa; en 1485, Da Vinci estudia el vuelo; Geroge Cayley, en 1799, presenta el concepto de avión; en 1904, los hermanos Wright realizan el primer vuelo que duró 12 segundos…
La cronología recibe a quienes visitan las obras, que han llamado la atención de profesionales, especialistas y estudiantes de instituciones educativas tanto del país como otras naciones.
Crónica presenta un reportaje de los que significa esta obra en términos tecnológicos, económicos y sociales.