Miguel Ángel tenía 21 años cuando fue “arrancado” de su hogar en Puebla. Desde 2012 su familia se enfrentó al viacrucis de un secuestro y por seis años no supieron de su paradero, hasta que les notificaron que el joven se encontraba entre las víctimas de la fosa de Tetelcingo.
En marzo de 2012 el cadáver del joven fue localizado en Yautepec, sus victimarios arrojaron su cuerpo a unos cañaverales, posteriormente fue llevado a la entonces Subprocuraduría Regional Oriente, donde permaneció en calidad de desconocido por dos años.
En marzo de 2014 sus restos y los de 117 personas más fueron inhumados en las fosas de la comunidad de Tetelcingo, sin los protocolos de ley.
Luego de que familiares de víctimas de desaparición forzada y diversas organizaciones civiles ejercieran presión, la Policía Federal, la PGR, la Fiscalía estatal y de la Universidad Autónoma de Morelos acogieron la causa y realizaron 116 pruebas genéticas.
Los resultados de las pruebas dieron positivo con ocho denuncias de desaparecidos, cuyos cuerpos fueron entregados a sus deudos, uno de ellos era de Miguel Ángel.