El infante perdió ayer la batalla contra una enfermedad terminal
Dentro del ataúd, el cuerpo de Ángel no parece el de un adolescente de trece años, sino el de un niño. Estaba por cumplir catorce, pero no lo logró: hace tiempo que sus genes empezaron a mutar y ya nada pudo detenerlo. Los doctores dijeron anemia de Fanconi. Claudia Juárez, la madre, dijo no es posible, e hizo todo lo que pudo para curarlo. A sólo unos metros del ataúd, Claudia llora por no haberlo conseguido.
El niño que soñaba con ser policía
Ángel será recordado por haberse convertido en el primer niño en ser nombrado policía honorario por la Policía Federal (PF): en junio de 2017, a los pocos días de enterarse de su enfermedad, la PF llevó a cabo una ceremonia especial en Cuernavaca, para integrarlo a sus filas públicamente.
-"Quiero ser policía federal para ser alguien en la vida, ayudarte y para que no trabajes tanto"-le había dicho, entonces, a su madre.
Claudia Juárez relató aquel día que el dinero no le alcanzaba para comprar el medicamento; que necesitaba juntar 1.7 millones de pesos para el trasplante de médula ósea. Once meses después, su cuerpo, semitumbado en una silla, permanece inmóvil, y ella guarda silencio.
Son las 16:36 y sobre el ataúd hay una fotografía del 5 de junio, que muestra a Ángel sonriendo: feliz, porta el mismo uniforme con el que será sepultado en unas horas. Hay también un carrito de juguete y un escapulario. Una tristeza insondable y un aire tibio que arrastra el peso de todo este día. Más hacia allá: cuatro policías montando una guardia de honor, despidiéndose de él como corresponde: con el rostro solemne.
Batallas demasiado difíciles
Ángel Juárez murió un día antes de que los médicos le entregaran a su madre los resultados de compatibilidad para la cirugía de médula ósea. Ahora ya no tiene caso.
-La espera fue muy larga -lamenta María, su tía, al final de una larga jornada de trámites y papeleos para preparar los detalles del entierro.
En México, la anemia de Fanconi, una rara mutación que impide la codificación de las proteínas que reparan el ADN, es un padecimiento subdiagnosticado, pues muchos pacientes no tienen acceso a un servicio médico especializado: por lo general, las personas que lo padecen no reciben la atención adecuada en el primer contacto médico, lo que más tarde agrava su tratamiento.