Coinciden Meade, AMLO, Anaya: disputaron las preferencias electorales con un cruce de acusaciones de todo tipo, principalmente de corrupción
En el último round entre los presidenciables Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade y Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, se dieron anoche un agarrón, con golpes desesperados entre unos y otros, aunque ahora cedieron mucho más tiempo a las propuestas.
En el choque frontal, que sólo tuvo uno o dos momentos de dimes y diretes y pocos chistes (El Bronco estuvo particularmente serio para sus estándares), los cuatro candidatos riñeron por ser el que más impuestos prometía eliminar, a la vez que generaban más y más gastos sociales en sus hipotéticos gobiernos.
Por más que los tres moderadores —Leonardo Curzio, Carlos Puig y Gabriela Warketin—, trataron de arrancarles de dónde saldrían los fondos para financiar sus propuestas, los candidatos siguieron en la línea de evitar cualquier alza de impuestos, fuese para ricos o para pobres.
Sin mayores rodeos, López Obrador, candidato presidencial de Morena, ofreció echar abajo la reforma educativa y el Seguro Popular, la primera porque es, dijo, un mecanismo de persecución de los maestros, y “una receta del FMI”, el segundo, “porque ni es seguro, ni es popular”.
Puntero al fin en las encuestas rumbo a la Presidencia de la República, López Obrador se mantuvo en su guion de remitir la solución de todos los problemas al combate a la corrupción, e insistió en que Anaya y Meade “siguen peleándose por el segundo lugar”.
En tanto, el abanderado del PRD-PAN-Movimiento Ciudadano a la Presidencia de la República, Ricardo Anaya, evidentemente molesto, advirtió que llevará a tribunales a su adversario priista, José Antonio Meade, y al presidente Enrique Peña Nieto, por los escándalos de corrupción de Odebrecht, la Casa Blanca y la “Estafa Maestra”, entre otros.
En su oportunidad, el aspirante presidencial del PRI, José Antonio Meade, dijo directo a Anaya: “Eres el único indiciado que hay aquí”, en relación con la denuncia de hechos que presentó en su contra, ante la PGR, por lavado de dinero, el presidente del Senado, el panista Ernesto Cordero.
Cuando el queretano reviró y mostró un documento con la firma de Meade, que presuntamente lo hace responsable del caso de corrupción de Odebrecht, el ciudadano tricolor “echó la bolita” a López Obrador al pedir que, en todo caso, se investigue al tabasqueño porque aquella firma brasileña tiene como socio en México a Javier Jiménez Espriú, estrecho colaborador del abanderado de Morena.
A 18 días de las elecciones más grandes en la historia del país, en el Gran Museo del Mundo Maya de la ciudad de Mérida, Yucatán, la “tercia maldita”, como llamó El Bronco a sus adversarios, disputó las preferencias electorales de una manera cruda, con un cruce de acusaciones de todo tipo, principalmente de corrupción entre ellos.
Hubo sí, un mayor número de ataques en contra del tabasqueño, de modo que tuvo que soportar reclamos y retos, como el que le lanzó el panista Ricardo Anaya, de que en su gobierno al frente del entonces Distrito Federal, entregó contratos directos por 170 millones de pesos a su amigo contratista de la empresa Rioboó.
Ante el rechazo del tabasqueño, Anaya lo retó a que si era cierto renunciara a su candidatura, y para demostrarlo, en una segunda intervención, el queretano mostró una cartulina con la dirección debate2018.mx, donde queda demostrada su acusación.
Jaime Rodríguez, El Bronco, más serio que en los dos debates anteriores, no perdió, sin embargo, la oportunidad de preguntar a López Obrador qué guardaba en la cartera que escondió entre sus brazos en el segundo encuentro, ante el temor de que se la robara Ricardo Anaya, y cuestionó si traía consigo una imagen de la maestra Elba Esther Gordillo.
Insistió en sus propuestas de bajar impuestos, particularmente el IVA y el ISR, para reactivar la economía y hacer llegar mayores recursos a los gobiernos para así fondear el desarrollo, y refrendó su propuesta de “acabar con el asistencialismo” que representan miles de programas sociales duplicados y sin censos; también reiteró su idea de que el problema principal en México es que “hay mucha corrupción y mucho huevones”.