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REPORTE ÍNDIGO: Alternancia en estados, ¿avanza la democracia?

Para la autoridad electoral el hecho de que más de un partido gobierne en el país es una prueba de que la democracia en México existe, sin embargo, la alternancia es un fenómeno que se ha venido dando desde hace menos de 30 años y que podría perderse si no se fortalecen las instituciones

 

La alternancia que se ha venido dando en los diversos estados de la República es uno de los argumentos del Instituto Nacional Electoral (INE) para considerar que en el país existe un sistema electoral confiable y democrático desde hace ya varios años. 

Tras los resultados del pasado 1 de julio, el mapa electoral sufrió una transformación: de las nueve gubernaturas en juego, cinco fueron para la coalición Morena-PT-Encuentro Social, dos de ellos, partidos de creación reciente. Mientras que otros tres fueron retenidos o conseguidos por la alianza PANPRD-MC y uno más, el estado de Jalisco, fue para el partido que encabeza Dante Delagado, el cual se la jugó en solitario. 

Especialistas en el tema político y electoral aseguran que la alternancia tanto en México como en otros países del mundo es fundamental en todo sistema democrático

“Me parece que esta elección y las diversas alternancias han sido fundamentales en el proceso de consolidación democrática. De hecho, ya teníamos un sistema electoral que daba elecciones muy claras desde hace algunos años, pero algunos actores no querían aceptarlo”, asegura Pablo Becerra, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). 

La elección del 1 de julio pasado fue una muestra del avance de la cultura política que hay en México,  considera Bernardino Esparza, especialista de la Universidad La Salle

“El cambio de partidos políticos en los gobiernos es un síntoma de la democracia. Considero que el hecho de que la gente se encuentre más informada y se interese más por los procesos electorales en el país nos habla de un avance en la cultura política en México”, señala Esparza. 

Por su parte, el consejero electoral Ciro Murayama, explicó en conferencia de prensa el jueves pasado que los resultados electorales no volvían a México un país democrático, debido a que desde antes el sistema electoral garantizaba los comicios. 

“Estoy convencido de que México no se volvió democrático por este resultado, México tenía un sistema electoral que permitía procesar la pluralidad, la diversidad política y a las minorías volverse mayorías, que es una regla básica de la democracia; y eso ocurrió”, expresó el consejero del Instituto Nacional Electoral (INE).

Remover gobiernos con el voto

Los resultados electorales y la legitimidad de los mismos es un asunto que ha provocado desconfianza en la ciudadanía desde hace décadas, sin embargo, el consejero Ciro Murayama, dijo frente a medios nacionales que a través del voto la ciudadanía ha sido capaz de modificar gobiernos estatales, lo que demuestra que el sistema ha sido democrático desde tiempo atrás.

La democracia en México es vista por muchos como algo falso, sin embargo, una prueba de que existe y de que ha ido mejorando es la alternancia que se ha venido dando en las gubernaturas de la República

“Déjenme darles un dato de porqué el sistema ya era democrático, y es un dato muy reciente. De las 24 elecciones en las que el INE participó como autoridad e instaló casillas entre 2015, 2016 y 2017, en 14 hubo alternancia (…) que la ciudadanía pueda remover gobiernos con su voto sólo ocurre en elecciones democráticas, y eso venía ocurriendo una y otra vez”, detalló Murayama en conferencia de prensa.

Sin embargo, el consejero no comentó algunas acciones como la incorporación de Jaime Rodríguez “El Bronco” en la boleta a pesar de haber sido acusado de haber hecho trampa para conseguir las firmas como un factor que sigue abonando a la desconfianza ciudadana y que daña gravemente la democracia del país.

Además de la alternancia en el gobierno federal, que será ocupado por Morena, en las elecciones para nueve gubernaturas que se eligieron en las urnas el 1 de julio pasado, en siete de ellas hubo un cambio de partido en el gobierno. 

Chiapas será gobernado por el partido Morena, luego del Partido Verde Ecologista (PVEM). La Ciudad de México optó por Morena, después de ser gobernada por el PRD, al igual que Morelos y Tabasco. Jalisco eligió a Movimiento Ciudadano como sustituto del PRI. En Veracruz Morena obtuvo mayoría luego de un gobierno liderado por el PAN-PRD. Y en Yucatán gobernará el PAN una vez el gobierno priista en turno concluya. 

De las 9 gubernaturas que estuvieron en juego en los comicios del 1 de julio, en 7 hubo alternancia

Mientras tanto, los dos estados restantes en los que sus ciudadanos eligieron darle continuidad al partido en funciones, fueron Puebla y Guanajuato. En ambas entidades el PAN es quien continuará gobernando a los ciudadanos. 

Una de las elecciones más reñidas en la pasada jornada electoral fue la de la gubernatura de Veracruz, donde el candidato de Morena-PT-PES, Cuitláhuac García, obtuvo la mayoría, venciendo al aspirante Miguel Ángel Yunes Márquez, del PANPRD-MC, e hijo del actual gobernador de ese estado, Miguel Ángel Yunes Linares. 

En 2016 el triunfo de Yunes Linares con la alianza PAN-PRD ya es histórico, pues Veracruz había sido gobernada por el Revolucionario Institucional durante 86 años.

El electorado veracruzano modificó por tercera vez consecutiva al partido en la administración estatal con la victoria de Morena, gobierno que entrará en funciones el próximo 1 de diciembre.

Un caso similar se dio en Chiapas, entidad que estuvo gobernada durante 72 años por priistas. En el año 2000, el electorado chiapaneco eligió a Pablo Salazar Mendiguchía del PRD; y en 2006 volvió a darle su confianza al perredismo cuando Juan Sabines Guerrero ocupó la gubernatura hasta el 2012.

Los únicos dos estados en los que permaneció el partido que ganó hace seis años fueron Puebla y Guanajuato con el PAN

El último sexenio en Chiapas fue gobernado por Manuel Velasco Coello, del PVEM. Ahora, Morena será la cuarta alternancia en tierras chiapanecas. 

El mito del fraude

Los procesos electorales que ha vivido el país en sus últimas décadas han estado enmarcados por la desconfianza en los resultados electorales. 

Uno de los episodios más representativos de este sentimiento fue el reñido proceso electoral presidencial del 2006, cuando Andrés Manuel López Obrador -hoy virtual presidente electo de México- fue candidato del PRD y acusó a las autoridades electorales de orquestar un presunto fraude en el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa del PAN. 

El señalamiento del tabasqueño derivó en una politización del presunto fraude que duró meses y en el que se exigió un recuento de los votos uno por uno. 

La desconfianza relacionada al fraude electoral se irá disipando a través de la creación de instituciones confiables hasta alcanzar lo sucedido en los comicios del 1 de julio, donde la gran mayoría de los perdedores y de los ganadores aceptaron los resultados

En el 2009, como resultado de la desconfianza en la revisión de los votos de los ciudadanos, surgió una reforma electoral en la que se introdujo la posibilidad de hacer un recuento de los votos cuando entre el primer y segundo lugar en una elección para presidente, diputados o senadores la diferencia fuera igual o menor a un punto porcentual, modificación que también quedó implementada en la reforma político-electoral del 2014.

Sin embargo, la del 2006 no ha sido la única elección que se desenvolvió en medio de la polémica por sus resultados.

En 1988, en los comicios que enfrentaron a Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Frente Democrático Nacional (FDN), y a Carlos Salinas de Gortari del PRI, también se acusó un presunto fraude.

El triunfo de Salinas de Gortari dejó dudas en el FDN, que llevó a sus integrantes a realizar diversas movilizaciones en protesta por la supuesta trampa electoral. 

Para el experto en temas de ciencia política, Christian Salazar, académico de la FES Acatlán de la UNAM, México ha transcurrido por tres etapas en el desarrollo de su democracia: la primera, se refiere al régimen autoritario en el que estuvo inmerso durante décadas en los gobiernos del PRI desde la postrevolución mexicana. 

El segundo, por la transición en la que se construyeron nuevas instituciones que dieron un carácter más democrático y las reformas electorales que hicieron más competitivos los procesos electorales. 

Y como tercera, la consolidación de un sistema democrático mediante la participación de la ciudadanía y la alternancia de los partidos en los gobiernos federales y estatales. 

“Estamos en un proceso de consolidación democrática y eso se observa en la madurez y el comportamiento de aceptar los resultados.

El sistema electoral se ha ido construyendo para evitar el fraude luego de que un partido hegemónico (PRI) gobernó al país. Pero con las reformas hubo mayor competitividad y se fue transitando a sistemas de elecciones cada vez más confiables”, agrega el especialista de la FES Acatlán. 

El resultado que dio como ganador a López Obrador en la contienda por la presidencia con el 53 por ciento de los sufragios, de acuerdo con las cifras de los cómputos distritales, originó que sus adversarios José Antonio Meade (PRI-PVEMNueva Alianza) y Ricardo Anaya (PAN-PRD-Movimiento Ciudadano) aceptaran el triunfo del tabasqueño. 

Asimismo, la amplia diferencia también disipó las dudas en torno al proceso. 

“El hecho de que haya ganado una fuerza opositora a nivel presidencial, ha permitido que se entienda que ya teníamos un gobierno plenamente democrático y competitivo.

En 2009 surgió la reforma electoral que permite se haga un recuento de los votos cuando una elección se ha definido por un punto porcentual o menos

Esto permitió que se diera la alternancia en la presidencia y además en varias gubernaturas. Cinco se las lleva la que postuló al ganador a la presidencia”, agregó el académico de la UAM, Pablo Becerra. 

El primer cambio

La primera alternancia en gobiernos estatales fue histórica y data de hace casi tres décadas. Ernesto Ruffo Appel del PAN fue quien arrebató por primera vez un estado al PRI.

La entidad que ganó Ruffo Appel fue Baja California en la elección de 1989; el panista gobernó hasta 1995. Cabe destacar que a partir de 1989, Baja California ha optado sólo por gobiernos del partido Acción Nacional.

En cuanto a la modificación de los partidos que han estado al frente de los gobiernos estatales, Christian Salazar argumenta que cada proceso de democratización local es distinto. No obstante, reconoce que a partir de que en 1989 hubo la primera alternancia en Baja California, vino un “efecto dominó” que motivó a que más estados optaran por opciones diferentes al PRI.

El estado del país que conoció la alternancia antes que todos los demás fue Baja California y lo hizo con el Partido Acción Nacional en las elecciones de 1989 con su entonces candidato Ernesto Ruffo Appel

“Las alternancias han servido para que los estados también se fortalezcan y para que se haga un llamado a que la democracia avance, asegura Salazar.

Sin embargo, este efecto no se ha dado en lugares como Campeche, donde el PRI ha gobernadola entidad desde 1928, es decir, por más de 90 años y lo seguirá haciendo hasta el 2021.

Después de la victoria albiazul en la gubernatura estatal de Baja California, pasaron dos años para que la alternancia ocurriera en otro cargo del mismo tipo. En 1991 el segundo gobernador de oposición, Carlos Medina Plasencia, consiguió encabezar el gobierno de Guanajuato, también abanderado por el PAN.

En 1992 fue el turno de Chihuahua, en donde Francisco Barrio, candidato de Acción Nacional, también consiguió la primera gubernatura distinta al tricolor.

Un tercer partido, el PRD, que figuró en el mapa político del país desde 1989, obtuvo su primera gubernatura en 1997, al ganar la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal. Cuauhtémoc Cárdenas fue el primer gobernante opositor al priismo desde ese año.

Al igual que Baja California, la capital del país ha optado por gobiernos encabezados por el PRD hasta la elección del 1 de julio de 2018, cuando en las urnas se eligió al partido Morena con Claudia Sheinbaum como abanderada para que ocupe la Jefatura de Gobierno durante los próximos 6 seis años.

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