El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, actúa como si, efectivamente, le debiera algo a su homólogo ruso, Vladimir Putin. Ayer quedó en evidencia en Helsinki, la primera cumbre de ambos mandatarios, realizada bajo la sombra de la presunta injerencia del Kremlin en las elecciones de noviembre de 2016, cuando los demócratas denunciaron ciberataques contra la campaña de Hillary Clinton.
En la capital finlandesa, Trump no dudó en ridiculizar a las agencias de inteligencia de EU, que concluyeron que sí existió la trama rusa, con tal de quedar bien con Putin.
“Me dijeron (las agencias de inteligencia) que creen que fue Rusia. Y el presidente Putin me acaba de decir que no es Rusia. Diré lo siguiente: no veo ninguna razón por la que debería serlo”, dijo Trump, de pie junto a Putin, en una conferencia de prensa al término de su cumbre de cuatro horas.
“Tengo una gran confianza en mi gente de inteligencia, pero les diré que el presidente Putin fue extremadamente contundente al negar eso hoy”, subrayó Trump.
No era la primera vez que Trump salva a Putin (y a sí mismo) de un escándalo que podría costarle el cargo, pero nunca antes lo había hecho con el presidente ruso al lado, y en un momento en el que la investigación de la trama rusa que dirige el fiscal especial Robert Mueller ha cobrado fuerza, con la acusación presentada el pasado viernes contra doce agentes de inteligencia de Moscú.
“La investigación (de Mueller) es un desastre para nuestro país”, afirmó Trump al respecto. “Ha tenido un impacto negativo en la relación de las dos mayores potencias nucleares del mundo. Nuestra relación nunca ha sido peor que ahora”, lamentó.
Aunque insistió, orgulloso, “nuestra relación nunca ha sido peor que ahora, pero eso ha cambiado en las últimas cuatro horas, realmente lo creo”.
Indignación republicana. Pocas veces, desde la polémica llegada al poder de Trump, ha habido tanta unanimidad en las críticas contra el mandatario como ocurrió ayer.
El líder demócrata de la Cámara de los Representantes, Chuck Schummer, denunció que Trump está poniendo sus intereses personales por encima de los intereses de EU. Pero fue desde el bando republicano —normalmente sumiso con los atropellos y exabruptos de su jefe— de donde vinieron las críticas más duras.
El líder republicano de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, pidió al presidente que asuma que Putin “no es su aliado” y consideró que el gobierno de EU debería frenar los “viles” ataques del Kremlin a las democracias occidentales. “No hay duda de que Rusia interfirió en nuestras elecciones y que continúa con sus intentos por socavar la democracia aquí y en todo el mundo”, destacó.
El senador republicano y excandidato presidencial, John McCain, no dudó en declarar que la actuación de Trump en Helsinki fue “una de las más vergonzosas de un presidente estadunidense en la historia”.
El también senador republicano, Jeff Flake, dijo: “Nunca pensé que vería el día en que nuestro presidente se parase en el escenario con el presidente ruso y culpara a Estados Unidos por la agresión rusa”.
Con igual dureza, el exdirector de la CIA John Brennan, dijo que “las imbecilidades del presidente superan el umbral de los crímenes graves. No ha sido nada menos que una traición”, afirmó y se preguntó: “Patriotas republicanos: ¡¿dónde están?!”.
El senador Lindsey Graham advirtió de que Rusia vería la reacción de Trump como un acto de debilidad. Y son significativas las críticas vertidas por periodistas de la cadena conservadora Fox. El presentador Neil Cavuto tachó la actitud de Trump de asquerosa y su colega Abby Huntsman señaló que “ninguna negociación hace que valga la pena lanzar a tu gente bajo las ruedas de un autobús”.