La soberbia, la inexperiencia, las malas decisiones y hasta las fallas del gobierno federal llevaron al PRI a alcanzar un tercer lugar en la pasada elección presidencial de julio, perder las gubernaturas y alcanzar a meter en el Congreso poco más de una decena de legisladores, consideró Francisco Labastida Ochoa.
Ex candidato presidencial en aquel histórico año 2000, cuando el PRI perdió por primera vez la Presidencia de la República, el sinaloense cuestionó el porqué al interior de su partido se tomaron malas decisiones, como el abrir candados para tener candidatos “ciudadanos”.
A José Antonio Meade lo describe como un hombre honesto, bien preparado, pero inexperto en el ámbito electoral. Con un priísta como José Narro o Enrique de la Madrid, consideró Labastida Ochoa, al Revolucionario Institucional le podría haber ido mejor.
Ahora, expuso en entrevista con EL UNIVERSAL, el peor problema del partido es que “los carroñeros” se quieran hacer del instituto político, utilizar las prerrogativas para intereses personales e incluso para hacer favores políticos.
¿Qué balance hace de lo ocurrido el pasado 1 de julio?
—Lo que ocurrió fue un triunfo arrollador de Morena con 53% [del voto], con mayoría en la Cámara de Senadores, en la de Diputados, 16 congresos estatales con mayoría absoluta, cuatro más en donde tiene fácilmente el control, un triunfo arrollador sin lugar a dudas. Una votación baja de parte del PAN y muy baja de parte del PRI y de la alianza que realizó, eso simplemente es un asunto de lectura. Las cifras dicen lo que dicen, dos más dos son cuatro.
¿Por qué ocurrió así?
—Yo creo que la principal causa es que vino un deterioro de la imagen del partido, muy fuerte, derivado principalmente de los actos de corrupción de los gobernadores y también los rumores de funcionarios públicos federales. Contribuyó a ello la caída de la imagen del Presidente de la República, que bajó de más de 50% a 16% en que anda ahorita.
El segundo grupo de factores me parece que está relacionado con lo que Emilio Gamboa llamó darse un balazo en el pie. Es decir, cambiar los estatutos y que entrara un candidato que no se asimiló fácilmente al partido.
Creo que el tercer grupo de factores se debió a una mala dirigencia en el partido y en la coordinación de la campaña, creo que este elemento determinó que se siguiera una estrategia equivocada, para mí fue una estrategia equivocada el pleito entre el PAN y el PRI.
Me parece que fue una estrategia equivocada la selección de muchos de los candidatos, perdimos algunas gubernaturas que podríamos haber ganado, no muchas, pero podríamos haber ganado algo. Y también una selección, salvo muy honrosas excepciones, de los candidatos al Senado y a la Cámara de Diputados.
Yo diría, como asunto operativo, que el partido llegó a tener cerca de 20 o más de 20 comités directivos estatales acéfalos. En una campaña presidencial eso es inconcebible. Me parece que este conjunto de elementos, la mala utilización o la poca utilización de las redes [sociales], en su conjunto, determinaron los resultados.
¿El partido fue secuestrado por el Presidente de la República?
—Me parece que al candidato [presidencial] que no había pasado por ninguna campaña lo acompañó el presidente del partido, que tampoco había pasado por ninguna, y un coordinador de la campaña que tampoco había pasado por ninguna. Eso influye.
Si además varias de estas decisiones de la campaña le son consultadas al Presidente, eso deja con muy poco margen de acción al candidato. No sé qué papel jugó el coordinador de campaña, pero es obvio que el candidato se metió a defender asuntos que le corresponden defender al gobierno. Al candidato le corresponde hacer un discurso para ganar, hacer una actividad y un programa de giras para ganar, no para defender los actos de gobierno, la defensa de gobierno le corresponde a éste.
La militancia priísta pareciera que se quedó de brazos caídos.
—No. A mí me dijo mucha gente del partido que no trabajarían por un señor, hablando de un candidato a diputado, porque no lo conocían. Eso influye.
¿Qué faltó?
—Creo que le sobró soberbia al presidente del partido, lo cambiaron muy tarde y en el partido se llenaron de gente impresentable. [José] Murat es una gente impresentable para poner nombre y apellido.
Lo que hizo el candidato [presidencial] —que es sin lugar a dudas una persona con muy buena formación profesional, con valores, honesto, con muy buena experiencia de trabajo— primero, no embonó, porque el presidente del partido no lo podía ayudar a que embonara, si costaba trabajo que el presidente del partido embonara. No conocían al partido ni a los miembros, ni las cosas más elementales de política.
¿Quién se empecinó?, ¿el presidente Peña Nieto?
—Yo procuro ser muy cuidadoso con las afirmaciones que hago. Procuro sólo afirmar lo que me consta. No me consta que fue de parte del presidente Peña [el empecinamiento]. He escuchado múltiples rumores acerca de ello. Él dirigió, sin lugar a dudas, buena parte de la campaña y de todo el proceso de selección, pero sin lugar a dudas, no sólo por la campaña. Si somos objetivos, esto se viene gestando desde el tercer o cuarto año de gobierno.
Segundo: contribuye el chisme de la Casa Blanca, lo de Ayotzinapa, que además se cruzó con una muy mala defensa del asunto.
¿Le hubiese ido mejor al PRI con un candidato priísta?
—Muy probablemente sí.
¿Con alguien en particular?
—[José] Narro, [Enrique] De la Madrid, por decir sólo dos. Ambos tienen el prestigio de hombres honestos, gente talentosa, pensante, inteligente, ¿qué más queríamos?
¿Costará al PRI reposicionarse?
—Por supuesto que sí. Creo que el problema más grave del partido no sólo es que tarde mucho tiempo en reposicionarse, lo cual va a ocurrir. El problema más serio del partido no es que corra el riesgo de desaparecer, sino, como lo dijo el propio René Juárez, los carroñeros se apropien del partido, es decir, aquellos que sólo quieren utilizar al partido para recibir las canonjías, los privilegios, las partidas que le da el INE o para vender los favores políticos correspondientes, eso acabaría de deteriorar aún más la figura y la imagen del partido.
Creo que el país necesita un partido con una ideología de centro izquierda, como es la del PRI. Le hace bien al país. Un partido que diga que lucha para que la desigualdad social sea menor, pero se hace de manera sensata, inteligente, corrigiendo cosas. Hay muchas cosas que corregir, como la política de salarios, es un absurdo lo que tenemos.
¿Qué rumbo debe tomar el PRI?
—El problema es que hay que rediseñar al partido, es decir, cuál es la propuesta política del partido para los mexicanos, esa es la pregunta de fondo. ¿Queremos un país con las enormes desigualdades sociales que tenemos? ¿Que luche efectivamente en contra de la inseguridad? Yo quisiera un partido que enarbolara las banderas legítimas que están demandando los mexicanos.
Pero hay que empezar al interior del partido.
—Sí, por supuesto. Yo he dicho que el partido necesita una cláusula de admisión. ¿Vamos a aceptar a cualquier persona con los historiales de algunos de ellos de corrupción y de otras fallas? No puede ser. No debe ser.
Hay quienes quieren que la selección del dirigente nacional ahora sí se haga por consulta a la base. ¿Coincide en ello?
—Depende de cómo se haga la consulta a la base. El PAN tiene cerca de 18 mil miembros, el PRI no tiene credencialización efectiva, un nombramiento de gente que lo represente realmente. Cuando se ha intentado hacer, la verdad ha fallado. Han intentado meter a grupos mayoritarios que la verdad no saben cómo se maneja, solamente les dicen que vayan a votar y ya.
Lo que importa es que haya un grupo de gente pensante, preparada, con ideología y que defienda las mejores reformas e intereses de México. El país está antes que los partidos.
¿Usted considera necesario cerrar los candados que se abrieron al interior del partido?
—Sí, porque lo primero que debe tener un candidato es el voto de los militantes del partido. Se supone que andaba por los 12 millones de personas, ni esos conseguimos.
Lo hecho, hecho está. Hay que ver para adelante.
¿Qué clase de oposición debe ser ahora el PRI?
—Morena no necesita al PRI ni al PAN, ni siquiera juntos. Es duro, sí, pero es peor engañarse. Sí, cuantitativamente en términos de votos tienen lo suficiente para sacar los cambios en las leyes.
¿Qué podemos aportar? Experiencia de gobierno e ideas. Ahí está una Beatriz Paredes que sabe y le entiende a la política; un René Juárez, lo mismo. Del otro lado, de Morena, tampoco tienen muy buenos candidatos.
¿Le va a entrar al proceso de renovación del partido?
—No lo sé. Yo trabajo, me ofrecieron ser secretario de Estado, el presidente Peña, amablemente. Yo le pedí que me disculpara, tenía 70 años en ese entonces, ahora tengo 75 y tengo que pensar en cómo constituyo una base de ahorro para vivir. Trabajo dando asesoría a empresas.