El presidente Enrique Peña Nieto camina rápido, con energía, cruza el Salón de Acuerdos y se detiene frente al escritorio del despacho presidencial. Voltea y sonríe, mira a lo lejos a la mítica “silla del águila” y ataja: “esa silla se pone muy, muy caliente, por eso hay que soltarla rápido”.
El Presidente de la República analiza su gestión, advierte sobre los riesgos del populismo para un país, acepta que vivió días aciagos por el escándalo de la “casa blanca”, Ayotzinapa, la visita de Donald Trump a Los Pinos y el terremoto del 19 de septiembre de 2017… temas que marcaron su sexenio.
En el corazón de Palacio Nacional, Peña Nieto enfatiza en entrevista con EL UNIVERSAL que el Presidente ha dejado de tener el poder absoluto, que existe una verdadera autonomía de cada uno de los Poderes de la Unión y que en esta realidad desarrolló su mandato.
Atento a cada una de sus respuestas, el mandatario -que concluirá su gestión el 30 de noviembre- dice que la única recomendación que haría al próximo presidente Andrés Manuel López Obrador es “cumplir con la Constitución” y le ratifica su respeto.
Rechaza que haya pactado esta elección con López Obrador y deja claro que su papel en la transición 2018 ha sido el de mantenerse como un hombre que se ciñe al Estado de derecho y que respeta las leyes, y que su convicción es dar tranquilidad al país.
En el Salón Azul, a un costado de la biblioteca presidencial, a la vista de la galería de los presidentes, Peña Nieto defiende la candidatura de José Antonio Meade, subraya que el PRI debía abrirse a los ciudadanos y no cerrar sus candidaturas a militantes. Dice respetar el análisis de Claudia Ruiz Massieu sobre la derrota del partido -en el sentido de que los priístas fueron seducidos por el poder, que se alejaron de las bases y se acercaron a las élites y que no alzaron la voz ante actos de corrupción de algunos de sus militantes- y advierte que "pesan más otras razones que esta visión".
Acepta que pese al esfuerzo emprendido no se ha modificado la percepción en torno a la corrupción y advierte que el repunte de la violencia en el país se debió, entre otros factores a que se perdió la coordinación alcanzada con los gobiernos estatales en la renovación de gubernaturas en 2015 y 2016.