El Rector de la UNAM afirma que, a 50 años del movimiento de 1968, todavía no estamos exentos de “crimenes abominables” sin una explicación satisfactoria
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers, advirtió que a 50 años del Movimiento Estudiantil de 1968, no estamos exentos de “crímenes abominables”, sin una explicación satisfactoria, y consideró que aún hoy, la juventud requiere esperanza y seguridad y, sobre todo, ser escuchados.
“A 50 años de aquel entonces aún no estamos exentos de crímenes abominables que no han tenido una explicación satisfactoria, y sabemos que vivimos inmersos en una mayor violencia e inseguridad”, advirtió.
Desde la tribuna de la Cámara de Diputados, aseguró que el Movimiento del 68 “fue un grito de rebeldía contra el autoritarismo y la represión de un Estado insensible a los vientos de cambio que repercutió también en las elecciones del 1 de julio pasado, cuando la ciudadanía decidió buscar nuevo rumbo y dejar atrás viejas y decrépitas prácticas y aspirar a un mejor y más justo futuro”.
“El Movimiento del 68 ha sido determinante en la transformación de los procesos políticos y sociales del país. Si bien no fue el inicio del México contemporáneo, sí fue el gran punto de inflexión que dio lugar a una serie de movilizaciones ciudadanas cuyo aporte democrático nos lleva al México actual, con más libertad y mayor conciencia social”, estableció.
En ese contexto sostuvo que las recientes manifestaciones de los universitarios —por la agresión de presuntos porros a estudiantes del CCH Azcapotzalco, en la explanada de Rectoría de la UNAM— tienen implícita las demandas de cambio, de democracia, justicia y libertad que tenía el Movimiento Estudiantil del 68, por lo cual es prioritario escucharlos.
“Las recientes manifestaciones de los universitarios tienen también esa esencia: la juventud quiere seguridad y esperanza; requiere expresarse y ser escuchada”, estableció
Graue Wiechers recordó que hace 50 años, en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, “sucedió una masacre cruel e inexplicable, de la que nunca se sabrá con certeza las razones ni el número de muertos; pero lo que sí se supo es que a partir de ese 2 de octubre, México se había roto y esta matanza no debería jamás volver a ocurrir”.
“Ese México que levantó su voz, esos jóvenes golpeados y perseguidos, esa sangre derramada, esos presos a los que injustamente se les acortó su vida en libertad; todas esas muertes atroces, y todas esas luchas ciudadanas posteriores, se los agradecen y reconocen”, indicó.