Estamos condenados al fracaso si seguimos ocupando externos porque la diferencia es la vocación, afirma Nicolás González. Plantea además mejorar sueldos, fortalecer instituciones y una coordinación “palpable”
Nicolás González Perrín, el comisario de la Policía Federal que, junto con sus elementos, se anotó la recaptura de El Chapo Guzmán en 2016, señala que la siguiente administración no debe uniformar a un profesionista connotado o a un externo para convertirlo en comisionado nacional de la corporación, que debe optar por elegir de entre aquellos que han hecho carrera en la institución, los que empezaron como cadetes y hoy están capacitados para ese cargo.
Autor de Para Hacer posible lo imposible, libro en el que narra, entre otros, “la hecatombe” que ha significado que los policías mexicanos arriesguen la vida por 4 mil pesos de sueldo y estén bajo un régimen de contratación en el que pueden ser despedidos sin posibilidad de reinstalación, aclara desde un principio que opina a título personal y no a nombre de la institución. Señala que la estrategia equivocada de los últimos diez años llevó a que “en mis épocas, y no soy tan viejo, los niños inventaban que su papa era policía porque representaba al fuerte y justo, mientras ahora el hijo de un policía responde que su papá hace otra cosa por temor a la reacción”.
La redignificación del trabajo policial pasa, añade, por los sueldos que deben ser revisados para recortar arriba y dar más abajo, y por la aspiración de ascender hasta al cargo más alto de su corporación: “Una de las grandes aspiraciones para los cadetes es que puede aspirara a ser jefe de su policía, y retomo al resto de países de América Latina y Estados Unidos. Cuando yo entré a la Policía de Caminos, ésa era la aspiración y no había cadete que no la tuviera”.
—¿Hoy, en las policías del país, nos alcanzan en número y capacidad los policías de carrera, los que vienen desde cadetes, para integrarlos a los puestos de mando?
—Hablando de la federación, sí; de los estados y municipios, no. Los dos últimos (órdenes de gobierno) no han tenido capacitación adecuada, no han creado cuadros de mando, no tienen servicio de carrera. Les falta la parte doctrinal, generar mandos.
—Y para la Policía Federal, ¿el próximo presidente puede elegir de esta forma, entre el personal que inicio desde abajo?
—Sí y tiene varias y buenas opciones, de carrera, sin duda. No sólo opciones, sino buenas opciones y no sólo para Comisionado General, que es el mayor mando operativo, arriba de él ya son puestos políticos. Para Comisionado General y los siete jefes de división (Seguridad Regional, Gendarmería, Fuerzas Federales, Inteligencia, Investigación, Antidrogas y Policía Científica) hay suficiente personal (de carrera) para hacer un buen cuadro de mando con conocimiento y que esté probado en el terreno. Sí hay opciones.
Hay suficientes elementos. No se ha aprovechado el capital humano, los siete jefes divisionales, el propio comisionado, son gente que no traía una trayectoria de seguridad pública dentro de Policía Federal, probablemente trabajaron en estados, pero sin carrera dentro de la institución.
Somos el único país del mundo en el que los jefes de las dependencias de seguridad no son sus policías, es algo totalmente increíble. Un ejemplo muy claro para verlo: La U.S. Customs and Border Protection, CBP, puso hace un año a un exagente del FBI como jefe de la patrulla fronteriza; era una gente con una trayectoria impresionante en FBI y lo nombran jefe de la Border, de los verdes, y se dieron cuenta que no tenía las tablas para comandar la institución porque no la conocía. Y era una gente reconocida, preparada, pero para su institución. Fue una estrategia fallida, reconocieron y lo cambiaron para optar por alguien de CBP.
No hacer esto nos ha mermado mucho como país y como sistema de seguridad. Ni modo que el mundo esté mal y nosotros somos la excepción, por querer innovar, lo hacemos de manera no muy bien pensada en términos estratégicos. Hay que innovar con bases sólidas, la seguridad pública ya está descrita y estudiada, necesitamos agarrar las grandes prácticas y tropicalizarlas a nuestras necesidades.
—¿Cuál es el riesgo de no tomar estas decisiones?
—Ya nos dimos cuenta, y si no lo hemos hecho estamos condenados a seguir fracasando, que no podemos ocupar profesionistas que se conviertan en policías, ocupemos policías que se conviertan en profesionales de la seguridad pública. Puedes agarrar a alguien con primaria si tiene la vocación y la voluntad de servir y lo vas puliendo: le das la secundaria, le das la prepa, una licenciatura y posgrados. Obviamente si empiezas cuando ya tiene prepa, lo tienes más fácil, pero ocupas policías profesionales más que profesionistas que se conviertan en policías.
Al final del día es un tema de doctrina, es un tema de pasión y eso genera cosas positivas, como narro en Para Hacer posible lo imposible.
—Un punto es éste, ¿qué otros resultarían vitales para la próxima administración?
—Está relativamente fácil, fortalecemos institucionales y realmente diseñamos estrategias de coordinación, no como ahora que es simulada, hacemos coordinación palpable entre federación, estados y premiando a municipios, se va de la mano con los estados hasta los municipios.
Además lo que hemos tenido es que las grandes esferas son premiados con sueldazos y la gente de abajo está mal. Ahora que se habla de una reestructuración en sueldos, estaría ideal que se premie hacia abajo; sí, que quiten arriba, pero que se vea un impacto abajo. El que gana 4 quincenales, que gane 7, con eso ya estás dando incrementos que apenas le van a permitir vivir.
Para llegar al idea, necesitamos avanzar poco a poquito, fortalecer las instituciones, dar y premiar a los policías, hacerlos sentir que son parte de algo importante, que tengan orgullo institucional y proyecto de vida, incluido que puedan llegar a ser jefe de la policía, sea municipal, estatal o federal.
—¿Por qué se cometieron los errores que señala en la década anterior?
—Yo creo que los tomadores de decisión desconocían la problemática real de las instituciones y se iban con la falsa percepción, sólo lectura de textos, del problema de seguridad. No eran expertos ni conocían de fondo la problemática de los elementos policiales. Y salen después con modificaciones ridículas como la del Artículo 123 y resulta que ahora el policía, el perito y el MP, aun si un juez ordena una reinstalación luego de un despido, no tienen chamba ya. Ni en donde estaba ni en ninguna otra institución de seguridad. Imagínense qué certeza puede tener, son leyes generadoras de corrupción, al final del día una persona sabe que gane o no gane el juicio laboral lo van a correr y lo único que se provoca es que cuando se le nombra en el puesto sea como si se le dijese ‘tienes 6 meses para robar lo más que puedas porque al final del día te van a correr y no vas a tener chamba en ningún otro lado, cuando lo único que sabes hacer es tema de seguridad y en eso nunca vas a volver a trabajar’.
La gran estrategia hoy es depurar personal y dar cifras estratosféricas, ‘vamos a depurar a 10 mil elementos’, ¡perfecto! y me pregunto cuál es el impacto de correr a diez mil personas, si bajó la incidencia de corrupción al interior de la institución, si subió positivamente la percepción ciudadana, qué estadísticas tenemos… nos damos cuenta de que no hay nada.
Es dinámica y política generadora de corrupción. Lo contrario a lo que se pretendía.