A partir del próximo 1 de diciembre, Ciudad de México podría convertirse en una verdadera ciudad de las ciencias, gobernada por una científica: Claudia Sheinbaum Pardo. Esta doctora en Ingeniería energética por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e investigadora experta en temas de medio ambiente con más de 100 publicaciones entre artículos académicos y tesis doctorales supervisados por ella, ha decidido hacer uso de esta experiencia y en el programa de gobierno con el que dirigirá la ciudad de 2018 a 2024 pone énfasis en las ciencias y la innovación para mejorar la calidad de vida de los casi nueve millones de habitantes de la capital mexicana.
La jefa de Gobierno electa ha declarado que un político no puede pensar en resolver los problemas medioambientales sin ayuda de la ciencia o la tecnología y que las políticas públicas para solucionar esas problemáticas no se pueden planear si no tienes el conocimiento. Por ello, Sheinbaum enfoca más de un tercio de su programa de gobierno, titulado Ciudad de México: Ciudad de la innovación y la esperanza, en cuestiones como movilidad, derecho al agua, preservación del medio ambiente, disminución de la contaminación y gestión integral de riesgos.
La vocación científica de Sheinbaum viene de familia. Hija del químico Carlos Sheinbaum y la bióloga Annie Pardo, nació en Ciudad de México en 1962 y se decantó por la licenciatura en Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM, de la que se graduó en 1989 con la tesis Estudio termodinámico de una estufa doméstica de leña para uso rural. Posteriormente cursó la maestría en Ingeniería energética con el trabajo titulado Economía del uso eficiente de la energía eléctrica en la iluminación. Fue la primera inscrita en el doctorado en Ingeniería energética en México, del que en 1995 obtuvo su grado con "Tendencias y perspectivas de la energía residencial en México". Su experiencia la ha llevado a ser consultora del Banco Mundial, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y a escribir cientos de publicaciones especializadas y dos libros en temas de energía, medio ambiente y desarrollo sustentable.
Su salto al servicio público y la política no es de extrañar. Cuando tenía seis años vio a sus padres participar en los movimientos estudiantiles de 1968 y, más tarde, en sus años de universidad formó parte del Consejo Estudiantil Universitario que fue creado en 1986 para luchar contra la privatización de la UNAM y que logró mantener su gratuidad. De esa misma universidad surgieron líderes de izquierda como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador que luego fundarían el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y con los que trabajaría de cerca. Asegura que la política le interesa más como “instrumento de transformación”: “Me gusta mucho mi trabajo académico. Me encanta dar clases y me encanta la investigación. También me pregunté si con todos estos conocimientos que tengo no podría transformar el lugar donde vivo. Yo quiero mucha a esta ciudad y me parece que se está deteriorando. Mi relación con la academia permite generar un proyecto de largo plazo para la ciudad”, dijo en una entrevista reciente con EL PAÍS.
El primer puesto político que la puso bajo los reflectores fue el de secretaria de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal de 2000 a 2006, durante las Administraciones de López Obrador y Alejandro Encinas. En ese periodo se desarrollaron proyectos un tanto polémicos como el segundo piso del Periférico y el sistema de Metrobús y, según ha señalado en una entrevista, también lograron “reducir la concentración de contaminantes en un 35% en el aire de Ciudad de México y el crecimiento de la mancha urbana”.
Tras este cargo fue invitada a ser parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas, que en 2007 obtuvo el Premio Nobel de la Paz por su Cuarto Informe de Evaluación, un reporte del estado del cambio climático en esos años y en el que participaron también figuras como el Nobel de Química Mario Molina y el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore.
Ya como parte de Morena -el partido fundado por López Obrador-, se convirtió en la jefa delegacional de Tlalpan de 2015 a 2017, donde vivió el sismo del 19 de septiembre que afectó a Ciudad de México y por el cual se enfrentó a acusaciones de irregularidades en el expediente del Colegio Rébsamen que colapsó en el terremoto y en el que murieron decenas de menores. “La experiencia vivida en Ciudad de México en septiembre del 2017 nos lleva, además de redoblar esfuerzos en prevención de riesgos y ajustes a la normatividad de construcción y del desarrollo urbano de la ciudad, a atender y resolver las condiciones que viven actualmente las personas damnificadas por el sismo”, apunta en el eje de Reconstrucción y gestión integral de riesgos de su plan de Gobierno.
Claudia Sheinbaum parece tomar en cuenta no solo los principales problemas que aquejan a una mega urbe del tamaño de Ciudad de México como seguridad, corrupción, desarrollo urbano, economía, educación, inclusión, igualdad, etcétera, sino también todos aquellos que le son más familiares, relacionados con el medio ambiente, y que por su experiencia podrían ser tratados desde una óptica más especializada. Tal vez las fórmulas científicas se podrían traducir en buenas políticas públicas.