Pierde rastro de 157 suspendidos; episcopado los cuantifica en 64 diócesis; faltan datos de otras 31; espera arzobispo de Monterrey que abusos no sean “una plaga”; instan a acusar ante autoridad civil; Alberto Athié, exsacerdote y defensor de derechos humanos, asegura que la cifra negra puede ser mayor; clero presenta acciones para proteger a menores

 

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) informó que tiene reporte de 101 casos de sacerdotes con procesos ministeriales por presunto abuso sexual de menores en 64 diócesis de las 95 circunscripciones eclesiásticas que hay en el país.

Se trata de casos que ocurrieron de 2010 a la fecha, sin embargo, para el experto religioso Alberto Athié, la cifra negra podría ser mucho mayor.

“Puedo casegurar que hay muchos más casos, porque en México hay una cifra negra enorme. Hay una gran diferencia entre el número de casos que se denuncia y los que existen”, afirmó Athié, quien dejó el sacerdocio para documentar la pederastia. 

En el mismo periodo también fueron suspendidos de su ministerio 157 sacerdotes luego de ser acusados de abusar sexualmente de infantes; si embargo, hasta ahora “se desconoce su paradero”, aseveró Rogelio Cabrera, presidente del CEM.

“La autoridad es la que dice qué persona es riesgosa, y en algunos casos no son detenidos. Cuando son declarados fuera del ministerio, no quedan bajo nuestra responsabilidad”, explicó en conferencia.

Aunque el número real de sacerdotes pederastas es incierto, el experto dijo conocer “algunas investigaciones aproximativas, en las que se estima que hasta diez por ciento de éstos son pederastas”, ante el hermetismo en la Iglesia.

Si las cifras se aproximan a la realidad, habría más de 41 mil pederastas, pues de acuerdo a la última cifra oficial de la Santa Sede, en Roma, publicada en abril de 2017, en México hay 415 mil 656 sacerdotes.

Inclusive, así lo admitió el presidente del CEM este martes, en una conferencia de prensa: “No tenemos la información total. Tenemos que revisar hasta dónde llega esta realidad. No podemos cuantificar la totalidad (de casos de curas acusados de abuso sexual), ojalá y no sea una plaga”.

El entrevistado aseguró a La Razón que la cifra negra es producto del encubrimiento de la Iglesia, mecanismo exigido desde el Vaticano. y lamentó que “se proteja a quienes agreden a los niños y las niñas”.

El experto dvirtió que para revertir dicha realidad “se debe acabar con ese protocolo interno de evitar el escándalo y proteger a los depredadores”, y en su lugar poner como prioridad a las víctimas y proceder conforme a derecho.

Por su parte, el presidente de la CEM informó que el Equipo Nacional de Protección de Menores del Episcopado se abocará a revisar toda la información disponible en torno a estos casos, para transparentarlos a la sociedad.

En tanto, el secretario general de la CEM, Alfonso Miranda Guardiola, explicó que el proceso a seguir tras detectar un caso de abuso sexual “es que los obispos acudan ante la autoridad y ésta a su vez inicie la investigación ministerial”.

“Si la autoridad lo declara culpable, el abusador pasará a la cárcel o a la pena que se le haya asignado, donde el Estado o la autoridad asume la responsabilidad”, expuso.

Respecto a la prevención, destacó la formación y certificación de los sacerdotes, a quienes se les realizarán exámenes psicológicos para detectar si “tienen tendencias o situaciones contrarias al sacerdocio”.

Durante la rueda de prensa, los jerarcas presentaron el documento Líneas de Acción para la Protección de Menores, que prevenir y erradicar el abuso sexual contra este grupo cometido por clérigos y agentes pastorales.

• El Dato: Hace unas semanas el Papa encabezó una cumbre contra la pederastia en la Iglesia con el objetivo de brindar justicia a víctimas y atender “el grito de los niños”.

Asimismo, prevé políticas de diagnóstico, prevención, justicia y respuesta, apoyo a víctimas y promoción al respeto a la ley por parte de la Iglesia, así como protocolos particulares en cada diócesis para garantizar que ningún menor vuelva ser víctima de abuso sexual.

Miranda Guardiola, también admitió: “Hemos escuchado a algunas víctimas, palpado su dolor y nos duele profundamente el daño causado como Iglesia. Pedir perdón significa, poner a la víctima en primer lugar y comprometernos en su proceso de sanación, promoviendo que se lleven a cabo los procesos de denuncia y ofreciendo cooperación con las autoridades.