CIUDAD DE MÉXICO.
Felipe Ramos Vargas fue uno de los últimos soldados a las órdenes del general Emiliano Zapata. Se enroló en las filas de su ejército cuando tenía 13 años. El general se resistía a que ese chiquillo entrara a la Revolución. El 24 de marzo de 1914, Zapata le entregó a Ramos un rifle .44 con lo que formalmente se convirtió en zapatista.
Ramos Vargas dio su testimonio a Excélsior hace 20 años, cuando el revolucionario tenía 99 años, explicando cómo las tropas zapatistas se enteraron que su jefe iba a ser asesinado en la hacienda de San Juan Chinameca hoy, hace 100 años. Y nada pudieron hacer para detener el histórico atentado.
En Jojutla, donde Felipe pasó sus últimos días, recordó cómo vivió aquellos momentos cuando él y un grupo de zapatistas trataron salvarle la vida a su general. El 9 de abril de1919, las tropas de Zapata marcharon a todo galope desde San Andrés (donde habían estado por siete días) rumbo a Jojutla, cuando se enteraron de la celada que el coronel del ejército constitucionalista (el de Venustiano Carranza), Jesús Guajardo le tenía preparada a Zapata.
Felipe Ramos Vargas, hijo biológico de Andrés Castrejón, uno de los cinco generales que acompañaron a Zapata a Chinameca y el único que salvó la vida (porque estaba orinando cuando los asesinaron), dijo que camino a Jojutla, “Un viejito jorobadito nos dijo: ‘No se acerquen porque van a matar a Zapata’. Cómo lo sabe, señor, preguntamos, ‘ya me comunicaron…’, eso nos dijo el viejito”.
El grupo de zapatistas enfiló presuroso hacia Cuautla. “llegamos a ese Ninicuilco (Anenecuilco) y de ahí nos pasamos a Chinameca, pero cuando llegamos allí el plan ya estaba puesto. Entramos al portón y ahí unos soldados nos dan un codazo, pa’que nos echáramos pa’trás, ahí nos quedamos fuera...”. En ese momento, Zapata entró a la inmortalidad político-social. Se convirtió en el símbolo de la lucha contra el poder, rebelde por antonomasia.
Aunque han intentado convertirlo en héroe oficial, es desde su muerte emblema de los campesinos que buscan salir adelante trabajando la tierra. E inspiró muchos años después de su asesinato, un ejército de guerrilleros indígenas, principalmente, que en 1994 cobró fama mundial: el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
En aquella conversación con Ramos Vargas hace 20 años, el zapatista recordó cómo el gobierno autoproclamado de Carranza quería que la gente viera a Zapata como un bandolero. “Dicen que mi general era malo, pero no, nunca nos permitió robar, violar o arrebatar; en un hogar (una cocina) siempre pedíamos las tortillas, aunque estuvieran sancochadas, nunca las robamos”.
El revolucionario contó que el respeto con que Zapata trataba a sus soldados era digno de ejemplo.
Ramos Vargas fue uno de los últimos soldados a las órdenes de Zapata combatió en las batallas de Amacuzac, Puente de Ixtla, Santa Rosa 30 y Zacatepec.
Participó en el movimiento de Rubén Jaramillo. A la muerte del guerrillero, en 1962, estuvo en Cuba y en 1963 volvió a viajar a la isla y cortó caña con Fidel Castro.
A su regreso, el veterano zapatista intentó sin éxito ser un líder social y murió en absoluta pobreza.
CONVENCIDO
- Felipe Ramos Vargas es hijo de crianza de Ignacio Ramos, un trabajador de la hacienda de Dolores, propiedad del yerno de Benito Juárez.
- Caminó durante cuatro días para ir a buscar a “ese general Zapata que anda peleando por el derecho de los pobres que tanto están sufriendo con ese gobierno español”.
- El 20 de marzo de 1914 llegó a Los Hornos, Tlaquiltenago, para unirse a Zapata.