La catedral de París, uno de los monumentos más icónicos del mundo que logró sobrevivir a dos guerras mundiales, sufrió ayer un incendio que la destruyó parcialmente
Estado de conmoción nacional. Así vivió ayer el pueblo francés el incendio, retransmitido en directo por televisoras y redes sociales, de la catedral de Notre Dame de París, uno de sus monumentos más queridos y que forma como ningún otro, parte de su historia. Habría que remontarse a los atentados yihadistas en París, ocurridos la noche del 13 de noviembre de 2015, para sentir una tragedia de tal magnitud.
Silvia, originaria de Toledo (España), se encontraba en el interior de la catedral participando en la misa en el momento de declararse el incendio. “Era el momento de la comunión —relató Silvia al diario La Vanguardia—. De repente ha sonado una alarma y una voz por megáfonos nos ha conminado a salir del templo. La gente ha salido rápida pero muy tranquila, porque no veíamos ni humo ni fuego en ese primer momento, hasta el punto de que el cura se resistía a interrumpir el oficio, ha seguido como si nada mientras la gente se iba yendo. Al final entró en razón”.
El incendio se declaró pasadas las 6 de la tarde, cuando el centro de París estaba lleno de turistas que comenzaban las vacaciones de Semana Santa. Nada más formarse la columna de humo todas las miradas (y las cámaras de los celulares) se enfocaron en la icónica catedral.
El difícil acceso a la isla fluvial en la que está enclavada la catedral, rodeada por las aguas del Sena, dificultó la labor de los bomberos, que se centraron en evitar que el fuego dañara la estructura y provocara el derrumbe del monumento, en particular de la torre norte, la más afectada de las dos.
Los cañones de agua, que vistos desde la distancia parecían los arbotantes que sujetan las paredes de la catedral, lograron imponerse al avance del fuego, aunque no evitaron que dos tercios de su cubierta, al igual que su célebre aguja —ambos añadidos al templo gótico en el siglo XIX—, quedaran totalmente destruidas.
Obras de restauración. El fuego, originado, por causas todavía desconocidas, en el tejado, que estaba en restauración, también dañó buena parte de las obras interiores, aunque no las reliquias que atesora el templo, entre ellas la corona de espinas de Cristo.
Con las primeras llamas, sonaron las campanas del templo, un clamor muy ligado a la historia de Francia, a sus eventos felices y a los dramas más tristes, como el de ayer.