No salga a la calle. No haga deporte. No vaya al colegio. Cierre puertas y ventanas. Si tiene aire acondicionado, úselo en modo "recirculación". Si puede, trabaje desde casa. Evite respirar.
Cada año, por estas fechas de sequía y altas temperaturas, los habitantes de la capital mexicana deben hacerse responsables de su propia salud el día que —como este martes— el Gobierno anuncia una efeméride: alerta por contingencia ambiental. Otro año más, el aire de Ciudad de México se vuelve tóxico, más de lo habitual. Sobre el valle se asienta la famosa "capa de nata espesa y de color café" y sus habitantes —pero también sus gobernantes— recurren a la ancestral práctica de rezar para que llueva.
Nada de lo anterior ha variado lo más mínimo pese a los cambios de Gobierno. La capital, gobernada por primera vez por una científica experta en temas ambientales, Claudia Sheinbaum, sobrevive diariamente con índices de contaminación muy por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Pero estos días, la ciudad ha superado cuatro veces la norma. Mientras las alertas mundiales se encienden cuando se superan los 25 miligramos por metro cúbico de partículas Pm 2.5 de media durante 24 horas, la capital se encuentra en alrededor de 110 desde el fin de semana, según los expertos. Una situación que las autoridades han achacado a una veintena de incendios —muchos provocados— que no regularon ni controlaron a tiempo. Tampoco se cuenta, por el momento, con un plan ambiental para prevenir lo que los expertos vaticinaban hace solo unos meses. Todos los especialistas consultados coinciden: la crisis ambiental "se podría haber evitado".
En marzo, cuando el Gobierno anunció una modificación en el control de emisiones de los vehículos y le llovieron críticas —y hasta demandas ciudadanas que le llevaron a juicio— por hacer menos restrictiva la norma, el director del Centro Mexicano de Derecho Ambiental lanzaba una advertencia: "Si a este año le sumamos al fenómeno del Niño, el calor, los incendios, la verificación vehicular ineficiente [por corrupción], estaremos ante una situación ambientalmente adversa. El Gobierno debería pensar ya en un programa de cortísimo plazo, para marzo-mayo, de manera preventiva, ante la alta posibilidad de enfrentar esta situación", pedía el director de la institución, Gustavo Alanis, en una entrevista a EL PAÍS. No hubo entonces ninguna medida urgente por parte del Ejecutivo.
"Definitivamente todo esto se pudo haber solucionado o haber reducido los efectos al mínimo", apunta el experto en toxicología ambiental y daño respiratorio Carlos Falcón. "Cada año llegamos al mismo punto. Cada año por estas fechas me entrevistan y cuando pasan las contingencias, ya nadie se acuerda de nosotros", cuenta Falcón. Este doctor de Biología celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica que, aunque no todos los incendios podrían haberse evitado, sí se podría haber elaborado un plan de prevención, pues las condiciones climáticas apuntaban a que sin lluvias, sin viento y con altas temperaturas, esto podía suceder.
Los altos índices de partículas Pm 2.5 han sido provocadas por una veintena de incendios y no tanto por la combustión de los vehículos, como había sido habitual hasta ahora, incrementando los niveles de ozono. Pero las consecuencias del aire que se respira estos días son también alarmantes: "El Gobierno sabe que estas partículas generan problemas en aquellos con enfermedades pulmonares, quienes padecen alergias, rinitis, conjuntivitis y también para quienes no lo padecen tienen molestias: irritamiento de ojos o escurrimiento nasal, pues el cuerpo se defiende de estos elementos tóxicos", explica Falcón.
"No se lo están tomando lo suficientemente en serio, simplemente se han mantenido las cosas como van y no vemos un avance sustancial en todas las medidas que se han propuesto para mejorar la calidad del aire", apunta el investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera, Ricardo Torres. "Sí sabíamos que esto podía pasar. Hay malas condiciones de dispersión de contaminantes, pero también una respuesta lenta de las autoridades: durante este fin de semana y hasta hoy tuvimos problemas de turbiedad atmosférica y según lo que hemos calculado, en una semana hemos rebasado la norma de la OMS 150 veces", añade.
Los especialistas están de acuerdo en que las recomendaciones que propone el plan de contingencia, que principalmente se centran en evitar la calle y restringir la cantidad de vehículos hasta que la calidad del aire sea aceptable, se tratan solo de "unas medidas cosméticas", pues el impacto es mínimo. "Hay que combatir la fuente y contra eso no hay ninguna medida prevista. En este caso, sería bueno imponer sanciones a los agricultores que deciden por estas fechas quemar sus tierras para enriquecer la tierra o regular estos incendios. Algo que tendrían que haber hecho antes de que sucediera todo esto. Un plan que ya se lleva a cabo en el norte de México, especialmente en la frontera con Estados Unidos y que aquí no se ha implementado con contundencia", añade Torres.
El director del Cemda, Gustavo Alanis, lamenta que desde finales de los 80 se ha enfrentado el problema de la contaminación pero no se han logrado grandes resultados. Alanis propuso desde marzo que las autoridades estableciesen al menos un plan a corto plazo para evitar esta temporada de sequía con grandes niveles de polución. Ahora insiste en que además e importante tomar otras medidas de mediano y largo plazo, enfocadas en el impulso del transporte público no contaminante y concienciar sobre movilidad no motorizada. "De esta crisis hemos sacado una lección, para efectos del próximo año no podemos dejar que esto se vuelva a repetir. La contaminación es uno de los riesgos más altos para la salud", apunta Alanis.
En un estudio publicado en 2017 elaborado por el investigador Carlos Falcón, su equipo detectó que al inyectarle a una cobaya sana un alérgeno — la proteína ovoalbúmina— y hacerle inhalar partículas Pm 2.5 los resultados revelaban que incluso los animales que no eran asmáticos se transformaban en asmáticos. Según este experimento y sus conclusiones, es probable que ocurra algo similar en los humanos. Y justo estas partículas son las que se han disparado estos días en la capital.
Muchos de los científicos confiaban en que la política medioambiental de Ciudad de México fuera más sensible tras la llegada de Claudia Sheinbaum al poder. Pero la crisis ambiental ha disipado muchas esperanzas de cambio. "Teníamos la idea de que la parte académica iba a ser un factor de impulso para ella, pero parece ser que tiene otros problemas más fuertes como para dedicarse al medio ambiente", señala Torres. "Es científica, pero tiene un sesgo político y esto hace que nos afecte muchísimo. Su Administración debería tener un enfoque más neutral, enfocado a quienes gobierna. A mí sí me sorprendió muchísimo que se quedaran cortos resolviendo esta crisis", opina Falcón.