El 18 de julio de 2013 fue un día triunfal para Alonso Ancira Elizondo. El dirigente de la principal acerera en México, Altos Hornos (AHMSA), inauguraba en Coahuila su nuevo complejo acerero, “El Fénix”, en compañía del presidente Enrique Peña Nieto. Un proyecto siderúrgico que prometía aumentar en más de un millón de toneladas el nivel de producción de acero de la compañía. Durante la inauguración el exmandatario priista felicitó a los empresarios que “ponen su talento y su capacidad en el desarrollo de grandes proyectos”. Después de Peña Nieto habló Ancira. Ante más de 1.000 invitados, el acerero recordó con la voz quebrada y los ojos llorosos los momentos más críticos de la firma, un contraste respecto a los negocios de altos vuelos que el empresario planeaba alcanzar con la ayuda de este nuevo complejo valuado en 2.300 millones de dólares.
Ahora el presidente de la principal siderúrgica de México se encuentra en prisión preventiva en España. Ancira, de 67 años, fue detenido este martes mientras intentaba abordar un avión privado. La Fiscalía general mexicana lo acusa de daño patrimonial por la venta de la planta Agro Nitrogenados a Pemex, en 2014. Junto con el exdirector de la petrolera estatal mexicana, Emilio Lozoya, es investigado por presunto uso de recursos de procedencia ilícita por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda. Los ecos sobre supuestos actos de corrupción que fraguaron Lozoya y el empresario se hacen cada vez más potentes.
La detención del llamado “rey del acero” mexicano ha sacudido a un sector industrial, cuyos máximos exponentes suelen huir de los reflectores. Ese nunca ha sido el caso de Ancira. El empresario ha sido pieza clave de la industria siderúrgica mexicana durante los últimos 30 años. Un protagonismo que se confirma con las cinco ocasiones en que ha ocupado la presidencia de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero). Su liderazgo no ha estado exento de numerosas polémicas: la quiebra de AHMSA, una deuda millonaria con sus acreedores, un autoexilio en Israel y el regreso triunfal de la mano de la recuperación de los precios de los metales.
Aunque es abogado de profesión, su vida ha estado ligada a las minas y a los hornos siderúrgicos. Su ascenso dentro de la industria comenzó de la mano del presidente Carlos Salinas de Gortari en la década de los noventa. Una época en la que una de las banderas gubernamentales era la privatización de las paraestatales. La acerera Altos Hornos de México, fundada en 1942, figuraba como la tercera empresa en importancia –solo detrás de Pemex y Teléfonos de México-. Con una oferta de 449 millones de pesos (145 millones de dólares al tipo de cambio de ese año) AHMSA fue adquirida por Grupo Acerero del Norte (GAN), en donde participaba la familia de Ancira en 1991. La compra ocupó las primeras planas de los diarios mexicanos. Al frente de la empresa, Ancira ya anunciaba futuros incrementos de producción y planes de compra de otras factorías en países como Venezuela.
Sin embargo, la caída en los precios de los metales hacia finales de la década cortó de tajo los planes del empresario. En 1999, AHMSA protagonizó la mayor suspensión de pagos privada de la historia en América Latina. Con una deuda de 2.300 millones de dólares, la compañía se acogió a la antigua Ley de Quiebra y Suspensión de Pagos, una normativa laxa que permitió a la acerera seguir operando evitando la liquidación de activos. Esto no eximió a Ancira de decenas de conflictos con los bancos mexicanos y extranjeros como Banamex, Bank of America, Inverlat y Bancomer entre otros.
Ante el asedio de sus acreedores y la amenaza de una orden de aprehensión por fraude fiscal, Ancira Elizondo optó por exiliarse en Israel en 2003. Pese a encontrarse a miles de kilómetros de distancia, el acerero nunca soltó las riendas de la empresa. Incluso adquirió una mina de cobre al sur de ese país y cuenta con una empresa para el tratamiento de aguas negras.
El tiempo favoreció a Ancira. El alza en el precio del acero a partir de 2006 le permitió regresar a México y volver a posicionar a AHMSA como una de las principales siderúrgicas del país. El empresario volvió con nuevos proyectos de producción de acero, energía y extracción de carbón y hierro y dejó a los abogados el conflicto con los acreedores, cuyas negociaciones dieron fruto en 2016, cuando se alcanzó un acuerdo para fijar la deuda en solo 1.700 millones de dólares. El pago de los pasivos fue resarcida 17 años después.
Superviviente de la quiebra, del acoso de los acreedores y los vaivenes de los precios de los metales, el presidente de una siderúrgica que contabiliza cerca de 20.000 empleados, se encuentra una vez más en el ojo del huracán. Las supuestas irregularidades sobre una transacción de 275 millones de dólares por la compra de la planta de fertilizantes, Agro Nitrogenados a Pemex en 2014 lo han sentado este martes en el banquillo de los acusados. El acerero, emblema de la zona industrial del norte de México, pasará este miércoles su primera noche en prisión.