Norelia Hernández, madre de Norberto, secuestrado a sólo unos días de su graduación universitaria, no oculta su dolor, pero es muy fuerte.
Norelia Hernández, madre de Norberto Ronquillo, el joven secuestrado a sólo unos días de su graduación universitaria, no ocultaba su dolor.
Una llamada recibida en Chihuahua, lugar donde residen, cambió su vida por completo la semana pasada. La familia se alistaba a viajar a la Ciudad de México para celebrar la culminación de los estudios del joven.
Norberto, de 22 años, había terminado los estudios de mercadotecnia internacional en la Universidad del Pedregal y su ceremonia estaba planeada para el 7 de junio.
Sin embargo, la noche del 4 de junio fue secuestrado al salir de la escuela; vía telefónica los plagiarios exigieron un rescate que fue cubierto.
“Yo venía a recoger el diploma de mi hijo, el certificado de su licenciatura, y ahora me llevo su certificado de defunción”, lamentó entre lágrimas Norelia.
La noche del domingo el cuerpo del estudiante fue localizado envuelto en bolsas de plástico en un baldío de la parte alta de Santa Cruz Acalpixca, en Xochimilco.
“Estamos esperando la necropsia para ver exacta o aproximadamente la hora en que murió; por el estado de descomposición que tiene probablemente esa misma noche (del secuestro)”, dijo ayer la Procuradora Ernestina Godoy.
La madre del joven, a pesar de su dolor, comentó: “Le doy gracias a Dios por estos 22 años que me lo prestó. Era un ángel terrenal, pero ahora es un ángel del cielo”.
"Me dice un compañero: 'Señora, ¿qué hago? Si tengo que llevar dinero, yo me expongo, yo doy la vida por Norberto, porque es un amigo que nunca había tenido; yo traía problemas y él me ayudaba, era mi guía'", dijo Hernández.
"Siempre andaba muy bien vestido, se combinaba, nunca andaba despeinado ni fachoso, se cuidaba, iba al gimnasio, no tomaba, no fumaba; era muy bailador".
Afuera del forense, tras realizar los trámites para la entrega del cuerpo, la madre del joven señaló que el caso debe sentar un precedente.
"Toda esta movilización es por todos los Norbertos que están atrás; es el reflejo del repudio que tenemos y el miedo".
En la Universidad del Pedregal, Norberto construyó una íntima relación con profesores y compañeros.
"Cuando fue el temblor estuvo apoyando muchísimo a muchas comunidades, se fue a Morelos a repartir agua, comida; llenó un trailer de víveres él solo y los llevó", recordó Rodrigo Fernández, un compañero de generación.
"Estaba en un grupo de la escuela que se llama 'Líderes Universitarios', donde apoyábamos a casas hogar y hacíamos eventos para niños el 30 de abril", comentó Claudia González, que cursó con Norberto los 4 años de la carrera.
Con información de Ingrid Sánchez