A un año de su victoria, López Obrador informa que en los últimos siete meses ha demostrado que su gobierno no es más de lo mismo. firma que ya ha cumplido 78 de 100 compromisos, aunque quedan muchos pendientes, entre ellos en salud.
"Antes de que culmine este año terminaremos de arrancar de raíz al régimen corrupto”, aseguró el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien la tarde de ayer lanzó esta promesa en el Zócalo capitalino al cumplirse exactamente 12 meses de su triunfo en las urnas.
“En este mismo año —van a decir que no se puede, pero sí se puede— quedarán sentadas las bases para la transformación política de México”, puntualizó en su mensaje a la nación a siete meses de haber arrancado su gobierno.
Refrendó que su movimiento se rige por ideales y principios, aunque se trata de un desafío mayor, “algo verdaderamente fecundo de construir”.
Enfatizó que ahora no se tolera ni se permite la corrupción desde la Presidencia de la República, por lo que está prohibido el influyentismo y el amiguismo.
“Se establece que el gobierno represente a todos los mexicanos, no a una facción ni a una minoría que sólo provocaba miseria”.
En su discurso —que empezó a las 17:05 horas— indicó que su administración ha cumplido con 78 de los cien compromisos que anunció para esa transformación de México en esta misma plaza el pasado 1 de diciembre, cuando tomó protesta al cargo.
“Hemos trabajado con intensidad, y vamos avanzando. Posiblemente nunca, al comienzo de un gobierno, se haya hecho tanto en tan poco tiempo”, subrayó López Obrador.
Aunque aceptó que faltan muchos pendientes, por ejemplo, en materia de salud, donde hacen falta mejoras, el jefe del Ejecutivo confesó que se siente optimista y en ese sentido aseguró que en su gobierno se están apurando para establecer las bases de la transformación.
Y no olvidó a sus adversarios, a quienes achaca la imposibilidad de emprender sus grandes proyectos de infraestructura, como el Aeropuerto de Santa Lucía o el Tren Maya.
Sobre el aeropuerto de Texcoco, enfatizó que se canceló “porque ustedes lo decidieron”.
“Les confieso que mi activismo, mi loca pasión, tiene un fundamento racional, aunque no lo piensen así mis adversarios. Mientras más rápido consumemos la obra de transformación, más tiempo tendremos para consolidarla y convertirla en hábito democrático, en forma de vida y en forma de gobierno”, expresó López Obrador, y dijo que sólo así no se lograría una regresión política, lo cual le ganó una tanda de aplausos y vítores.
Llamó a no permitir que regrese al poder el conservadurismo faccioso y corrupto: “Yo, toco madera”, se apuró a decir.
“Si desgraciadamente regresara al poder el conservadurismo faccioso y corrupto, ni siquiera en esa circunstancia podría dar marcha atrás a lo establecido y a logrado en beneficio del pueblo.
El mandatario llamó a forjar una conciencia colectiva sustentada en el amor, la justicia y la honestidad, pues así nadie podrá revertirla.
En su mensaje —de casi dos horas— se ufanó de decir que el pueblo no permitiría que la corrupción no fuera considerada como delito grave.
Y volvió a arremeter contra el cohecho: “No se volverá a tolerar la condonación de impuestos a los grandes contribuyentes, como se hizo por décadas, ni que el gobierno se volviera solamente un comité al servicio de una pequeña minoría de políticos corruptos y traficantes de influencias, en tanto que la mayoría de los mexicanos se empobreciera y resurgiese la miseria pública”.
Tras un semblante de enojo, que lo pone así cada vez que se refiere a la corrupción, a López Obrador le reapareció la sonrisa. “Por eso tenemos que avanzar en las bases de la transformación, por nosotros y por los que vienen atrás de nosotros: las nuevas generaciones. Este proceso de cambio no tiene retorno”.
El Presidente pidió no titubear ni actuar con medias tintas, porque una cosa es actuar con prudencia, evitar la confrontación y garantizar las libertades, que son sagradas, afirmó, y otra cosa es la indefinición. “Nosotros somos auténticos, pacifistas y transformadores, al mismo tiempo”, dijo enfático.
Casi al cierre de su largo discurso, aseguró que en la defensa de las causas de la honestidad, la justicia y la democracia no es moderado, sino radical. Y citó al célebre Melchor Ocampo: “El moderado —en estos tiempos— es un conservador más despierto”.
Asimismo, pidió ser cada vez más fieles a las esperanzas que tiene el pueblo de México en un cambio verdadero y remarcó que “con lo conseguido en siete meses bastaría para demostrar que el cambio de gobierno no ha sido más de lo mismo que, por el contrario, está en marcha una profunda transformación de la vida pública de México”.
Andrés Manuel López Obrador dio las gracias a todos los mexicanos, incluso a quienes no comparten ni coinciden con sus ideales ni con su manera de proceder.
“El amor a México está por encima de cualquier facción, partido, interés personal o de grupo, por legítimo que sea. Así quedó demostrado, dijo, cuando se cerraron filas ante la amenaza externa de afectar la convivencia y la economía del pueblo y de nuestra nación”, se refirió a la crisis que pudo haber provocado Estados Unidos de elevar escalonadamente aranceles a las exportaciones de México hacia ese país, si éste no controlaba el flujo migratorio de centroamericanos.
“Ante las amenazas de potencias extranjeras y hegemónicas vamos a actuar unidos todos los mexicanos”, aseguró.
Auguró que México se va a convertir en una potencia económica con dimensión social gracias a los abundantes recursos naturales que posee el país y por la vocación de trabajo de sus ciudadanos.
“En nuestro querido México su grandeza moral y cultural siempre han estado presentes en su esencia profunda. En tanto permanezca el mundo no se acabará la fama y la gloria de México Tenochtitlán”.
Y concluyó: “¡Que viva la Cuarta Transformación de la vida pública de México!”, y enseguida lanzó tres vivas para nuestro país.
Ahora sí a López Obrador se le vio cantar el himno nacional. Lo hizo junto a su esposa, la escritora Beatriz Gutiérrez Müller; la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a quien abrazó y levantó el brazo inmediatamente al terminar su mensaje. En el templete también estaba su amigo Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.