148 piezas, muchas de ellas incrustadas de diamantes, fueron puestas a puja en una jornada en la que un tercio de las prendas quedaron desiertas
La voz de Marco Viloria resonó en los jardines de Los Pinos, la casa de los presidentes mexicanos ahora convertida en complejo cultural por la Administración de Andrés Manuel López Obrador. Con micrófono en mano el hombre dirigía el domingo la subasta a martillo de joyas que fueron incautadas por la justicia mexicana. Pedía 1.185 millones de pesos (más de 62.000 dólares) por un reloj Jacop & Co. de edición limitada, confeccionado en oro de 18 quilate. Viloria se esforzaba por atraer la atención de los presentes. “¿A quién le sobran 1.185 millones de pesos? Hombre, está hermosísimo de verdad”. Una veintena de personas lo escuchaba sin animarse a levantar sus paletas. “¡Vamos!” “¡Vamos!” ¿Alguien estaba dispuesto a desembolsar esa pequeña fortuna? Un millón a la una, un millón a las dos… A la cuenta de tres la puja se declaró desierta.
El Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) de la Secretaría de Hacienda mexicana había organizado la subasta, que despertó mucho interés en la prensa mexicana. Se trata de 148 piezas, muchas de ellas incrustadas en diamantes, con un precio de salida de 21.8 millones de pesos (1.2 millones de dólares aproximadamente), con las que el Gobierno esperaba obtener hasta 30 millones (1.5 millones de dólares) de pesos que serían invertidos, dijeron los organizadores, en obras de infraestructuras en los Estados de Michoacán y Colima, localizados al oeste del país norteamericano. Al final de la jornada, sin embargo, solo se lograron recaudar 10.3 millones de pesos (542.000 dólares), menos de la mitad del valor inicial de las joyas subastadas.
Las prendas estuvieron exhibidas en el Salón Venustiano Carranza de la antigua residencia presidencial, donde centenares de curiosos asistieron durante la semana para deslumbrarse con el brillo de los 227 diamantes de diferentes quilates incrustados en un reloj Piaget confeccionado en oro blanco de 18 quilates. Se trata de la joya más cara de las que el domingo salieron a subasta, con un precio inicial de más de 2.953 millones de pesos (algo más de 155.000 dólares). Y aunque Viloria y su compañera Vicky Barrera hicieron su mejor esfuerzo para atraer la atención de algún posible comprador, la prenda seguirá entre el inventario del SAE, dado que la puja se declaró desierta. Lo que sí pudieron subastar los entusiastas vendedores fue un trocito del Titanic: un reloj Romain Jerome con carátula confeccionado con metal extraído de la tristemente legendaria embarcación. Su nuevo dueño pagó por él 170.900 pesos (casi 9.000 dólares).
El valor de las prendas fue establecido por peritos especializados, aunque desde el SAE explican que esos precios son menores a los del mercado. El SAE es el organismo a cargo de proteger los artículos, dinero y hasta bienes inmuebles que las autoridades mexicanas incautan, a la espera de que un juez fije su destino. “La mayoría de estas joyas provienen de procesos judiciales federales que pueden ser de diversos tipos, penales, fiscales o mercantiles. A partir de los resultados de esos procesos se nos da al SAE la posibilidad de poder venderlos”, explicó Nabiha Saade, directora ejecutiva de Comercialización de Bienes y Muebles e Inmuebles del SAE. Saade no especificó qué prendas podrían haber sido incautadas al crimen organizado en un país donde la Fiscalía confiscó entre 2007 y 2017 al menos 564 bienes inmuebles, 70 embarcaciones y 4 aeronaves, la mayoría ligadas al lavado de dinero. Lo que sí explicó la funcionaria es que uno de los relojes en subasta, de marca Cartier, fue un regalo hecho a un funcionario público, quien tuvo que entregarlo porque su valor superaba el precio que la administración pública le permite aceptar.
Al final de la subasta quedaron desiertas 42 prendas, incluidas las de más valor, y el nivel de participación no fue el esperado por los organizadores, quienes habían programado una asistencia de entre 250 y 300 personas. El domingo, en el entarimado dispuesto entre los hermosos jardines de Los Pinos, solo 70 personas se habían reunido para escuchar a Marco Viloria y Vicky Barrera alentarlos para sacar la chequera y hacerse con alguna de las joyas incautadas por la justicia mexicana.