Más del 46 por ciento del gasto designado a los programas sociales prioritarios del Gobierno federal en 2019 ya se ha ejercido, pero la falta de reglas de operación abre la puerta a la discrecionalidad, además no es posible saber si el dinero se está gastando bien o la inversión rendirá los frutos que se buscan
Ago 5, 2019
El Gobierno federal ha metido el acelerador en el gasto de programas sociales que son fundamentales para la Cuarta Transformación, pero que no cuentan con reglas de operación.
De acuerdo con el Informe del Avance Financiero de los Principales Programas Presupuestarios, correspondiente al segundo trimestre del 2019, algunos de éstos ya han consumido todos —o casi todos— sus recursos asignados para este año.
En varios casos se trata de dinero que no debe seguir reglas de operación, lo que abre la puerta a la discrecionalidad y la poca transparencia para su ejecución.
La Secretaría de Hacienda dio a conocer en ese informe que, en general, el Gobierno federal ha gastado el 46.2 por ciento (418 mil 260 millones) de los 904 mil 707 millones de pesos que tenía presupuestados, en el 2019, para sus principales programas.
Sin embargo, algunos de éstos ya gastaron entre el 70 y el 100 por ciento —o más— de los recursos que tenían programados para el 2019
Al no tener reglas de operación, no existe un manual donde se especifiquen objetivos, población objetivo, metas que se persiguen y tampoco se sabe cómo se van a otorgar y a quienes; todo ocurre de acuerdo a la dependencia que opera el programa.
Inmediatamente después de que ganó las elecciones del 1 de julio del 2018, el entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO) comenzó con el levantamiento de un padrón de quienes serían beneficiarios de sus programas.
Para ello, se reclutó a voluntarios que fueron conocidos como “Servidores de la Nación”, que iban casa por casa en las zonas populares del país —principalmente— anotando a quienes podrían ser beneficiarios de estos programas.
Una vez que se dieron a conocer algunos de estos, como Jóvenes Construyendo el Futuro o las becas para estudiantes Benito Juárez, también se abrieron registros en línea para que los interesados pudieran registrarse y recibir los beneficios.
Al no tener reglas de operación, no es posible saber si el dinero se está gastando bien. No se puede tener control sobre si hay o no beneficiarios duplicados; si está llegando a las personas que realmente necesitan los apoyos; o si la inversión en esos programas rendirá los frutos que se buscan.
La entrega de recursos mediante programas sin reglas de operación no es nueva, pero ahora hay una diferencia: antes mucho de ese dinero se entregaba para el pago de obras a estados y municipios, y ahora se está dando directamente a las personas. Esto no garantiza, sin embargo, que se haya erradicado la politización en la entrega de esos recursos.
Sin rendición de cuentas en programas sociales
Gastar el dinero público en programas sin reglas de operación es exponer el ejercicio presupuestal al manejo discrecional y a que no sea invertido con éxito.
Especialistas en finanzas públicas coinciden en que la mejor manera de emplearlo es mediante programas con reglas y objetivos claros y medibles.
Para Mariana Campos, coordinadora del programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de la organización México Evalúa, una de las debilidades del gobierno del presidente López Obrador es que continuó con la tendencia a gastar el dinero del erario en programas sin reglas de operación, como ocurría en el sexenio pasado.
Una de las debilidades de la Federación es el uso de recursos en programas sociales sin reglas de operación, lo que para especialistas en finanzas es un paso atrás en la evaluación y el seguimiento del gasto
“A nosotros nos decepcionó tremendamente el tema de los programas sociales sin reglas de operación, los programas de subsidios emblemáticos de esta administración —como Jóvenes Construyendo el Futuro o Sembrando Vida— que no tienen reglas de operación.
“Fue la primera aprobación del Presupuesto de este gobierno y pasa una cantidad de recursos, igual a lo que hacía Enrique Peña Nieto, un presidente que pasó a la historia por un mal manejo de los recursos públicos”, señala Campos.
Las reglas de operación de los programas gubernamentales surgieron en el año 2008, durante la presidencia de Felipe Calderón, para evaluar el desempeño del gasto.
Se trató de poner reglas a cómo debía gastarse el recurso, a quién debía entregarse y establecer metas y objetivos para saber si se abatía el problema que pensaba combatirse.
A partir del gobierno de Peña Nieto, la tónica presupuestal cambió y comenzó a gastarse más en programas sin reglas de operación.
“Cuando uno se pone a pensar en los esfuerzos tan fuertes que está haciendo la sociedad mexicana por esta austeridad, y que mucho de este dinero se esté yendo a estos programas sin reglas de operación, que tienen riesgos de corrupción y bajo desempeño, pues entonces es cuando uno cuestiona lo que está pasando”, lamenta Campos.
Alejandra Macías, directora de Investigación del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), afirma que el gobierno dio un paso atrás en la evaluación y seguimiento del gasto y decidió universalizar los programas sociales.
“El hecho de poder focalizar los beneficios a la población que realmente lo necesita, fue un trabajo que nos costó muchos años y ahora se hace de manera universal. Como que regresamos, tal vez son como políticas cíclicas.
“Aquí el punto, si me preguntas si está bien o está mal, te puedo decir que no lo sé porque no tenemos una evaluación que nos diga si la focalización es mejor o la universalización es mejor, si hay mejor distribución de recursos o no la hay o si es regresiva o no lo es; no lo sabemos. Y es algo de lo que carecen los proyectos prioritarios de este gobierno”, sostiene Macías.
Estos programas prioritarios gubernamentales, apunta, no tienen un diseño, una evaluación de diseño o un monitoreo efectivo, por lo que no se conoce si este tipo de gasto tendrá beneficios o no
“Si no tenemos evaluaciones objetivas, independientes, no lo vamos a saber”, sentencia Macías.
Por ello es vital para el país que instituciones como el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Pública (Coneval) mantengan su independencia y continúen entregando evaluaciones objetivas de los resultados de la aplicación del gasto, indica.
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Acelerador a fondo
El ejercicio de los recursos federales ha sido acelerado en algunos apoyos que son considerados prioridad para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El programa Jóvenes Construyendo el Futuro, una de las banderas del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha gastado ya el 78.4 por ciento de sus recursos, en el componente que maneja la Secretaría de Educación Pública.
La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador ha apresurado el ejercicio de los recursos destinados a los programas bandera como Jóvenes Construyendo el Futuro y la Beca Universal Benito Juárez
Para el 2019 se programaron 4 mil 320 millones de pesos; hasta junio de este año ya se habían gastado 3 mil 385.5 millones.
No ocurre lo mismo con la parte que es manejada por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, que tiene a su disposición 40 mil millones de pesos para Jóvenes Construyendo el Futuro, pero solo ha ejercido 4 mil 918, apenas un 12 por ciento del total del año.
Otro programa que pronto terminará con los recursos asignados para este 2019 es el de la Beca Universal para Estudiantes de Educación Media Superior Benito Juárez, a la que se le asignaron recursos por 17 mil 280 millones de pesos de los que ya se ejercieron 14 mil 686, es decir, un 85 por ciento del total.
El programa de Producción para el Bienestar, manejado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, tuvo asignados 9 mil millones de pesos, de los que ya se invirtieron 7 mil 238 millones de pesos, el 80.4 por ciento del monto destinado
Este programa tiene como objetivo que “los pequeños y medianos productores incrementan la producción de granos en sus predios (maíz, frijol, trigo panificable y arroz)”, de acuerdo con el portal de Transparencia Presupuestaria.
El Fondo Regional, único de los programas del pasado que sobrevivieron a los cambios en el Ramo 23 de Provisiones Salariales y Económicas, lleva un avance considerable para ser el primer semestre del año.
En este Fondo se entregan recursos a gobiernos municipales y estatales para la construcción de obras; sin embargo, al ser un subsidio, se otorga sin reglas de operación mediante la firma de convenios con los gobiernos locales.
Para 2019 se presupuestaron mil 868 millones de pesos; de acuerdo con datos de Transparencia Presupuestaria, de la Secretaría de Hacienda, hasta junio de este año ya se habían invertido mil 848 millones de pesos, un 98.9 por ciento.
El Fondo Regional era uno de los programas que en los dos sexenios anteriores, de Felipe Calderón (PAN) y Enrique Peña Nieto (PRI), sirvió para entregar recursos multimillonarios a gobiernos locales, sin tener reglas de operación.
En ambos, el dinero entregado a través de este Fondo superó al presupuestado. De seguir con ese ritmo de gasto, los recursos también serán sobrepasados en este gobierno.
El programa de Apoyo a Centros y Organizaciones de Educación, que tampoco tiene reglas de operación y es manejado por la Secretaría de Educación Pública, gastó en los primeros seis meses del año el 233 por ciento de presupuesto que tenía programado para el 2019.
Su gasto ascendió a mil 402.9 millones de pesos, 2.3 veces más que los 600 millones de pesos que fueron aprobados para este año.
Hay otros programas sociales que, al contrario, no han tenido el ritmo de gasto que se esperaba
Uno de ellos es el de Universidades para el Bienestar Benito Juárez, mediante el cual el gobierno federal planea construir 100 planteles universitarios en todo el país
De los mil millones que tiene presupuestados, este programa no ha invertido un solo peso. El avance ha sido nulo.
El programa de Microcréditos para el Bienestar, manejado por la Secretaría de Economía, tuvo recursos por 3 mil 33 millones de pesos, de los que ha ejercido apenas 634 millones, un 20 por ciento.
El programa Sembrando Vida, manejado por la Secretaría de Bienestar, tiene 15 mil millones de pesos presupuestados para el 2019, de los que ha gastado 3 mil 997, apenas el 26 por ciento del total y el 39 por ciento del programado a junio.
Programas sociales en el olvido
El gobierno federal ha decidido dejar atrás programas de anteriores administraciones y dar lugar a los que fueron creados ya en este sexenio.
Uno de los programas sociales que ha sido marginado es Prospera, programa para la Inclusión Social, en su componente de la Secretaría de Educación Pública, que solo ha ejercido el 51 por ciento del gasto programado a junio.
Prospera —antes Oportunidades—, que fuera el programa estrella de combate a la pobreza en los dos gobiernos anteriores, tuvo 41 mil 652 millones de pesos asignados para este año y solo se ejercieron 13 mil 11 millones.
Al programa de Proyectos de Infraestructura Social de Salud se destinaron 390.5 millones de pesos, de los que solo se ejercieron 400 mil pesos, un 0.7 por ciento del programado a junio y un 0.1 por ciento del total.
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Presupuesto a la vista
El 8 de septiembre próximo, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador deberá entregar el Paquete Económico del 2020, en el que su principal reto será cuadrar el Presupuesto de Egresos a los ingresos y a la meta de gasto del gobierno.
En días recientes ya se han acelerado los movimientos entre los distintos actores políticos para el Presupuesto de Egresos 2020, donde se espera que el Ejecutivo y la SHCP tomen nota de las áreas de oportunidad para aumentar la eficiencia del gasto, sin que se resientan los principales programas sociales.
El principal reto del Paquete Económico del 2020 será que los gastos que el Ejecutivo planea hacer en programas sociales cuadren con los ingresos que se tendrán sin recortar a rubros como salud, educación ni infraestructura
Alejandra Macías, directora de Investigación del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), comenta que la Secretaría de Hacienda deberá procurar que los gastos que el Ejecutivo planea hacer en programas sociales cuadren con los ingresos que se tendrán, sin dejar de lado los compromisos ineludibles que tienen las finanzas públicas.
“El primer reto es cuadrar el presupuesto. El segundo reto es que no le sigan recortando a Salud, a Educación y a infraestructura porque como ya tenemos gastos tan grandes ineludibles (pensión, deuda), pues tienen que recortar de algún lado, sobre todo si se espera tener un superávit del 1 por ciento, no seguir endeudándose, etcétera. La pregunta es de dónde va a salir”, manifiesta Macías.
En el caso de los programas sin reglas de operación, recalca que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) tendrá que hacer un trabajo fuerte para revisar que el gasto haya sido aplicado correctamente y se cumplan los objetivos
Otro punto importante de la forma en que el actual gobierno está gastando dinero es que no se ha eliminado el componente político, pues aunque en el pasado se entregaba discrecionalmente a gobiernos estatales y municipales para favorecerlos, ahora solo se están eliminando intermediarios, lo que cambia solo la forma de politizar el gasto.