La economía está empantanada, a consecuencia de una caída en la inversión y el gasto público. Ambos efectos, internos, se han gestado con el cambio de administración, coincidieron especialistas.
La víspera, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) publicó los datos revisados del producto interno bruto (PIB) al tercer trimestre de 2019, mismos que dieron pie a una jornada en la que se debatió si la economía mexicana entró en recesión técnica, al haber sumado tres trimestres con variaciones negativas.
Y es que hay tres formas de presentar los datos: el primero, la variación trimestral. Entre julio y septiembre de 2019 el PIB no registró cambio respecto de abril-junio, desempeño de cero por ciento; pero los tres trimestres anteriores (de octubre de 2018 a junio de 2019) la economía se contrajo 0.1 por ciento en cada periodo.
El segundo es la comparación anual. Se confrontan los datos de julio a septiembre de este año con los mismos meses de 2018. En el tercer trimestre de 2019, el PIB registró una caída de 0.2 por ciento, siendo el dato negativo más alto desde la crisis financiera de 2009.
Por último, las cifras acumuladas de enero a septiembre, que exhiben una economía con crecimiento de cero por ciento frente a los mismos nueve meses de 2018.
En todos los escenarios, lo única opinión homogénea es que la economía está estancada. Decretar que hay recesión o no "es una discusión un poco absurda, como fue la celebración del Presidente cuando en el segundo trimestre los datos sugerían que la economía había crecido 0.08 por ciento", manifestó Raúl Feliz, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas.
"Si estamos viviendo una recesión o un empantanamiento es discutible", sostuvo. Ello, porque las contracciones de finales de 2018 y los primeros seis meses de este año están tan cerca de cero que hasta ahora sólo reflejan que "la economía se paró".
Explicó que una recesión implica un caída generalizada de la mayoría de las variables y en gran parte del territorio. Por el momento, en el país sólo se han desplomado la inversión y el gasto público, mientras las exportaciones crecen, lo mismo que el consumo –que es casi 70 por ciento de la economía–. El empleo se mantiene.
"Hay cambio de reglas. Las que estaban podrían ser corruptas, ineficientes y malas, pero eran las que ya conocían. Súbitamente, al cambiarse, que además no se han definido cuáles son, hay incertidumbre al respecto", comentó.
Sus declaraciones coinciden con las de Carlos Ramírez, investigador de Integralia, quien dice que la contracción del último trimestre de 2018 tiene origen en la decisión de cancelar, a finales de octubre, el aeropuerto de Texcoco.
Ramírez consideró que "no hay ninguna duda de que se cumple en estricto sentido técnico lo que es una recesión", pero el dato más importante, a su parecer, es el estancamiento y que desde 1995 la situación económica viene de las políticas internas y no del contexto internacional.
Carlos Vázquez, investigador de deuda en el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, detalló que los datos que difundió el Inegi no apuntan a una contracción en los términos del Buró Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos, que implicarían industria, comercio y consumo en números rojos.
"No está cayendo toda la actividad económica en su conjunto. Sólo la industria". Añadió que todo ello está asociado, en particular, con la caída de la construcción. "Si tu sector más importante está congelado, en espera de mayor certidumbre, vas a tener frenada toda la inversión para otros sectores."