Los hermanos Julio César y Luis Serna Chávez, subalternos del ex jefe de Gobierno, temen ser capturados por malversación del erario público y usar sus cargos para tejer una red de bienes inmobiliarios.
Excompañeros los señalan como dictadorzuelos, que usaban el poder público para enriquecerse descomunalmente.
Los hermanos Julio César y Luis Serna Chávez, subalternos de Miguel Ángel Mancera cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad, ya no se encuentran en el país, debido a que tienen miedo a ser capturados por malversación del erario público y tejer una red de bienes inmobiliarios.
Integrantes de su equipo aseguran que no han sabido de ellos en los últimos meses. Ya no han recibido instrucciones y en la última conversación que sostuvieron con el particular y jefe de Oficina de Mancera se les pidió manejarse con bajo perfil.
Pero un problema de los hermanos Serna Chávez es que a ellos siempre les faltó la prudencia que pidieron a sus excolaboradores. Eran cortesanos, los describe alguien que tuvo ocasión de tratarlos en la Jefatura de Gobierno y que califica esa experiencia como una de las peores que tuvo. Sin embargo, lo más relevante, es que funcionarios de alto nivel se quedaron con esa misma impresión. Los ánimos de cubrir a los excolaboradores de Mancera ante las investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera serían, por tanto, muy escasas.
En redes sociales, Julio, amigo de Mancera desde la infancia, dejó de tener actividad desde finales del 2018, cuando comenzó la transición del nuevo Gobierno; en tanto que Luis, quien fue el encargado de la agenda del exmandatario perredista, dejó de publicar en Twitter y Facebook desde octubre de 2019.
La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) tiene una carpeta de investigación contra Luis Serna por un supuesto lavado de dinero y evasión fiscal, durante el tiempo en que fue funcionario del primer círculo del ahora senador Mancera.
La investigación se centraría en que el exsecretario particular de Mancera y su equipo, pues habrían actuado como supuestos prestanombres del exjefe de gobierno, además de otros funcionarios para, presuntamente, permitir la acumulación de bienes inmuebles.
Se dice que las casas, departamentos y otros activos no declarados, permitirían a Mancera reportar fiscalmente presuntos ingresos por al menos 6 millones de pesos mensuales, por concepto de arrendamientos inmobiliarios.
El otro hermano, Julio César, fue inhabilitado en septiembre pasado por 10 años para trabajar en el servicio público, luego que la Secretaría de la Contraloría General detectó irregularidades durante su administración al frente de la Central de Abasto, cargo que le dio el mismo Mancera al iniciar su gobierno.
El tema no avanzó más, puesto que en diciembre pasado Julio tramitó un amparo contra cualquier acto privativo de libertad u orden de aprehensión, según el número de expediente 1096/2019.
Como Julio, otros exfuncionarios de Mancera han obtenido amparos contra órdenes de aprehensión. Por ejemplo, el exsubsecretario de Finanzas y exjefe de asesores, Miguel Ángel Vázquez, y el exdirector del Instituto de Vivienda (Invi), Raymundo Collins.
PODER Y CODICIA. Ahora que salió a la luz la forma en que los hermanos Serna servían de “tapadera” y de prestanombres al exjefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, se escucha un par de voces que los señalan como los artífices de las arbitrariedades, malos tratos, negociaciones turbias, nombramientos en el gabinete, permisos… Los que tenían el poder en la administración mancerista y no lo compartían.
Quienes trabajaron con Luis y Julio César describen a los amigos de Mancera como dictadorzuelos, que usaban el poder público para enriquecerse descomunalmente.
Sus acciones desataron el enojo tanto en público como en privado contra exsecretarios, asesores y colaboradores, cualquiera de ellos puede señalarlos por sus malos manejos y sus arrogantes acciones.
Luis y Julio, particular y jefe de Oficina de Mancera, impusieron su poder con anuencia de su jefe, ellos tenían la facultad, sobretodo Luis, de solicitar la renuncia a los funcionarios que desde su perspectiva hicieron mal las cosas, uno de ellos, el exprocurador Rodolfo Ríos, quien dejó el cargo bajo el argumento de concluir metas personales, aunque todo mundo sabía que el asesinato de 5 personas en un edificio de la Narvarte, fue el motivo por el que dejó el puesto. Luis fue pieza clave para que Edmundo Garrido Osorio se quedara en el puesto y así controlar la dependencia desde su oficina.
El poder de los hermanos era tanto que a la salida de uno de ellos, Julio César, de la Ceda, crearon un nuevo cargo: Jefe de la Oficina del Jefe de Gobierno, sitio desde donde se operaban estrategias, se autorizaban permisos y se realizaban tácticas como la de, en un principio, dar atribuciones a tres diputados: Leonel Luna, Mauricio Toledo y Jorge Romero, para manejar los recursos para la reconstrucción del 19-S.
El poder de los Serna terminó apenas y Mancera decidió que José Ramón Amieva sería el jefe de Gobierno Interino, cargo al que aspiraban Julio y Luis, sin éxito. Ambos salieron del Gobierno de la Ciudad y reubicaron su músculo, tanto político como económico, a la campaña de Alejandra Barrales, quien fracasó en su intento de convertirse en mandataria capitalina.