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El casino que detonó el turismo en Cuernavaca

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El hotel Casino de la Selva de Cuernavaca, Morelos, fue considerado el impulsor del turismo en esta ciudad desde los años 30. Albergó a figuras de todo el mundo. El clima de este lugar y su ubicación lo hizo un lugar de encuentro e inspiración. Hoy ya no existe

Después de la Revolución, vino la reconstrucción. Esto detonó los inicios del turismo en Cuernavaca, Morelos, por su cercanía con la Ciudad de México. Su agradable clima y cielos despejados que prevalecen todo el año contribuyeron a la creación de un espacio que inicialmente sería una casa de apuestas.

En 1931 se pensó que el lugar estuviera ubicado cerca de la estación del tren, que en ese momento estaba a las afueras de la ciudad. Un grupo empresarios se asociaron en comités y crearon las primeras empresas hoteleras. Figuras como el Club de Golf Cuernavaca, el balneario de Chapultepec y el mismo Hotel Casino de la Selva resplandecieron en este periodo.

Vacaciones en el Casino de la Selva. A propósito, la regadera que aparece en el 0:38 era automática y fue inaugurada el 8 de abril de 1933. Video del Archivo de la Cineteca Nacional.

A este lugar lo llamaron “casino” porque iba a ser una casa de juego. En esa época permanecía la prohibición de alcohol en Estados Unidos. Entonces los empresarios mexicanos trataban de abrir un mercado en el país para recibir a quienes querían beber y apostar como desde 1927 habían hecho con el casino Agua Caliente, en Tijuana.

Y lo nombraron “de la selva” porque se ubicó sobre una parte de los extensos terrenos del parque ahora llamado Melchor Ocampo, donde también estaba la tejería (ladrillera), que era un terreno selvático gracias a varios nacimientos de agua.

Este nuevo casino en Cuernavaca contaba con un edificio principal donde estaban los salones con mesas de ruleta, bacará y póker, y otros doce edificios laterales con habitaciones sencillas para los que quisieran pernoctar.

Todos los edificios del Hotel Casino de la Selva de ese momento y los que se agregaron después fueron construidos con ladrillos de la “tejería”, cuyos productos tenían un alto valor estético por su prensado tipo vidriado.

Durante la última remodelación del Casino de la Selva, a inicios de los 80, se cambió el acceso principal hacia la calle Vicente Guerrero. Antes era por la calle de Leandro Valle. Foto antigua tomada de Archivo/EL UNIVERSAL. Foto actual de Angélica Petit de Murat.

La iniciativa del casino surgió cuando un grupo de inversionistas mexicanos y españoles creó la Compañía Sociedad Hotelera Hispanoamericana. Se dijo que el proyecto rivalizaría con los mejores del mundo. Probablemente fue una declaración arriesgada, pero puso la lupa sobre esta región del país.

El estilo arquitectónico que marcó la primera época del casino fue neocolonial con detalles decó, característicos del arquitecto Francisco J. Serrano, aunque hasta la fecha esto no ha sido confirmado.

El contratista de la obra fue el español Manuel Suárez y Suárez, quien la entregó terminada en cuanto a los primeros tres edificios y el frontón. El espacio sólo funcionó como casino durante dos años pues Lázaro Cárdenas asumió la presidencia del país y en cumplimiento a su promesa de campaña de erradicar los sitios de apuestas, mandó cerrar todos los casinos y casas de juego que había en el país.

Así, los integrantes de la Sociedad Hotelera Hispanoamericana, dueños del Casino de la Selva, cambiaron el giro del negocio relanzando el casino como un hotel familiar, para lo que agregaron una serie de cabañas o bungalows y una alberca olímpica, en un intento de recuperar la inversión inicial.

Pasados dos años, los socios estaban endeudados con el estado de Morelos que les había dado varias facilidades y con Suárez y Suárez, contratista principal de la obra, al grado que se les incautó el inmueble.

El gobierno morelense no podía hacerse cargo de impulsar el proyecto de un gran hotel como el Casino de la Selva, por lo que recurrió a Suárez y le ofreció la condonación de la deuda si él se encargaba de dirigir, ampliar y administrar el casino, quedando como único dueño.

Ya sin socios de por medio y con todo el apoyo de Vicente Estrada Cajigal, entonces gobernador del estado, Suárez se dio a la tarea de embellecer las habitaciones, además de construir más bungalows distribuidos en distintas zonas del inmenso terreno y a la alberca principal le agregó un área con arena traída desde Acapulco.

Para tapar la bomba de agua que alimentaba la piscina se construyó una estructura que simulaba una montaña rocosa, de la cual salía una cascada. Alrededor se dispusieron pequeñas cabinas donde los visitantes que no se hospedaban podían cambiarse y bañarse en las albercas. También agregaron un chapoteadero para niños e hicieron otras mejoras.

El casino tuvo un éxito tal que Manuel Suárez se asoció con Jesús Martí Martín, arquitecto del exilio español y a través de la Cía. Vía y Obra S.A. reclutaron al también arquitecto Félix Candela, del mismo grupo, en 1946. Agregaron un segundo piso a las dos hileras de habitaciones de los edificios laterales, remodelaron los bungalows y se agregaron otros, terminando en un total de 36.

Diez años después, el casino no había dejado de crecer. Entonces se tiraron las bardas colindantes para agregar al terreno quintas y casas aledañas que se integraron al conjunto.

Paulatinamente, Suárez incorporó nuevos elementos artísticos como murales, esculturas y obra arquitectónica, como el restaurante “Los Relojes” y la capilla que más tarde se convirtió en discoteca, ambos edificios diseñados por Félix Candela.

Como dato curioso, en las quintas y algunos bungalows se hospedaron los pintores, escultores y arquitectos mientras trabajaban en dotar con su arte al Casino de la Selva. Por ejemplo, el muralista David Alfaro Siqueiros, quien fue el encargado de pintar el mural de la sala de convenciones del casino y que más tarde volvió para proyectar lo que después sería el Polyforum Siqueiros, que inicialmente fue pensado para Cuernavaca y que terminó en el Hotel de México (hoy el World Trade Center), propiedad del mismo Suárez.

Quedan los recuerdos

Alejandra Pérez conoció el casino en sus veintes, cuando su novio la invitó a pasear. “Todos me hablaban del Casino de la Selva y decía yo: ‘¿qué habrá leones o qué cosa?’. Pues hay que ir a dar una vuelta aunque sea por fuera”. Así la joven pareja cumplió su ilusión de visitarlo, pero con poco tiempo y dinero.

Primero tomaron “el guajolotero” en el centro de Cuautla y una vez en Cuernavaca los jóvenes caminaron hasta el casino. Una vez ahí compraron dos tortas y dieron un paseo.

“Muy bonito el lugar. Había hartos árboles, de esos pinos bien frescos. La gente cuando hablaba del casino era como: ‘¡Uy!, ir a Cuernavaca y no pasar aunque sea por fuera, es como si no hubieras ido”, dice.

Los recuerdos en la mente de la mujer de 73 años siguen intactos. Ese día fue el único que pudo estar en el casino “aunque sea por fuera”, porque tenía que volver temprano a casa pues su abuela era muy estricta con ella. Si llegaba noche, ya no le daría más permisos.

Los años pasaron, se casó, tuvo cuatro hijos y por una u otra razón, jamás volvió. Ahora no está segura si el casino sigue en pie o si lo agarraron para alguna dependencia, dice. “Creo que lo convirtieron en tienda. Pero ha de haber una historia por ahí porque fue muy importante, fue bien famoso”.

“Los Relojes” fue demolido, pero la sociedad civil demandó su reconstrucción. Sin embargo, no se reubicó en el lugar donde estaba el original. Así luce actualmente y alberga un restaurante. Fotos: Angélica Petit de Murat

Por otro lado, el arquitecto Adolfo Callejas, quien reside en Cuernavaca desde hace 24 años cuenta que el Casino de la Selva fue un punto de referencia de la ciudad, que para entonces ya estaba rodeado de fraccionamientos.

El arquitecto de 62 años comparte que en su juventud en los años 70 el casino había mermado su importancia como hotel y balneario, pero la capilla convertida en discoteca era muy popular entre los jóvenes.

Era común que los muchachos de la Ciudad de México se juntaran a cenar en el centro de Cuernavaca para luego ir a bailar al Casino de la Selva o ver un espectáculo en el restaurante de “Los Relojes”, caracterizado por las estructuras de cascarón de Candela.

Terminan las noches mágicas

En 2001 una cadena de tiendas de autoservicio compró el terreno para construir ahí una de sus sucursales. Vecinos de la zona, ambientalistas y defensores de la memoria histórica protestaron para impedir la demolición del inmueble.

Este lugar fue el impulsor definitivo del turismo en Cuernavaca y su preservación abrió el debate sobre cómo se deben conservar estos sitios, si se deben seguir los intereses económicos o si las historias de las personas tienen más valor. Este texto no pretendió ahondar en las protestas contra la destrucción del antiguo hotel.

En este lugar cercano a los árboles, las personas echaron raíces sobre un sitio que ya no existe. O quizá sí. Una publicidad de los años 30 que invita visitar el casino, dice: “La noche está de acuerdo con nosotros y nos aconseja soñar”.

Fuentes:

Hemeroteca y Fototeca de EL UNIVERSAL.
Archivo Histórico Municipal de Cuernavaca, Morelos.
Entrevista a Carlos Lavín, cronista e historiador de Cuernavaca.
Entrevista a Marcos Manuel Suárez Gerard, nieto de Manuel Suárez y Suárez.
Testimonio de Adolfo Callejas.
Testimonio de Alejandra Pérez Castillo.
Información de Andrea Rodríguez Zárate, gerente de mercadotecnia del Papalote Museo del Niño, Cuernavaca.
Guía de viaje sobre la Ciudad de México y sus alrededores, de Harold Maxson (1920). https://bit.ly/2PQAOwS
“‘¿Le gusta este jardín?’: El conflicto por el Casino de la Selva”, ensayo de José Carlos Hesles Bernal, publicado por el Instituto Mora. Acceso: https://bit.ly/2x9zPB8
“Terry's guide to Mexico”. Acceso: https://bit.ly/2xF52N7

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