El país pasó del lugar 50 al 53 en el último año, y ha retrocedido desde el puesto 32 que alcanzó en 2013, debido al debilitamiento del desempeño económico y recientemente por la pandemia del COVID-19.
La competitividad de México va a la baja, así lo demostró su caída de 3 posiciones al sitio 53, de 63 economías analizadas en el ranking de competitividad del IMD Business School, y en gran parte se debió al debilitamiento de su desempeño económico con la caída del PIB de 0.3 por ciento en 2019, dijo José Caballero, economista para México.
“Es el resultado de una disminución del crecimiento del PIB y una desaceleración de la inversión”, dijo en entrevista con El Financiero.
El reto que México enfrenta este 2020 es la implementación de políticas económicas y sociales para acelerar la recuperación después de los efectos del “Gran Encierro” por la pandemia del COVID-19, así como mejorar el ambiente de negocios con menor incertidumbre y en aspectos de justicia y seguridad, expuso el especialista desde Suiza.
En este sentido, para alcanzar tasas de crecimiento de entre 3 y 4 por ciento, México debe promover el mercado interno a través de la innovación, así como impulsar reformas estructurales en educación y energía.
El ranking se basa en el análisis de 20 indicadores a través de cuatro pilares: desempeño económico, eficiencia del gobierno, eficiencia de los negocios e infraestructura; además de que se acompaña de una encuesta de opinión a ejecutivos sobre los 5 aspectos que perciben como principales atractivos de su economía.
“Nuestra encuesta de opinión ejecutiva muestra una fuerte disminución (40 a 51) en términos del impacto en el marco legal y regulatorio sobre la competitividad”, dijo el experto.
Empleo y educación, las claves
México puede salir más fuerte de la crisis siempre que priorice los factores que hacen que su economía sea más resistente como la promoción del emprendimiento y la innovación, así como el apoyo continuo a las pequeñas y medianas empresas, que pueden contribuir a aumentar los niveles de empleo, expuso Caballero.
De igual forma, el país debe garantizar la calidad de la educación, reforzar los programas actuales de aprendizaje y capacitación de empleados, para preparar a la fuerza laboral para los desafíos por venir y fortalecer la infraestructura de salud, lo que contribuirá en gran medida a la competitividad del país.
El mayor impacto de la pandemia es en el segmento de la población más vulnerable, con el riesgo de un aumento severo de las desigualdades socioeconómicas en el largo plazo, alertó el especialista.
“Tal aumento en las desigualdades puede tener un tremendo efecto general. Impactaría cualquier avance en el desarrollo humano. Además, dependiendo de la efectividad de las respuestas del gobierno a la crisis y de cómo la población las perciba, puede haber un resultado negativo reflejado en una disminución de la confianza en las instituciones”, apuntó.
Trayectoria a la baja
La trayectoria de México va a la baja en el IMD World Competitiveness Ranking con el lugar 53 alcanzado este año, comparado con el 45 del 2016 y a pesar de que el año pasado pudo escalar un peldaño en las tablas.
En esta edición del índice 2020, la contracción del PIB de México en 2019 en 0.3 por ciento, ubicó al país en el lugar 59 dentro de las 63 economías analizadas, fue el indicador más débil y por la inflación obtenida de 3.64 por ciento en 2019, se ubicó en el lugar 52.
En términos de eficiencia del gobierno, México disminuyó en finanzas públicas, marco institucional y legislación empresarial. Todos los factores de infraestructura, que son infraestructura básica, tecnológica, científica, de salud y educación, permanecen bajos.
Sobre el entorno empresarial, la eficiencia empresarial mejoró ligeramente del lugar 49 a 48; aunque la productividad bajó levemente del 47 al 48, las medidas del mercado laboral, las prácticas de gestión y las actitudes y valores, todos mejoraron.
“Esto a pesar de una ligera disminución en la efectividad de la legislación empresarial”, indicó y añadió que en términos de incertidumbre, “las medidas de riesgos de inestabilidad política y el Estado de derecho siguen siendo bajas. Y aquellos que capturan el impacto de la transparencia, el soborno y la corrupción muestran un desempeño deficiente. De igual forma, la eficacia del marco legal y regulatorio experimentó una recesión y la administración justa de la justicia sigue siendo deficiente”.
Este año fueron economías pequeñas las que se posicionaron en el Top 3 del ranking: Singapur, Dinamarca y Suecia fueron los países más competitivos del mundo; en tanto que Hong Kong y Estados Unidos, que habían sido el segundo y tercer lugar el año pasado, cayeron al sitio 5 y 10, respectivamente.