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LA CRÓNICA DE HOY: “El COVID no es adivinanza, nos ha faltado su detección en el primer contacto”…

Crónica rescata ahora el testimonio del doctor Sierra, quien atiende un consultorio aledaño a farmacia en un barrio marginado de Xochimilco. Según el Cenaprece, 3 de cada 10 enfermos en el país se atienden en los denominados CAF; los médicos a cargo calculan un porcentaje mayor

"Nos hace falta mucho camino. Me han llegado pacientes graves, que habían visto antes a dos o tres médicos. La falla en la detección de primer contacto ha sido evidente: los diagnosticaban con una infección o una gripa, se ignoraban los criterios de sospe

Segunda parte

Su esposa le ha dicho: “Es domingo” o “son las 3 de la mañana y tú contestando mensajes”. La respuesta de él siempre ha sido la misma: “Para los paciente no hay horarios ni descansos, estoy más tranquilo si sé que están bien”.

—¿Cuál es su motor?— se pregunta al médico Saúl Sierra, quien trabaja en un consultorio aledaño a una farmacia en Ampliación Nativitas La Joya, una de las colonias con mayor incidencia de casos durante el COVID-19.

—Le tengo mucho respeto a la vida…

De acuerdo con datos del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece) de la Secretaría de Salud, 3 de cada 10 enfermos en el país se atienden en los denominados Consultorios Adyacentes a Farmacias (CAF). “Las autoridades se quedan cortas: es mucho más de ese 30 por ciento —señala el doctor Sierra, egresado de la UNAM y con más de 17 años de ejercicio profesional—. Lo vemos hoy en los consultorios: las citas se dispararon durante el COVID, hay filas enormes de personas esperando para revisión”.

Él, por ejemplo, ha mantenido un promedio al día de entre 15 y 18 consultas, pero antes de la pandemia el porcentaje de pacientes con males respiratorios era bajo, ahora el 90 por ciento son enfermos confirmados COVID o sospechosos. “En los peores días, he tenido 15 pacientes agendados y 14 son de coronavirus”.

En el caso de la doctora Mónica Gómez, de Iztapalapa, cuyo testimonio ya fue plasmado en estas páginas, también hay pistas del crecimiento de visitas a los CAF: en tiempos normales, se ubicaban en el rango de 18 a 25 al día, y en la actualidad de 45 a 50. Y lo mismo ocurrió en el establecimiento de la doctora María de Lourdes Castañeda, de Milpa Alta: de 6 consultas pasaron a 20, un aumento de más del 300 por ciento.

Previo al COVID, alrededor de 350 mil mexicanos acudían al día a los CAF, y no eran sólo quienes carecían de seguridad social: por lo menos la mitad de ellos estaban afiliados al IMSS, ISSSTE u otras instituciones públicas, según cifras del Consejo General de Salubridad. Hoy, en medio de la crisis sanitaria, el número de visitas es incierto.

Sin embargo, este modelo de atención médica, sigue agrandándose. La Asociación Nacional de Distribuidores de Medicina (ANADIM) reunía a más de 4 mil 500 consultorios —de los 17 mil reportados a nivel nacional— y ofrecía casi 160 mil consultas diarias en el periodo febrero-marzo. “Durante la pandemia, nuestra red de CAF se ha ampliado: son cerca de 200 consultorios más”, afirma Guadalupe Palomino, Secretaria Ejecutiva de la Asociación, la cual agrupa a 17 cadenas farmacéuticas y de autoservicios.

En torno a la acelerada expansión de estos consultorios privados, Ruy López Ridaura, director general del Cenaprese, refiere: “Tenemos que llegar a los territorios y transformar el primer nivel de atención: los centros de salud tendrían que estar muy cercanos a las personas y están muy lejanos: no se identifica siquiera, y lo hemos preguntado en las encuestas, dónde están y quiénes son los médicos tratantes, por eso han proliferado mucho los consultorios asociados a farmacias”.

El déficit, señala, debe cubrirlo el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y un primer paso es la coordinación con las entidades sumadas al convenio de federalización, para realizar un diagnóstico completo del primer nivel de atención: “Con los gobiernos estatales y jurisdicciones sanitarias estamos definiendo cuántas personas hay, cuántos médicos, enfermeras y promotores de la salud, y dónde se necesita reforzar. Hay una iniciativa para aumentar la plantilla, con el objetivo de que este primer nivel resuelva el 85 por ciento de los problemas de salud en el país”.

Pero mientras eso sucede, contagiados de coronavirus y otros enfermos se arremolinan en torno a consultorios como el del doctor Sierra, ubicado en una de las colonias de mayor marginación de Xochimilco, donde confluyen hacinamiento e incredulidad poblacional. “Tuve el caso de una familia de cinco pequeñitos positivos, ¿cómo les podía pedir aislamiento si todos dormían en una sola recámara?”.

Ha adquirido fama en la zona por la cercanía con sus pacientes y él éxito en el tratamiento contra el virus: ha atendido a más de 300 contagiados y sólo han fallecido dos.

“A mis pacientes no los dejo a la deriva, les doy indicaciones precisas y estoy al pendiente de ellos, me mandan sus saturaciones por mensaje, dos o tres veces al día me comunico con ellos o sus familias para preguntar cómo están. A veces me mandan un whats app a las 2 o 3 de la mañana y les contesto. La relación médico-paciente es muy estrecha y por eso muchos prefieren seguir en el consultorio que ir a un hospital, donde pierden tiempo y la atención es fría”.

—¿Ese ha sido el secreto de la baja mortalidad entre sus pacientes?

—Eso, y la confianza que tengo en mis conocimientos, así como la actitud: aunque los vea muy mal les doy ánimos, les digo: vamos a echarle ganas y a poner toda la fe.

—¿Cuenta la fe?

—Demasiado, la fe del médico y la fe de los pacientes. Ellos llegan conmigo porque los recomendaron o porque son de años. Es un reto personal que salgan bien y entregar buenas cuentas a las familias. No los voy a dejar sólo, les repito, y te sientes reconfortado cuando regresan a la revaloración después de los 14 días, ya mejor. Eso no se paga con nada.

—¿Qué lección ha dejado COVID entre los médicos de consultorios privados?

—Nos hace falta mucho camino. Me han llegado pacientes graves, que habían visto antes a dos o tres médicos. La falla en la detección de primer contacto ha sido evidente: los diagnosticaban con una infección o una gripa, se ignoraban los criterios de sospecha y sintomatología. Si el médico no usa el oxímetro, si no ordena una placa de tórax o tomografía, fallará el diagnóstico. Nos ha faltado conocimiento, interés y capacitación: el COVID no es una adivinanza, no es un tito-tito-capotito, sino un virus letal…

Ámbito: 
Nacional
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