Prohíbe el Ayuntamiento congregación de personas en espacios cerrados y verbenas
A casi de un mes de realizarse el Grito de Independencia el próximo 16 de septiembre, el presidente municipal de Cuernavaca, Antonio Villalobos Adán puntualizó que no se permitirá que en las colonias se lleven a cabo celebraciones que den motivo a la aglomeración de ciudadanos. En cuanto a la ceremonia oficial, ésta podría limitarse a actos cívicos.
La verbena que generalmente lleva a cabo el municipio tampoco se realizará adecuándose únicamente a los “honores a la bandera, evento que conmemoren el aniversario y con ello la tradición de los mexicanos, tal como ocurrió con la feria de Tlaltenango, que tampoco se realizará como normalmente se hace” señaló el edil Villalobos Adán.
En colonias y poblados tampoco se permitirá que se lleven a cabo verbenas así como ningún tipo de celebración masiva; “no habrá oportunidad de las tradiciones, el cuerpo de seguridad estará al pendiente en caso de que se llegara a presentar una congregación, se tratará de disolver y tendría que haber sanciones siempre recayendo en el supuesto de lo que se contemple en la pandemia”.
Asimismo, se está haciendo trabajo de concientización con los comerciantes que acostumbran sacar sus productos sobre las calles principales como la de Guerrero, ya que “tampoco se permitirá la vendimia ni la congregación de personas, todos debemos de ser responsables para no regresar al semáforo color rojo”, advirtió.
Una de las principales vías para llegar al corazón de Cuernavaca, alberga en su avenida la reconocida parroquia de Nuestra Señora de los Milagros, mejor conocida como Iglesia de Tlaltenango, la cual este 8 de septiembre estará de fiesta al celebrarse los 300 años de la Virgen de los Milagros.
La parroquia de estilo barroco es un santuario dedicado a la Virgen María, contando en su conjunto con la capilla dedicada a San José construida en 1523, siendo el primer centro católico en Latinoamérica.
Tlaltenango que hoy es una colonia de la ciudad de Cuernavaca, en la época de la colonia era un pequeño pueblo que no pertenecía a la ciudad. En el año de 1521 Hernán Cortés y sus soldados llegaron a un pueblo de la antigua Cuauhnáhuac, cuyo nombre era Zacanco Tultenanco, que luego los conquistadores nombraron Tlaltenango.
Según textos históricos, Hernán Cortés además de construir la primera hacienda azucarera en Tlaltenango, que hoy es la Escuela Primaria “18 de Marzo”, fundó el santuario de San José que pone a cargo de los franciscanos, introduce agua y edifica la primera hacienda azucarera.
Al principio, se dice, fue un sencillo adoratorio para la familia de los hacendados, para ser después la iglesia de los trabajadores de la fábrica de Tlaltenango y finalmente convertirse en el pequeño templo a un costado de la iglesia de Tlaltenango santuario dedicado a la Virgen María.
Las raíces de la celebración de septiembre a la Virgen de Tlaltenango se remontan al 30 de agosto de 1720. Según cuenta la leyenda por los últimos días del mes de mayo, llegaron a Tlaltenango dos apuestos caballeros de aspecto angelical, quienes venían cargando un misterioso arcón, asegurado con bisagras y cerrojos. Doña Agustina tenía una casa de huéspedes, donde ellos llegaron a descansar.
Cuando decidieron partir, rogaron a la señora cuidara de el arcón hasta su regreso. Después de varios días en que no regresaron, Doña Agustina escuchó una música celestial y vio destellos luminosos que salían de las aperturas del arcón con un olor a nardos, sándalos y linóleos; por lo que acudió a invitar a Fray Pedro de Aranda y al alcalde mayor a la ciudad, quienes estaban incrédulos y acudieron con gente de la comunidad.
El 30 de agosto la imagen fue llevada a la capilla de San José donde se celebró un novenario que terminaría el 8 de septiembre, día de su celebración anual. Durante el novenario las mismas familias del poblado se llevan la imagen de la virgen a sus casas, conmemorándola con una gran celebración que incluye hasta tamales; sin embargo, ante la emergencia sanitaria de Covid-19 el novenario se está llevando a cabo en la iglesia, de forma muy discreta.