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La lucha por la presidencia del Congreso abre una fisura en la coalición de López Obrador

El presidente reprueba las maniobras del Partido del Trabajo de sumar nuevos miembros a su bancada en el último momento para controlar la mesa directiva de la Cámara baja

Las disputas por el control de la Cámara de Diputados de México han tensado las horas previas al segundo informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Mientras el combate a la corrupción y la estrategia económica ante la pandemia encabezan la lista de prioridades del Ejecutivo, en el Legislativo ha habido roces entre Morena y su aliado, el Partido del Trabajo (PT), que buscaba sumar de último momento a miembros en su bancada para convertirse en la tercera fuerza política y presidir la Cámara baja. La maniobra del PT, después emulada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha provocado críticas en Morena y el propio López Obrador ha pedido que se actúe con rectitud para no dar argumentos a sus detractores. “No se trata de triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales”, ha dicho el mandatario en su conferencia de prensa de este lunes. Finalmente, el pleno no alcanzó la mayoría de dos terceras partes de los diputados presentes y la disputa sigue en vilo.

El llamado de atención del presidente en el conflicto en la Cámara baja ha fracturado las alianzas que dan a Morena la mayoría calificada, gracias a su pacto con el PT, el ultraconservador Partido Encuentro Social y el Partido Verde Ecologista. Los acuerdos y reglamentos dan la dirección del Congreso al partido con más curules durante el primer año de sesiones, a la segunda fuerza en el segundo año legislativo y, finalmente, a la tercera formación con más miembros en su bancada en el tercer año, el último antes de las elecciones intermedias de 2021. Los fichajes del PT, la quinta agrupación más numerosa tras ceder casi una veintena de curules a Morena para que ocupara más de la mitad de los 500 escaños, igualaban a los 46 diputados del PRI, que reclamó que se le “arrebatara” el cargo en el último momento y luego empezó también a sumar miembros este mismo lunes. Entre jaloneos por legisladores que han ido y venido de un partido al otro, la disputa se centra en cuál es legítimamente la tercera agrupación. Sin acuerdos, la presidencia se volverá a votar el próximo 5 de septiembre.

Gerardo Fernández Noroña, vicecoordinador del grupo parlamentario del PT y uno de los defensores más feroces de López Obrador, ha lamentado que el presidente decidiera “que el PRI encabece la Cámara de Diputados” y arremetió contra la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el senador Martí Batres, y Alfonso Ramírez Cuéllar, el líder interino de Morena, a quienes calificó de “hipócritas”. Fernández Noroña, que fue clave para engrosar las filas del PT y que aspira a ocupar la presidencia de la mesa directiva, dijo que Morena había hecho un movimiento similar para retener el control en el Congreso de la capital y en el Senado, y que su partido se mantendrá en pie de lucha. “Yo soy el presidente de la Cámara en el corazón del pueblo de México”, ha dicho Fernández Noroña, entre voces de su partido que denunciaban una “traición” intestina en la Cuarta Transformación.

En el centro de la polémica está también el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que rompió con López Obrador en 2012 después de que militara en esa agrupación por 23 años y que ahora atraviesa su peor crisis en tres décadas de existencia. La adhesión de Mauricio Toledo y Héctor Serrano, dos antiguos miembros del PRD, al PT y a la causa lopezobradorista ha levantado cuestionamientos y suspicacias entre los seguidores del presidente. Otros cuatro experredistas, en cambio, pasaron al PRI. Los priistas aseguran sumar ahora 50 diputados y el PT, 46, aunque no se descarta que los números sigan cambiando.

Dulce María Sauri, una veterana que ha sido propuesta por el PRI para el cargo, exigió que se respetara la pluralidad y no se cediera ante los “cálculos políticos” y las “ambiciones” del PT. En los últimos dos años, el propio PRI ha alcanzado acuerdos para que Morena empujara su agenda legislativa, ya sea absteniéndose o apoyando directamente las iniciativas del grupo mayoritario.

“Es absolutamente evidente que no es ético votar por el PRI, una pandilla de criminales”, aseguró Fernández Noroña. “El presidente también se equivoca”. Su intención era evitar el nombramiento para el PRI, que salió del poder en 2018 y que tiene a varios antiguos integrantes en el punto de mira de las delaciones del caso de Emilio Lozoya, exdirector de Petróleos Mexicanos acusado de corrupción. “No vamos a caer en confrontaciones”, ha atajado René Juárez, el líder de los diputados priistas.

En el trasfondo han salido a relucir de nuevo las rencillas dentro del heterogéneo movimiento de López Obrador, que ha incorporado a voces de prácticamente todo el espectro ideológico, alineadas ahora en torno a la figura presidencial. Esas discrepancias entre las facciones han emergido en procesos como la renovación del Instituto Nacional Electoral y también en la lucha por el control de Morena, que renovará su dirigencia entre la última semana de septiembre y la primera de octubre. “Nuestra mayoría es sólida”, ha expresado Mario Delgado, el coordinador de Morena en la Cámara baja.

El Senado tampoco ha sido la excepción. El nombramiento de la presidencia de la Cámara alta, que recayó en Eduardo Ramírez, también de Morena, fue señalado como un ejemplo de la unidad dentro del partido y de sus alianzas por Ricardo Monreal, el coordinador de la bancada. “La verdad es que no hay condiciones de equidad y libertad para una contienda interna”, respondió Batres, así como otros senadores del grupo acusaron la falta de condiciones democráticas en las votaciones internas, pero esas diferencias no se reflejaron en el pleno, donde 101 de los 128 senadores ratificaron a Ramírez.

El bloque mayoritario ya había intentado amarrar la presidencia de la Cámara de Diputados durante el segundo año legislativo, aunque finalmente reculó y el conservador Partido Acción Nacional, la segunda fuerza, pudo ocupar el cargo. En el tablero está la prueba de fuerza y de la capacidad negociadora del bloque gobernante para impulsar su plan de gobierno y para imponerse en las elecciones de 2021, donde se reconfigurará la Cámara baja. Morena competirá en su primera votación federal tras lograr la presidencia y se decidirán los prospectos de la segunda mitad del sexenio de López Obrador.

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