Día del Presidente. Obligadamente, este informe, el 7° en el conteo privado de la 4T, el II oficial, distó de la algarabía de otros. El optimismo sigue presente en las palabras, pero los gestos, los movimientos corporales se han hecho más pausados y prudentes.
Un mensaje en el que destacó una convicción presidencial: si la crisis nos golpeó, ya estamos saliendo e incluso ya vamos para arriba. Ya pasó lo peor, aseguró el mandatario Andrés Manuel López Obrador en un mensaje a la Nación con motivo de su II Informe de Gobierno enviado al Congreso de la Unión. “Ya se están recuperando los empleos perdidos, se está regresando poco a poco a la normalidad productiva y ya estamos empezando a crecer”.
En el mes de agosto se crearon 93 mil nuevos empleos, informó el presidente, aunque, como en cada tema del informe, no señaló el contexto: se trata del 10 por ciento de los que se perdieron en lo que va del año.
El discurso del Presidente definió lo que está esperando en los próximos meses: que la caída acelerada de la economía y la pérdida de empleos se revierta con la misma rapidez una vez que termine el confinamiento: “Pronostiqué que la crisis económica provocada por la pandemia sería transitoria, dije que será como una (letra) V, que caeríamos, pero que saldríamos pronto. Afortunadamente, así está sucediendo”, aseguró.
El Banco de México y analistas privados refieren en torno a que esta “V” es un escenario posible, al igual que otro en el que se cae con rapidez y hay un periodo de estancamiento en el fondo antes de iniciar la recuperación (en una gráfica económica se vería como una U en lugar de una V). Es sobre ese punto que el presidente López Obrador señaló que ya hay elementos para pronosticar una recuperación rápida.
Incluso señaló que lo hecho por su administración es atípico a escala mundial, pues se ha centrado en rescatar a los sectores más desprotegidos de la población. “Los apoyos directos, para reactivar la economía de abajo hacia arriba”, comentó, son el puntal de esta estrategia. Y señaló como prueba que a siete de cada 10 familias del país está llegando cuando menos un beneficio o algo del presupuesto público, incluyendo a todas las familias indígenas vulnerables.
“La caída de la economía (mexicana), a pesar del desastre mundial, fue de 10.4 por ciento en el semestre”, señaló utilizando el dato de retroceso del PIB entre el segundo trimestre y el anterior de este año, “pero, aun con la debacle, fue menor el daño que nos causó la crisis económica que nos está afectando que lo que se está registrando en otros países como Italia, España, Francia y Reino Unido. Debo agregar que casi todos los países recurrieron a créditos y aumentaron sus deudas en porcentajes elevadísimos; en contraste, nosotros hemos enfrentado la pandemia y vamos a salir de la crisis económica sin contratar deuda adicional y sin destinar dinero público a rescates inmorales, es decir, a quienes no necesitan ser rescatados”.
Más adelante, cuando finalmente se refirió a sus adversarios políticos, señaló que le han reprochado no emprender “un rescate económico elitista para atenuar los efectos de la pandemia, pero es un timbre de orgullo poder decir que ayudamos por medio de los programas sociales a 23 millones de familias. Imagínense cuántos adultos mayores han podido observar la reclusión sanitaria por contar con el derecho a recibir una pensión, así sea modesta. Los conservadores están enojados porque no hay corrupción y perdieron privilegios”.
Reiteró que hay un trato respetuoso con los empresarios y con otro actor externo, en este caso, muy relevante: “Trump nos trató con respeto y elogió a nuestros paisanos”.
Y pasó entones al núcleo de su mensaje político, recordando pasajes en la obra de Adam Smith que, aseveró, bien podrían constituir uno de los fundamentos de la economía moral que la 4T y su Presidente enarbolan: “En estos tiempos, transformar es moralizar… nuestro principal legado será purificar la vida pública de México”.
“Por más egoísta que quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos en su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte de los otros, de tal modo que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga, a no ser el placer de presenciarla”.
Remató el mandatario: “En otras palabras, la alegría ajena es nuestra propia dicha”.