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La termoeléctrica en Huexca no pasará, "así corra sangre": ejidatarios

"El gobierno nos ofrece obras, pero serían inútiles"

Apatlaco, Mor., Salustia Pineda, una anciana correosa que dice tener "cinco tareas" de tierra, suelta 20 palabrotas por minuto, arranca risas y aligera una asamblea que trata asuntos muy serios. "¡Pendejos, no saben ni lo que venden! El día que vendan el agua, mejor deberían agarrar una pinche reata y colgarse. ¡Yo no vendo nada!"

Se miran los zapatistas de Morelos en el espejo de La Boquilla. El profesor y ejidatario Ramiro Carrasco, en papel de maestro de ceremonias, agarra al vuelo la indignación de la anciana y dice que esa "rabia" debe mantenerse viva "para que el día que venga la Guardia Nacional estemos preparados".

La reunión de los representantes de los ejidos de la región oriente de Morelos tiene lugar a la vera del río Cuautla. Esta vez acompañan a los ejidatarios sus pares de otras regiones de la entidad, además de una delegación de Puebla que los ha acompañado en la batalla contra el Proyecto Integral Morelos.

“¡Agua sí, termo no!”, es la consigna más repetida durante la asamblea con la que los ejidatarios calientan los motores para mantenerse en resistencia.

"¡Agua sí, aviones no!", suma el grito un representante de habitantes de Tecámac, estado de México, que se han opuesto en vano al aeropuerto de Santa Lucía.

Un ejidatario dice que ellos no tienen, ni por asomo, las cantidades de agua que se mira en las presas de Chihuahua. A pesar de diferencias geográficas e incluso ideológicas, en el "campamento zapatista" que lleva ya cuatro años en este lugar se escucha una y otra vez el nombre de la presa chihuahuense.

Dispuestos a morir

"Venga lo que venga, no nos vamos a quitar, así corra sangre. Si es necesario, estamos dispuestos a morir", dice, con rostro y voz muy solemnes, el ejidatario José Torres Maldonado.

Uno a uno, los ejidatarios que toman la palabra reconstruyen la historia de su lucha: las primeras protestas, el desalojo en el gobierno de Graco Ramírez, las "traiciones", el asesinato de su compañero Samir Flores, las infructuosas negociaciones con sucesivos gobiernos, la batalla legal.

Aída Galicia, del ejido San Juan Ahueyo, recuerda que ella y otros agricultores acompañaron a la subsecretaria Diana Álvarez, quien con sus propios ojos constató que "el agua se arrastra en tiempo de secas, el agua nos la jaloneamos los ejidos".

Galicia pide a los venidos de otros lugares que los apoyen "ese día que va a venir el presidente" Andrés Manuel López Obrador, el 2 de diciembre, y que estén con ellos en octubre próximo, "cuando van a iniciar todo para conectar", en referencia a los metros de tubo que faltan para conectar la planta tratadora de agua con la termoeléctrica de Huexca, distante 10 kilómetros.

¿Qué pasará entonces? Galicia, suplente del comisariado de su núcleo ejidal, lo pone así: "Dios es grande y poderoso, creemos en él y nos va a ayudar".

Teresa Castellanos Ruiz, quien ha puesto el cuerpo contra la termoeléctrica en su propio pueblo, Huexca, cita al general Emiliano Zapata: “Quien no tenga miedo que dé un paso al frente… La vida no la tenemos comprada, pero tampoco somos eternos. Y si vamos a dar la vida que sea luchando y jamás arrodillados como pendejos”.

"Ellos a que sí por dinero; nosotros a que no, por la vida", dice al micrófono un bigotón de guayabera azul: es Jorge Zapata, nieto del Caudillo del Sur.

Nada fuera de la ley

En una breve charla tras su arenga, Zapata asegura que él impidió que la gente de la región "volara" la termoeléctrica. "Lo hice cuatro veces, porque el pueblo me hace caso y porque no quería que mi gente se metiera en un delito federal".

Para el descendiente de Emiliano Zapata, el Proyecto Integral Morelos se construyó, desde el principio, "a base de mentiras": No "nos oponemos al progreso, sino a que nos roben el agua para ese proyecto".

Zapata sostiene que el agua de la región es un bien muy escaso: "O somos los campesinos o es la termoeléctrica. Por eso no vamos a dejar que se la lleven así como así, por muy gobierno que sea. Por mucha Guardia Nacional que tenga, no va a ser suficiente".

Según el líder campesino, el gobierno federal ha ofrecido obras por 135 millones de pesos, pero se trataría de obras inútiles porque, sin agua, no significarían nada.

"Ha tirado millones a lo puro pendejo, porque es fácil comprar a un comisariado, pero es muy difícil comprar a todo el ejido."

Los ejidatarios acuerdan fortalecer su labor de información en las comunidades, porque aceptan que muchos pobladores están seguros de que la termoeléctrica va, porque así lo anunció el Presidente en su conferencia del 10 de septiembre. Desde ese anuncio, autoridades de varios ejidos han llamado a asambleas para proponer el retiro de los amparos, lo que en los hechos significa aceptar el proyecto al que se han opuesto largos años.

¿Se empleará la fuerza pública para que la termoeléctrica comience a funcionar? Fuera de grabadora, uno de los líderes de los ejidatarios dice que no lo sabe, pero de algo está seguro: "Si en lugar de López Obrador hubiese ganado otro de los candidatos, ya nos hubieran mandado a volar desde hace mucho".

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