La actividad agrícola en México tiene muchos retos por enfrentar a pesar de los esfuerzos y apoyos brindados por la actual administración. Por un lado, se debe aumentar el uso de la tecnología para desarrollar este sector, y por el otro, garantizar educación de calidad para quienes se dedican a estas labores
El campo y las actividades que ahí se desarrollan, como la agricultura son fundamentales para México.
Actualmente el país se posiciona en el lugar número 11 a nivel mundial como una de las naciones más importantes dentro de la producción de alimentos de cultivos agrícolas y como el octavo con mayor superficie dedicada a la siembra.
Sin embargo, la falta de apoyos y de recursos destinados a este sector, sumado a las difíciles condiciones que enfrentan la mayoría de los campesinos mexicanos: pobreza, falta de educación y de servicios en sus comunidades, evitan que se pueda desarrollar a su máximo potencial.
De las 26 mil 574 millones de hectáreas permanentes para la agricultura en México, el 25 por ciento de las tierras se encuentran altamente degradadas y el 44 por ciento están de ligera a moderadamente afectadas, advierte el estudio Panorama Agtech en México desarrollado por Endeavor
Frente a esta realidad, Enrico Robles del Rio, Intelligence Director en Endeavor, asegura en entrevista para Reporte Índigo que la adquisición de nuevas y mejores tecnologías para el desarrollo del campo en México es de vital importancia.
“La adopción de tecnologías digitales en la agricultura es fundamental para optimizar la producción de los cultivos de una manera más eficiente y sustentable para la conservación de suelos y control de alimentos en medio de un mundo que atraviesa catástrofes naturales, cambio climático y problemas concretos en la nutrición generalizada de la población.
“La tecnología puede reducir el actual impacto de la agricultura en el medio ambiente y aumentar los rangos de seguridad alimentaria si decidimos invertir en este punto”.
Por su parte, Antonio Pacheco, integrante de Agropro, y quien también participó en el estudio, dice que hoy en día quienes usan correctamente la tecnología podrían incrementar hasta un 70 por ciento la producción en las siguientes tres décadas ayudando a la agricultura a enfrentar los complejos desafíos y a que las regiones sean consideradas zonas que impulsan la producción agroalimentaria y la generación de empleos.
Ver hacia el futuro de la agricultura
El cambio climático representa uno de los retos más complejos para el sector de la agricultura, especialmente por la cantidad de agua que se debe destinar a esta práctica.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura indican que la agricultura consume el 70 por ciento del agua del mundo.
“Muchas veces no hay un manejo eficiente de este recurso, lo que provoca altos niveles de contaminación y desperdicio derivados de la producción de alimentos”, explica Enrico Robles.
Algunos ejemplos de manejo inadecuado incluyen la falta de rotación de cultivos, el uso desequilibrado de fertilizantes, el alto estrés hídrico, la deforestación y el exceso de pastoreo.
Además, se espera que ante el elevado crecimiento poblacional, para el 2050 haya en el mundo 9 mil 676 millones de personas que deberán ser alimentadas y menos tierra para poder cumplir con la labor.
“Hay muchos factores en contra: la tierra arable cada vez se contrae más por el crecimiento demográfico, por lo cual existe cada vez más la necesidad de producir mayores cantidades en un menor espacio, y esto sólo se puede con tecnología”, dice Robles del Rio.
Panorama inesperado
A pesar de la pandemia mundial provocada por el COVID-19, el campo en México no se detiene, por lo que el país logró mantener la disponibilidad y la distribución de alimentos.
En entrevista con Reporte Índigo, Gabriel León, Director de Información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), asegura que los resultados que registra la producción primaria demuestran la resiliencia del sector agroalimentario, toda vez que mientras la economía cayó 9.8 por ciento, su comportamiento fue más positivo, con un crecimiento de 2.7 por ciento al tercer trimestre del 2020.
“Nuestra balanza comercial agroalimentaria se mantuvo favorable, con un superávit que de enero a agosto alcanzó ocho mil 839 millones de dólares, esto es, un incremento de 31 por ciento a tasa anual.
“La balanza agropecuaria y pesquera, en el mismo periodo, presentó alza en las exportaciones y reducción en las importaciones, lo que nos dio un saldo positivo de cuatro mil 384 millones de dólares”.
Además, León espera que al finalizar el año, la producción de granos básicos se incremente en ocho por ciento respecto de 2019 y se aproxime a los 34 millones de toneladas.
“Esto se ha hecho con el apoyo de todos los sectores productivos, incluyendo de manera relevante a los más modernos y avanzados. El comportamiento del sector agroalimentario en su conjunto ha sido ejemplar y la sociedad debe reconocerlo”.
Por estos resultados, el Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social (Coneval), entregó a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural el reconocimiento de “Buenas Prácticas 2020” a la supervisión operativa del programa Producción para el Bienestar que va dirigido a los productores de pequeña y mediana escala.